
Hablar de inteligencia artificial dejó de ser un ejercicio futurista. La IA ya está aquí, impactando la forma en que aprendemos y trabajamos. Pero mientras la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, la pregunta incómoda es si los (futuros) profesionales están realmente preparados para aprovechar su potencial y competir en un mercado laboral en constante transformación.
Los datos son reveladores. Según el primer reporte de la Inteligencia Artificial en educación superior en el Perú, realizado por uDocz, un 97 % de los estudiantes universitarios reconoce que la IA será una herramienta fundamental en su futuro laboral. No obstante, cuatro de cada cinco no se sienten preparados para usarla de manera efectiva en un entorno profesional. Esta brecha es el reflejo de la urgencia que tenemos para integrar las habilidades digitales en la formación de los profesionales del futuro.
La falta de preparación de los actuales estudiantes se refleja en su percepción sobre la educación que reciben. Un 66 % de los jóvenes considera que la enseñanza de habilidades en IA debería ser obligatoria en todas las carreras. Para ellos, dominar estas tecnologías es un estándar de competitividad profesional y una herramienta para mejorar la calidad de su educación.
«Las universidades, por su parte, deberían invertir en la formación de sus docentes e incorporar herramientas pedagógicamente comprobadas, que ayudan a docentes y estudiantes».
Los docentes, por su parte, también enfrentan desafíos. Aunque más del 91 % ha incorporado herramientas de IA en sus clases, solo el 47 % afirma tener un dominio sólido sobre ellas. La principal barrera no es la falta de interés, sino la ausencia de capacitación y el poco tiempo disponible para aprender y aplicar estas nuevas metodologías. Tanto estudiantes como docentes coinciden que el cambio necesita ser apoyado por la misma institución. Este panorama demuestra que la integración efectiva de la tecnología requiere un enfoque sistémico que involucre a todos los actores del ecosistema educativo.
Ante este panorama, es vital desarrollar una estrategia integral que prepare a los futuros profesionales para el mercado laboral. Esto no es solo una tarea académica, sino una inversión en la competitividad y la equidad del país. El Estado podría actuar como un articulador que impulse políticas educativas inclusivas. Las universidades, por su parte, deberían invertir en la formación de sus docentes e incorporar herramientas pedagógicamente comprobadas, que ayudan a docentes y estudiantes, para que las habilidades digitales se potencien y alineen con las demandas del mercado.
Los nuevos entornos laborales (y más aún, el futuro de estos) requerirá habilidades técnicas, conocimiento de tecnologías y un uso ético que acompañe e impulse; a la vez, pondrá en valor las habilidades humanas, como el pensamiento crítico, la creatividad y la empatía. Preparar a los profesionales del futuro significa dotarlos de fluidez en el lenguaje digital, desde su formación, sin descuidar la dimensión humana. Cerrar esta brecha digital es fundamental para asegurar que las próximas generaciones de profesionales puedan competir en el mercado laboral global. Las instituciones de educación superior que asuman este desafío hoy, marcando la diferencia en la formación del talento del mañana, será la que lidere el camino hacia un futuro más próspero e inclusivo.