Por Andrea Lazarte - Profesora Investigadora Centrum PUCP

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El clima de nuestro planeta está cambiando a un ritmo alarmante y es que el cambio climático ya dejó de ser un problema del futuro, sino una realidad actual. En este contexto, donde la pérdida de biodiversidad, la degradación de los ecosistemas terrestres y acuáticos, y el agudizado cambio climático amenazan la sostenibilidad del planeta, resulta urgente repensar el rol del sector empresarial en países altamente emprendedores como el Perú. A pesar de los avances de algunas empresas en materia ambiental, la sostenibilidad sigue siendo un privilegio de pocos, especialmente cuando hablamos de las micro y pequeñas empresas (MYPEs), que representan más del 99 % del tejido empresarial peruano.

En los últimos años, el Perú ha retrocedido en su avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ubicándose en el lugar 65 (sobre un total de 166 países), según el último reporte del Índice ODS del año 2022. Las causas son múltiples, pero entre ellas destaca la débil articulación entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental. La Amazonía peruana, una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta, sufre los embates de actividades extractivas desreguladas, mientras que los efectos del cambio climático ya impactan a comunidades vulnerables y a sectores clave como la agricultura.

«En los últimos años, el Perú ha retrocedido en su avance hacia los ODS, ubicándose en el lugar 65 (sobre un total de 166 países)».

El empresariado no puede ser ajeno a esta realidad. Y aunque iniciativas como Perú Sostenible muestran que un sector privado más consciente es posible, aún predomina una visión cortoplacista en muchas organizaciones, que prioriza resultados financieros sobre impactos sociales y ambientales. Consecuentemente, para realmente evitar un cambio climático catastrófico, es crucial que los gobiernos, no solo el del Perú, sino los del mundo, trabajen juntos para reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, que son los generadores de la alarmante situación de cambio climático. El objetivo es mitigar el calentamiento global y garantizar un futuro sostenible para todos.

Para alcanzar este nuevo estado, se requiere de un cambio de paradigma con distintas líneas de acción. Primero, educación ambiental y empresarial con enfoque en sostenibilidad, desde las aulas escolares hasta los programas de posgrado. Un emprendedor o ejecutivo que no comprenda el vínculo entre biodiversidad, recursos naturales y viabilidad de negocio, difícilmente tomará decisiones responsables. Segundo, acceso a financiamiento verde para emprendimientos con impacto ambiental positivo. Hoy, muchas MYPEs o emprendimientos con modelos de negocio con propósitos ambientales no acceden a capital por falta de garantías o apoyo institucional. Tercero, una institucionalidad fuerte y alineada con la Agenda 2030, que no solo promueva normativas ambientales, sino que articule a los distintos actores —Estado, empresas, academia y sociedad civil— en torno a una visión común de desarrollo sostenible.

El sector empresarial peruano tiene una oportunidad histórica: asumir un rol protagónico en la lucha contra el cambio climático y en la conservación de nuestra biodiversidad. Para ello, es fundamental que cada negocio —desde una startup tecnológica hasta una gran empresa— comprenda que el crecimiento económico no puede darse a costa del entorno natural. Muy por el contrario, la competitividad futura dependerá, en gran medida, de la capacidad que tengan las empresas para adaptarse a los desafíos ambientales y responder a una ciudadanía cada vez más consciente.

Hoy, más que nunca, la sostenibilidad no es una opción. Es un imperativo ético, económico y estratégico. La pregunta ya no es si debemos actuar, sino cómo lo haremos. Y en ese camino, el liderazgo empresarial responsable será decisivo.







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