Por Gilbert Leiva – Presidente de i-ED Educación Digital

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Hablar de tecnología ya no es opcional y tampoco inocuo. En el Perú, sectores como banca, salud, manufactura o educación, las decisiones empresariales más importantes ya se están tomando con apoyo de sistemas de inteligencia artificial, análisis predictivo y automatización de procesos. Pero mientras las implementaciones tecnológicas avanzan a una velocidad (por lo general a tasas inferiores a las de países OECD), el desarrollo de competencias digitales en quienes deben liderar estos procesos no siempre va al mismo paso y menos en los usuarios finales. Este desfase ya está pasando factura y es imperativo, enfrentarlo ahora antes que “se nos vaya el tren”.

El problema no es solo técnico. El Estudio Talento Digital 2023, elaborado por Es Hoy, el BID y el Ministerio de Trabajo, reveló que el 75 % de las empresas peruanas enfrenta dificultades para cubrir vacantes vinculadas a habilidades digitales. Pero el dato más revelador no está solo en los perfiles técnicos: uno de cada cuatro directivos carece de las competencias digitales necesarias para responder a los retos actuales. Es decir, el déficit no solo está en los programadores o analistas de datos, también está en quienes deben tomar decisiones estratégicas.

Esto tiene consecuencias directas. Muchas organizaciones han invertido en tecnología sin lograr mejoras reales, porque sus líderes no saben cómo integrar esas herramientas a los procesos, medir su impacto o alinear su uso con los objetivos del negocio. Implementan IA sin saber cómo funciona, automatizan tareas sin evaluar los riesgos o copian modelos sin considerar el contexto. Así, la transformación digital se convierte en una fachada, no en una ventaja competitiva.

Liderar en este nuevo entorno exige más que intuición. Se requiere alfabetización digital, pensamiento crítico, comprensión de datos, capacidad de adaptación y criterio ético. No se trata de que todos los ejecutivos sean expertos técnicos, sino de que comprendan el potencial y los límites de las tecnologías que sus equipos usan cada día. Sin eso, la innovación se vuelve improvisación.

«Muchas organizaciones han invertido en tecnología sin lograr mejoras reales, porque sus líderes no saben cómo integrar esas herramientas a los procesos».

En i-ED trabajamos con organizaciones que han entendido este reto. Hemos visto cómo la formación estratégica de un pequeño grupo de líderes puede cambiar dinámicas enteras: se empiezan a tomar decisiones basadas en evidencia, se articulan mejor las áreas técnicas con las de negocio, y se construye una cultura que entiende el cambio como una oportunidad, no como una amenaza.

El liderazgo de proyectos digitales no puede seguir siendo una tarea pendiente. Las organizaciones que prioricen hoy la formación de sus equipos directivos en competencias tecnológicas tendrán una ventaja real y sostenible. Porque los desafíos que impone la transformación digital no se resuelven solo con infraestructura: se resuelven con visión, capacidad de aprendizaje y decisión para actuar.

El Perú necesita formar liderazgos que no solo impulsen la innovación, sino que la dirijan con propósito. Porque la tecnología no da sentido por sí sola. Eso sigue siendo —y seguirá siendo— tarea humana.







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