Recycle arrow cardboard symbol on grass for sustainability, environment and package pollution. Recycling, earth day and energy with eco friendly sign for reuse.

Por Stakeholders

Lectura de:

POR JAVIER PERLA Gerente de Servicios de Sostenibilidad de SGS Perú

No dudo que ya escuchaste hablar del concepto de economía circular.

Yo lo escuché hace años, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20) que se realizó en Río de Janeiro, Brasil, en junio de 2012. Parece ya muy lejano y en ese entonces era poco común que estas conferencias tengan transmisiones en simultáneo, como es casi rutina en los eventos de hoy en día.

De un tiempo a esta parte, en estos más de 11 años desde Río+20, cada vez he escuchado más hablar de economía circular. Más personas lo mencionan, las empresas tienen sus estrategias relacionadas a economía circular, existen postgrados en las universidades, eventos, foros, talleres, capacitaciones, documentos, reportes y hasta avances en políticas públicas.

En el 2016, en Perú se publicó el Decreto Legislativo N° 1278, que aprueba la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos. Allí se incorpora por primera vez la reducción de los residuos como una prioridad y a la vez contempla una compresión de los residuos ya existentes como potenciales recursos. La legislación previa (Ley 27314: Ley de Residuos Sólidos) tenía un enfoque más centrado en gestionar los residuos que ya habían sido generados. La nueva norma, en cambio, promueve una visión más holística de la gestión de los residuos, incluyendo el proceso desde la generación hasta su disposición final. Esta Ley contempla expresamente a la economía circular dentro de sus principios. El Artículo 5 menciona a la economía circular indicando que “la creación de valor no se limita al consumo definitivo de recursos, considera todo el ciclo de vida de los bienes. Debe procurarse eficientemente la regeneración y recuperación de los recursos dentro del ciclo biológico o técnico, según sea el caso”.

Pero… ¿qué es la economía circular? ¿Es nueva? ¿Nos va a salvar del consumismo en exceso?

La Fundación Ellen Macarthur, un gran promotor de la economía circular propone que es “un marco de soluciones sistémicas que hace frente a desafíos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los residuos y la contaminación”. También indica que “una economía circular desvincula la actividad económica del consumo de recursos finitos. Es un sistema resiliente, bueno para las empresas, las personas y el medio ambiente”.

«El reciclaje y la gestión de residuos son parte de la economía circular, pero va mucho más allá».

Por su lado, el Parlamento Europeo menciona que “la economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.”

Esas definiciones nos ayudan a conceptualizar los términos, pero ahora…¿cómo se lleva a la práctica?

Muchas personas con las que converso, cuando hablan de economía circular se refieren a reciclaje, solamente. Me parece que esa visión, sin ser equivocada, es limitada. El reciclaje y la gestión de residuos son parte de la economía circular, pero va mucho más allá. Empieza en el “diseño”, lo que implica repensar profundamente la forma cómo creamos los bienes y servicios. Enorme reto.

Afortunadamente, tenemos un consultor experto en estos temas. Uno que ha pasado varios miles de años entrenándose en ser circular, diseñándose de la forma adecuada y eficiente para no generar residuos. Sí, cero residuos: nuestra madre naturaleza.

Miren alrededor cualquier proceso natural. Ojalá puedan dar una vuelta por un bosque tropical de la hermosa selva peruana o en todo caso por el parque Zonal Huayna Cápac de San Juan de Miraflores o El Olivar en San Isidro. La naturaleza se ha esforzado en diseñar el proceso, los productos y servicios de tal forma que todo sirve para algo. Las hojas de los árboles capturan la energía del sol (sí, como los ya no tan modernos paneles solares) a través de la fotosíntesis, luego caen cuando ya no son útiles para fertilizar el suelo o alimentar algunos bichos. Cada elemento es un producto de un proceso y un insumo para otro. No se ven residuos naturalmente, a menos que un humano deje su botella de plástico o algo similar. Hasta los excrementos de los insectos y de los pájaros sirven para algo. Una ingeniería asombrosa. Seguro que Walt Whitman pensaba en todo esto y quería honrar a la naturaleza mientras escribía “Una hoja de hierba”.

Como escuchamos en varios foros de economía circular, “la basura es un problema de diseño”. En la naturaleza no hay residuos.

Observar los procesos naturales nos puede ayudar en comprender los ciclos biológicos y usarlos a nuestro favor. Ya comentaba Gunter Pauli hace unos días en el Foro de Perú Sostenible que “para criar moscas no necesitamos llamarlas, solo hay que poner los residuos y ellas van a venir solitas”. Las moscas generan larvas que pueden servir de fuente proteica para alimentar el ganado. El negocio es grande y, según Meticulous Research (2022), el mercado global de insectos comestibles alcanzaría los US $9600 millones en 2030, lo que equivale a un valor 10 veces mayor al registrado en 2020.

Hace muy poco tiempo se ha publicado el primer análisis del “Circularity Gap Report” (o reporte de brechas de la circularidad) para América Latina y el Caribe. El reporte indica que “la extracción de materiales está llevando al límite los ecosistemas de América Latina y el Caribe (ALC). Más del 11 % de las materias primas mundiales se extraen en la región, pese a que solo representa alrededor del 8 % de la población mundial”.

Personalmente, no creo que simplemente hablar de economía circular nos va a salvar del terrible problema en el que actualmente estamos, transgrediendo los límites planetarios. Sin embargo, conectar y comprender el concepto nos puede generar empatía por la naturaleza, promover una observación más amorosa y sensible por el planeta y los que estamos por acá caminando, así como tomar conciencia de lo absurdo que es usar recursos sin límites en un planeta que hace rato está sobrepasando su capacidad.

Solo una recomendación: exploren cómo sus actos cotidianos, los más simples, pueden asemejarse a los procesos “naturales” y allí se van a encontrar con la economía circular en su máxima expresión.







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