Por Stakeholders
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POR ARTURO CABALLERO – CEO de A2G Sostenibilidad y Cambio Climático
Hoy se habla mucho sobre las finanzas sostenibles en el mundo como el nuevo estándar a seguir. Ello sobre todo porque hay un creciente interés de abordar temas como el cambio climático, la desigualdad social, el agotamiento de recursos naturales y el manejo más ético de las empresas. El Perú ha venido avanzando también en esta nueva forma de ver las inversiones.
Pero, para poder adentrarnos en lo que significa una inversión “sostenible”, debemos entender que no es lo mismo que hablar de inversión de “impacto”. La inversión de impacto, según el Global Compact de Naciones Unidas, es aquella que se realiza en empresas sociales y otras estructuras con la intención de crear beneficios sociales y ambientales, más allá del rendimiento financiero.
Las finanzas sostenibles buscan tomar mejores decisiones de inversión, basándose en información no solo financiera, sino también en factores extrafinancieros como los ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG o ESG, por sus siglas en inglés). Las empresas que incluyen buenas prácticas ASG reducen sus riesgos financieros al estar preparadas para enfrentar desafíos futuros como regulaciones más estrictas, juicios por daños o preferencias de los consumidores, protegiendo así el valor de las inversiones frente a sus accionistas. La incorporación de estos nuevos riesgos y oportunidades, crea al final inversiones más seguras y negocios que perduran en el tiempo, más resilientes y competitivos.
Estas prácticas, una vez incorporadas, también promueven un desarrollo más justo y sostenible en el planeta, generando una contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, alineándose con temas como la preservación del ambiente, la lucha ante el cambio climático y la pérdida de nuestros recursos; los derechos humanos y mejora de la calidad de vida; equidad de género e inclusión; por citar algunos. Las finanzas sostenibles responden hoy a las demandas de los propios consumidores, quienes prefieren – cada vez más- productos y servicios que provengan de empresas con un compromiso y prácticas sostenibles, y que por otro lado, fomenten la innovación en tecnologías y la eficiencia en los negocios, abriendo oportunidades para el desarrollo de soluciones más avanzadas y respetuosas con la sociedad y el ambiente.
En el Perú, las organizaciones financieras y los emisores vienen dando pasos importantes en relación a la información generada respecto a la sostenibilidad de sus inversiones. Ejemplo de esto es el Programa de Inversión Responsable (PIR), iniciativa del sector financiero que tiene como objetivo el fortalecimiento del ecosistema financiero hacia inversiones más sostenibles. Este programa pionero, creado en el 2014, sentó las primeras bases en las organizaciones de nuestro país para una inversión más responsable y la incorporación de los criterios ASG en las políticas y procesos de inversión de los principales actores financieros peruanos. El PIR viene creciendo desde su fundación, contando con socios como los principales fondos de pensiones, compañías de seguros, administradores y propietarios de fondos privados, la banca y otros actores del sector financiero. Representa cerca de 82 mil millones de dólares en activos administrados.
Actualmente, el Perú cuenta con un creciente ecosistema financiero que viene avanzando considerablemente en la gestión de la sostenibilidad como parte de la estrategia de su negocio. Del lado del mercado ha habido progreso en el reporte de sus iniciativas de sostenibilidad corporativa. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Para los diversos stakeholders es clave contar con información de calidad en materia ASG y un hito que podría acelerar este proceso es contar con el compromiso de los directores de las empresas que internalicen la sostenibilidad como un factor competitivo, diferenciador y que les permita pensar en proyecciones de sus negocios a largo plazo.
