Por Stakeholders

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POR JILL KHOURY – Abogada Senior Finanzas Corporativas en Interbank

Los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) llegaron para quedarse. Las empresas los pueden ignorar, bajo su propio riesgo, pero la mayoría está tomando conciencia de sus propias externalidades y asumiendo un rol activo en la transición sostenible de sus negocios. Esto puede ser muchas veces producto de exigencias regulatorias (siendo la Unión Europea pionera en este aspecto), pero lo cierto es que las empresas no pueden permitirse esperar y ver qué les depara el futuro. Es el mercado el que está marcando la tendencia, pues los mismos clientes e inversionistas demandan que las empresas incluyan criterios ASG en la toma de decisiones.

En el caso de las empresas del sector financiero, se está viendo un incremento exponencial de los llamados Financiamientos Vinculados a la Sostenibilidad teniendo como principales clientes a las empresas con una robusta estrategia de sostenibilidad.

En este tipo de financiamientos, sin un requisito expreso de uso de fondos, se establecen indicadores claves de desempeño ASG (KPIs) y metas ambiciosas que la empresa se compromete a cumplir durante el plazo del financiamiento. El alcance o no de las metas está ligada a un impacto financiero; como por ejemplo un ajuste en la tasa de interés.

La creatividad está en el centro de este tipo de instrumentos, pues si bien existen lineamientos a seguir, dejan en criterio de las partes poder definir cuántos y qué KPIs, cuándo y cómo medirlos, qué impacto financiero se acuerda en caso de incumplimiento, etc. Lo importante es estructurar el producto de tal forma que los incentivos estén alineados en generar una transición sostenible de dicha empresa.

El primer reto es definir las métricas (KPIs) de sostenibilidad, debiendo ser materiales para el negocio, la estrategia del deudor, y abarcar retos ASG de la industria. Así, por ejemplo, para una empresa pesquera se podría considerar como material (y además contribuyendo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas) el porcentaje de redes de pesca recicladas. Para el caso de una empresa agrícola, el volumen de agua tratada o reusada; o para una empresa de consumo masivo el porcentaje de reducción de residuos.

Lo que se está viendo en el mercado es que las empresas generalmente eligen por lo menos 2 KPIs, siendo uno ambiental necesariamente (el porcentaje reducción de gases de efecto invernadero es uno de los KPIs más utilizados).

El segundo reto es definir las metas, en base a una línea de base (de preferencia de por lo menos de 3 años), a ser medidas y reportadas periódicamente al banco. Las metas establecidas deben ser ambiciosas (aunque realizables), representar una mejora material del KPI y ser consistentes con la estrategia de sostenibilidad de la empresa.

Una de las mayores críticas a este tipo de instrumentos es que se utilizan para generar expectativas falsas en el mercado (lo que se conoce como greenwashing). Se han visto casos de empresas que fijan KPIs que no tienen impacto significativo en su verdadera huella de carbono, o metas muy fáciles de obtener, o incluso metas que ya habría sido cumplida al momento de etiquetar el financiamiento. No basta con parecer sostenible. Hay que ser sostenible.

Si bien los Financiamientos Vinculados a la Sostenibilidad en pocos años han logrado conseguir protagonismo en el mercado financiero, lo cierto es que están en proceso de maduración y se necesita del compromiso del sector financiero en seguir trabajando en generar credibilidad en el mercado de que dichos instrumentos, bien estructurados, coadyuvan realmente a la transición sostenible de las empresas.

Ahora bien, ¿esta ola de financiamientos ASG se consolidará de tal forma que llegue a ser un catalizador del desarrollo sostenible de las empresas? El tiempo (y la data) lo definirá. Yo apostaría a que sí.







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