Por Stakeholders
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POR ASTRID CORNEJO – Gerente general de AC Sostenibilidad
La economía circular, sin duda alguna, es una tendencia relevante. Sin embargo, debemos ser conscientes de que hay mucho por avanzar. Pensemos en el siguiente dato: la tasa de circularidad de la región es inferior al 1 %, según el informe Brecha de circularidad en América Latina y el Caribe, lo cual significa que se utiliza casi en su totalidad materias primas vírgenes en los procesos de producción. Preocupante.
Hay una serie de oportunidades que no debemos dejar pasar. Y es que este mismo documento, precisamente, señala que el cambio a la circularidad en sectores como el agroalimentario y el manufacturero podría reducir la huella material y de carbono entre un 30 % a 34 %. Además, se reforzaría la resiliencia ecológica, un pilar necesario para mantener la vida, el bienestar humano y la estabilidad económica en la región.
En el Perú, hay que reconocer que se ha hecho notorio el interés por la economía circular; incluso, desde el sector público. Por ejemplo, en 2017 se aprobó la “Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos” y en el 2020 la “Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en Sector Industria”. En este propósito también se ha sumado el sector privado mediante los “Acuerdos de Producción Limpia”, donde se han comprometido a adoptar prácticas de recuperación y reutilización de materiales; y recientemente el Ministerio del Ambiente lanzó la Coalición Nacional de Economía Circular (CNEC): “Perú País Circular”, que impulsa el proceso de elaboración de la Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular.
Por su parte, desde su iniciativa, las empresas también han mostrado gran interés por implementar la economía circular en su gestión. Algunos ejemplos son Industrias San Miguel, que cuenta con una planta de reciclado de “botella a botella”; Cementos Pacasmayo, que en el 2022 lanzó el EcoSaco; entre otros.
Recordemos que la implementación de la economía circular en las empresas peruanas implica grandes beneficios significativos. Permítanme resaltar algunos señalados por el Pacto Mundial:
– La reducción de costos operativos mediante la reutilización de componentes o el reciclaje de residuos son algunas estrategias circulares que pueden favorecer al rendimiento económico de una empresa.
– Atrae las inversiones responsables y facilita el acceso a nuevas fuentes de financiación, pues la circularidad altamente valorada por los inversores en la actualidad.
– Genera mayor seguridad en la cadena de suministro, dado que la economía circular no depende de materiales vírgenes que pueden sufrir periodos de escasez o volatilidad de precios. De esta manera se reducen riesgos.
– Aumenta la innovación y el surgimiento de nuevas líneas de negocio. Los modelos de negocio circulares favorecen la innovación empresarial.
– Mejora de la reputación y la competitividad, y mayor interacción y satisfacción de clientes consumidores. La creciente concienciación ambiental ha hecho que los consumidores prefieran marcas sostenibles, lo cual hace que las empresas que apuestan por la circularidad, además de satisfacer al cliente, mejoren su reputación y competitividad.
En este panorama, a pesar del notable trabajo del sector público y privado en la economía circular, su implementación aún enfrenta una serie de desafíos y obstáculos. Entre ellos que el Perú aún no cuenta con una “Política nacional de economía circular” necesaria para abordar la implementación de la EC en todos los sectores. Del mismo modo, las campañas de sensibilización en economía circular, por parte del Gobierno hacia la ciudadanía, son pocas.
La economía circular es una oportunidad de desarrollo para el Perú. Mientras más empresas adopten este modelo, mayor impacto significativo habrá en el medio ambiente, de la mano con la mejora de su rentabilidad. Pero el llamado a la acción es para todos y todas. Desde casa u otro ámbito, comencemos por cambiar nuestros hábitos y cultura de consumo. Juntos, avancemos.
