Por Stakeholders

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POR HANS ROTHGIESSER – Miembro del Consejo Consultivo Stakeholders

Hay distintos estilos de liderazgo. Eso ya lo sabemos desde hace mucho, mucho tiempo. Muchos autores los han tratado de tipificar. El sicólogo Kurt Lewin, por ejemplo, hablaba de tipos de ambientes y de estilos de liderazgo. Está el líder autoritario, que tiene un control sobre sus pares y toma las decisiones de manera centralizada y muy frecuentemente por su cuenta. Funciona si tiene una visión clara del panorama. También está el líder participativo o democrático, que recibe las opiniones de todos y las toma en cuenta para tomar decisiones. Tiene la última palabra, pero distribuyen las responsabilidades entre todos. Funciona si se necesita un ambiente colaborativo. Está el líder laissez-faire, el líder visionario, el líder entrenador, etc. Hay líderes para todas las ocasiones.

Es tan simple como que no hay que contratar a un carpintero para que haga el trabajo de gasfitero. Hay distintos tipos de empresas, hay distintos retos, hay distintos tipos de equipos a ser liderados, hay distintos tiempos, etc. Es ridículo pensar que un solo líder podrá ser ideal para todas las opciones. Que haber sido un buen gerente general te hace necesariamente un buen ministro de economía. Y, sin embargo, esa es justamente la justificación para sustentar el apoyo a algunas figuras que sobresalieron en el mundo empresarial para que ostenten puestos de alto vuelo en el gobierno. Siempre con resultados desastrosos.

Cuando Pedro Pablo Kuczynski estaba postulando se hablaba con mucha alegría de la necesidad de que el país tenga un “presidente gerente”. Y, ciertamente, cuando ganó puso en ministerios y en cargos claves a personalidades que venían del mundo empresarial. Y fue un desastre. Lo siento, lo fue. Para muchos analistas políticos, el inicio de la crisis política actual se dio en ese momento. Y bien podría serlo. Un Gobierno que había prometido relanzar el milagro económico peruano sería liderado por un economista de primera que puso a otro economista de primera de ministro de economía y a otro economista más de primera de primer ministro. Pero no sirvió. No se solucionaron los problemas que los empresarios reclamaban.

El alemán Lewin -catalogado como uno de los sicólogos más influyentes del siglo pasado- comenzó a publicar su material sobre distintos tipos de liderazgos en la década de 1930. Pero, así como los políticos con sesgo opuesto al libre mercado ignoran u obvian todos los conocimientos económicos de las últimas décadas, porque se creen superiores y soberbiamente retan a la ciencia económica proponiendo políticas económicas disparatadas que llevan a hiperinflaciones y desempleo desbocado, los economistas y ejecutivos empresariales peruanos que entran a política no están muy lejos.

De igual manera se imaginan superiores al conocimiento establecido y de igual manera hacen lo que les recomiendan no hacer. Que un buen gerente no hará un buen ministro. Eso las ciencias políticas lo tienen clarísimo. La sicología también. Quizás haya habido casos excepcionales de ejecutivos que además tenían las habilidades necesarias para ser buen político. Por supuesto que los hay. Pero son casos excepcionales.

De igual manera se imaginan superiores al conocimiento establecido y de igual manera hacen lo que les recomiendan no hacer. Que un buen gerente no hará un buen ministro. Eso las ciencias políticas lo tienen clarísimo. La sicología también. Quizás haya habido casos excepcionales de ejecutivos que además tenían las habilidades necesarias para ser buen político. Por supuesto que los hay. Pero son casos excepcionales.







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