Andrea Serrudo
Consultora de Sostenibilidad y Asuntos Públicos
En 2021 se cumplen 200 años de la independencia del Perú, motivo de celebración, pero también momento clave para reflexionar -como sociedad- si estamos donde pensábamos estar.
Una pandemia nos mostró dos caras de un mismo país. De un lado, aquel Perú con una reducida capacidad de servicios de salud, un sector empresarial informal -y, por tanto, débil-, con índices de pobreza y desempleo en aumento, con acceso restringido a servicios básicos, con escasez de alimentos y una gobernanza institucional marcada por altos índices de corrupción. Y de otro lado, un Perú unido, solidario, creativo, comprometido, emprendedor y con espíritu colaborador: características y valores que son el punto de partida para sentar las bases de una nueva visión país, y ser más que solo la mejor hinchada de un mundial de fútbol.
Afortunadamente ya se ha dado un primer paso a través del Proyecto Especial Bicentenario, que busca rescatar la historia del Perú y fortalecer la identidad cultural con miras a un país cohesionado, sin corrupción, sostenible e inclusivo. Como parte de los medios para lograrlo, se creó el Cuerpo de Voluntarios del Bicentenario, un grupo de ciudadanos peruanos de diversas edades que vienen ayudando con la implementación de la ambiciosa agenda del Proyecto. Si bien su creación respondía específicamente a este fin, debido al estado de emergencia, redireccionó sus esfuerzos para brindar soporte a casi 200 mil personas en situación de vulnerabilidad, entre los que se encuentran adultos mayores y personas con discapacidad.
Esto último nos hace mirar al voluntariado desde una óptica diferente, evolucionando desde una perspectiva filantrópica, hacia una herramienta sólida para rescatar el sentido de pertenencia y, sobre todo, de empatía. Es quizás la oportunidad para hablar de un voluntariado nacional permanente, que continúe con la labor del Cuerpo de Voluntarios del Bicentenario, traspasando la barrera de 2021, y apuntando al cumplimiento de objetivos de la Agenda 2030.
Construir una visión país no es tarea fácil e involucra a todos, al Estado, a las empresas y a la sociedad en su conjunto. El tener un voluntariado nacional no exime al sector privado de participar, todo lo contario, es una invitación abierta a sumarse y, con ello, la gran oportunidad de articular sus planes de responsabilidad social con la agenda país. Cabe resaltar que “las acciones de voluntariado no son un fin en sí mismo, sino que representan un medio de implementación clave para atender a los desafíos sociales, mejorando las condiciones de las personas, de los propios voluntarios, de sus familias, de sus instituciones y de sus comunidades” (PNUD, 2018. 1er Informe de Voluntariado Corporativo en el Perú)
Pensar en un país que todos queremos no puede quedar en una bella narrativa, debe estar sustentado en acciones concretas que lideren ese cambio. Pequeñas acciones que generen grandes cambios bajo un trabajo articulado y desinteresado serán la base para armar un rompecabezas llamado Perú.