
Vivimos en un contexto complejo en torno a la sostenibilidad a nivel global y Latinoamérica no es la excepción. Este panorama demanda mayor claridad e innovación en la vinculación entre sostenibilidad, negocio y finanzas para lograr ampliar y escalar el financiamiento privado.
Uno de los instrumentos que por su naturaleza constituye una oportunidad clave para abordar los desafíos actuales es la deuda vinculada a la sostenibilidad (en inglés, Sustainability-Linked Financing, SLF). Es un tipo de instrumento financiero en el cual las condiciones del financiamiento —como la tasa de interés o el costo del crédito— están directamente vinculadas al desempeño ambiental, social y de gobernanza (ESG) de la empresa o entidad receptora del financiamiento. Algunas características clave incluyen:
– No se destina a un proyecto específico: A diferencia de los bonos / préstamos verdes, este tipo de financiamiento no se destina necesariamente a proyectos sostenibles. Puede usarse para fines generales de la empresa, pero está condicionado a que la empresa cumpla ciertos objetivos sostenibles.
– Indicadores clave de desempeño (KPIs): Se establecen métricas claras y medibles (por ejemplo, reducción de emisiones de CO₂, reducción del uso de agua, o mejora en diversidad e inclusión laboral).
– Objetivos de sostenibilidad (SPTs): Son las metas específicas que la empresa se compromete a alcanzar dentro de un plazo determinado. Estos objetivos deben ser ambiciosos y alineados con estándares internacionales.
– Incentivos o penalizaciones: Si la empresa alcanza o supera los objetivos sostenibles, puede beneficiarse de una reducción en la tasa de interés. Si no los cumple, puede enfrentar un aumento en los costos del financiamiento.
«Uno de los instrumentos que por su naturaleza constituye una oportunidad clave para abordar los desafíos actuales es la deuda vinculada a la sostenibilidad».
Ahora bien, una condición clave para que este instrumento interese a las empresas es que exista un mercado de inversionistas que incluyan estos incentivos en su portafolio, pues solo de esa forma el nivel de incentivos se hace competitivo y más atractivo. Frente a ello, si bien el mercado peruano tiene como expectativa conectar con fondos internacionales que tengan priorizados los objetivos de sostenibilidad, la realidad es que cualquier gestor de activos de nuestro país puede constituir un fondo sostenible y acceder de forma directa a inversionistas con este enfoque.
Dada la necesidad de dar a conocer el proceso por el cual un gestor de activos puede constituir un fondo temático, el Banco Mundial impulsó la iniciativa de desarrollar una guía práctica para Fondos de Deuda Sostenible, que estuvo a cargo de ERM. Se trata de un documento de referencia publicado por la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV), el cual ofrece lineamientos para la estructuración de instrumentos financieros sostenibles adaptados al contexto peruano. Esta guía proporciona a gestores de fondos, inversionistas y prestatarios un marco práctico para integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en sus decisiones de financiamiento.
La guía incluye una hoja de ruta detallada con los pasos clave para definir el tipo de fondo, establecer criterios de elegibilidad para prestatarios, seleccionar el etiquetado apropiado (uso de recursos, vinculados a sostenibilidad o híbridos), y aplicar procedimientos de gobernanza, monitoreo y reporte. También ofrece recomendaciones alineadas con estándares internacionales, adaptadas a la realidad local, e incorpora ejemplos y buenas prácticas para el desarrollo de soluciones financieras que generen tanto rentabilidad como impacto positivo.
Próximamente se estará lanzando el primer fondo vinculado a la sostenibilidad en el mercado peruano, como parte de la iniciativa del Banco Mundial. Desde ERM confiamos en que esta primera experiencia abrirá una gran oportunidad para empresas que se encuentran en crecimiento y que con los incentivos adecuados podrán también podrán incorporar metas de sostenibilidad alineadas a su negocio.