Por Gisella Aragón Peñaloza y José Luis Ruiz Pérez - Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacifico

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El cambio climático y los cambios en la disponibilidad de agua nos plantean una agenda desafiante para la administración de los recursos hídricos en el futuro. Una respuesta efectiva a los desafíos es incorporar los principios de economía circular a la gestión del agua. 

La economía circular del agua abandona el paradigma lineal que extrae agua de la naturaleza, la prepara y distribuye para su uso, la recolecta después del uso y encuentra la forma de devolverla a la naturaleza (tratada o sin tratar). La economía circular exige pensar en formas de ser eficientes en el uso, recuperar y reutilizar recursos y restaurar los sistemas naturales que nos suministran agua hoy y en el futuro.

Construir una economía circular del agua en el Perú implica aprovechar las oportunidades de convertir los residuos en recursos, y la maximización de sus usos en el tiempo. Se genera un espacio importante para la creación de nuevos negocios y empleo, la motivación para la innovación y adopción de tecnologías sostenibles y el establecimiento de alianzas público-privadas.

Un primer punto a considerar es nuestra situación de partida. Frente a la escasez y contaminación del agua en diversas áreas de nuestro territorio y el déficit en la provisión de agua potable y saneamiento es importante que los nuevos proyectos de infraestructura consideren la circularidad en el uso del agua. Asimismo, la infraestructura del sector requiere actualizaciones y mejoras para garantizar la distribución eficiente y segura del recurso hídrico. En particular, muchas plantas de tratamiento de aguas residuales, que serían la piedra angular para promover el reúso del agua, se encuentran desbordadas por la necesidad de atender caudales muy superiores a aquellos para las que fueron construidas. Por último, hay un trabajo pendiente en generación de conciencia sobre la importancia de la gestión sostenible del agua y la economía circular a nivel de consumidores y empresas.

El tratamiento de aguas residuales genera posibilidades de negocios muy atractivas y, por ende, es una potencial palanca para impulsar el empleo en los sectores relacionados. El agua tratada puede ser reutilizada para la agricultura y diversos procesos industriales, reduciendo costos de manera significativa. Asimismo, la recuperación de aguas residuales da lugar a la generación de materiales y nutrientes, fuentes relevantes para la generación de energía, y la producción de biosólidos y fertilizantes, requeridos para un desarrollo eficiente y ambientalmente sostenible en diversas actividades económicas.

«El tratamiento de aguas residuales genera posibilidades de negocios muy atractivas y, por ende, es una potencial palanca para impulsar el empleo en los sectores relacionados».

Para dinamizar el sector existen cambios normativos que deben ser considerados. Por ejemplo, establecer niveles de calidad realistas y adecuados para el destino del agua tratada (riego de áreas verdes, riego de diversos tipos de cultivo o procesos industriales), mejorar en la fiscalización de quienes hoy usan aguas residuales sin autorización y ajustar la retribución por uso de aguas naturales a su nivel de escasez relativa para facilitar que el usuario esté dispuesto a pagar por el agua tratada. Asimismo, se debe facilitar que las Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento obtengan ingresos adicionales a partir del aprovechamiento de subproductos del tratamiento de las aguas residuales como el compost y el biogás.

El Perú tiene la oportunidad de adoptar tecnologías innovadoras para el tratamiento y reutilización del agua, lo que puede mejorar la eficiencia y reducir la contaminación. Tecnologías como sistemas de tratamiento con plantas macrofitas o sistemas de tratamiento con lombrices de tierra pueden ser consideradas para operaciones de pequeña y mediana escala. El sector privado es un actor clave para impulsar esta innovación y desarrollo de tecnologías. Desde brindar y atraer financiamiento para fomentar innovación hasta participar en alianzas público-privadas que permitan emprender proyectos, respaldar negocios e invertir en infraestructura. Así será posible transformar el sector y garantizar la producción, distribución y sostenibilidad necesaria para dar agua de calidad a todos los peruanos.







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