
El ecosistema global de reporting de sostenibilidad ha evolucionado con rapidez y profundidad en los últimos años. Con la publicación de los estándares IFRS S1 y S2 por parte del ISSB (International Sustainability Standards Board) en 2023, el mundo corporativo ingresó a una nueva etapa de armonización y comparabilidad de la información ESG. Esta transformación está cambiando la forma en que las empresas revelan su desempeño ambiental, social y de gobernanza, convirtiendo al reporte de sostenibilidad en una herramienta de gestión estratégica, no solo de comunicación.
En Latinoamérica, el avance es desigual. Mientras países como Brasil, Chile y México muestran una consolidación acelerada de sus marcos de reporte, en Perú la tendencia es creciente, pero aún incipiente en ciertos sectores. Según el último estudio de KPMG (2024), más del 60 % de las empresas peruanas grandes ya elaboran reportes de sostenibilidad, siendo el estándar GRI el más utilizado (63 % a nivel global). Sin embargo, la mayoría de estos reportes aún carece de alineación con marcos más exigentes como ISSB, SASB o TCFD, y existe poca articulación entre el reporting y la estrategia corporativa.
Las cifras son elocuentes:
- El 83 % de las empresas líderes globales (G250) ya reportan información ESG, mientras que el 85 % de los ejecutivos planea aumentar su inversión en sostenibilidad, según Deloitte (2024).
- Existe una creciente adopción de tecnologías para monitorear metas climáticas, lo cual eleva la exigencia sobre la calidad y trazabilidad de los datos reportados.
- Se consolida el enfoque de doble materialidad, que considera tanto los impactos financieros como los impactos en el entorno, lo cual es un cambio de paradigma impulsado por la normativa CSRD europea.
- El 88 % de líderes en sostenibilidad, considera que el reporte de sostenibilidad será tan importante como los estados financieros en 3 años, según PwC y Workiva (2025).
«Mientras países como Brasil, Chile y México muestran una consolidación acelerada de sus marcos de reporte, en Perú la tendencia es creciente, pero aún incipiente en ciertos sectores».
En Perú, los principales retos y oportunidades para consolidar una cultura sólida de reporting incluyen:
- Adopción del enfoque de doble materialidad:
Uno de los mayores retos es incorporar la doble materialidad: reportar no solo cómo los factores ESG impactan financieramente al negocio (materialidad financiera), sino también cómo las operaciones de la empresa afectan al entorno y a la sociedad (materialidad de impacto). - Alineación con la estrategia de negocio y el financiamiento sostenible:
El reporte debe reflejar cómo la sostenibilidad está integrada en la estrategia de la organización y cómo esta información puede ser palanca para acceder a mercados de capital, créditos verdes o alianzas estratégicas. - Mayor calidad y profundidad en los reportes:
Aún se observa una tendencia a reportes descriptivos y narrativos, con escaso análisis estratégico. Se requiere que los informes ofrezcan datos relevantes, comparables y útiles para la toma de decisiones. - Equipos multidisciplinarios y especializados:
El área de sostenibilidad debe integrarse activamente con las áreas financiera, legal, operativa y de riesgos. No basta con contar con un pequeño equipo ESG con recursos limitados. Se necesita una estructura sólida, profesionalizada y con respaldo directivo. - Fomento del aseguramiento independiente:
Es fundamental promover la verificación externa, incluso en reportes voluntarios. Esto eleva la credibilidad frente a inversionistas, entidades financieras y reguladores. - Desarrollo de una regulación efectiva y evolutiva:
Es urgente contar con marcos normativos que definan mínimos requerimientos para la comparabilidad, trazabilidad y transparencia de los reportes, sin desincentivar la innovación o sobrecargar a las empresas. - Fortalecimiento de capacidades técnicas y digitales:
Las empresas deben invertir en herramientas, talento y sistemas que garanticen una gestión eficiente de datos ESG, desde su recolección hasta su análisis y comunicación. - Comunicación clara y formatos diversos:
Los informes deben volverse más ejecutivos, visuales y accesibles para distintos públicos. La era del reporte de 100 páginas ya no responde a las necesidades de gerentes, inversionistas ni ciudadanos. La clave está en comunicar mejor, no solo reportar más. - Inclusión de pymes y sectores emergentes:
La sostenibilidad no debe ser una práctica exclusiva de grandes corporativos. Se requiere capacitar a pequeñas y medianas empresas para que adopten estándares como GRI o IFRS, e integren indicadores alineados a los ODS.
A pesar de las brechas, es innegable que el Perú ha tomado pasos importantes hacia la institucionalización del reporte ESG. Destacan iniciativas como el programa «Negocios Competitivos» de GRI para fortalecer capacidades en empresas medianas y pequeñas, así como los avances del sector financiero en divulgar riesgos climáticos.
En este contexto, el rol de expertos en sostenibilidad y reporting es más crítico que nunca. La comprensión técnica de los estándares, la capacidad de conectar la información no financiera con el modelo de negocio, y la visión estratégica que permiten estos especialistas, son claves para asegurar la calidad, la utilidad y la credibilidad del reporte. Su participación no solo facilita el cumplimiento normativo, sino que agrega valor real a la organización, mejorando su posicionamiento, su gestión de riesgos y su acceso a capital sostenible.
Si queremos consolidar el reporting como una herramienta transformadora —más allá del cumplimiento—, es clave que las empresas peruanas no solo reporten, sino que utilicen esa información para gestionar, innovar y generar valor compartido. Solo así podremos avanzar con firmeza hacia los ODS y responder a las crecientes expectativas de inversionistas, consumidores y reguladores.