


POR CLAUDIA A. DRAGHI RAMAT – Directora de Programas Ejecutivos en Minding
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”. (Antoine de Saint-Exupéry)
Estamos en la era de la “Economía del Propósito” en la que generar riqueza es tan importante como construir equipos y organizaciones con un sentido claro de contribución.
Un error muy frecuente es confundir un objetivo o una meta ambiciosa con propósito. Para no caer en ello, debemos entender que gestionar personas y coordinar acciones hacia el logro de un objetivo común, es la base para un liderazgo efectivo. Sin embargo, si queremos movilizar voluntades y convicciones, esto solo será posible teniendo claridad de propósito y con la certeza de que nuestro trabajo no solo aporta en nuestro bolsillo, si no que contribuye en nuestro entorno, la sociedad y el mundo.
Cuando cada individuo en el equipo logra responder a la pregunta: ¿cómo mi trabajo contribuye en mi vida y en la vida de otros (más allá del dinero)? Entonces podrá encontrar las formas de reinventarse ante los retos de la gestión para avanzar en su ruta de búsqueda y construcción de propósito, convirtiéndolo en el norte y brújula de avance.
Un líder con propósito entiende que su labor no se trata de su objetivo o su meta. Entiende bien que los logros, su área, su equipo y él mismo están al servicio de algo más grande. Por lo tanto, entiende que el poder que le da la jerarquía existe para contribuir y servir a las personas y no para servirse de ellas. Un líder con propósito busca multiplicar el poder influyendo positivamente para fomentar el desarrollo de sus seguidores, convirtiendo su vida y su gestión en un fluir de aprendizaje infinito que produce la máxima influencia e impacto.
Por un lado, Simon Sinek en su libro Start with why explica que todo cambia cuando logramos encontrar el sentido de vida que nos empuja y motiva a hacer las cosas. Por otro lado, la filosofía oriental del IKIGAI habla del poder sanador de una vida con sentido. Sin embargo, más allá de la filosofía o corriente de pensamiento, necesitamos entender que el propósito debe contener esa mezcla poderosa y perfecta de nuestros intereses, aspiraciones y talentos al servicio del mundo de forma que logremos contribuir y generar valor en nuestro entorno.
Unir diferentes propósitos e intereses en una causa común es un tema por demás complejo, y ahí recae el principal reto del liderazgo en la actualidad. Si bien no existe una receta para lograrlo, creo que más allá de competencias o habilidades, una característica intransable en un líder que busca trascender y dejar un legado es la coherencia.
Cuando nuestras palabras y acciones están alineadas, nos convertimos en personas creíbles y confiables. Es evidente que nos vamos a equivocar, que tendremos desacuerdos y surgirán desafíos, pero cuando sé qué esperar y qué no esperar de mi líder, entonces estoy abierto a aprender de sus fortalezas y complementar sus debilidades, ya que tengo la firme convicción de que no se trata de mí, sino de algo más grande que yo.