Por ALFREDO ESTRADA MERINO - Director de ATC-Impactahub

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El cambio climático es el desafío más complejo de enfrentar y gestionar en las agendas locales e internacionales. Este año, el reporte de riesgos globales elaborado por el World Economic Forum establece que el principal riesgo con impacto mundial es el ambiental, tanto en el corto plazo (2 años) como en el largo plazo (10 años); este dato se sustenta, además, con el 66 % de los encuestados en el reporte, quienes califican a los climas extremos y alteraciones ambientales como el principal factor de alta probabilidad en ocasionar una crisis material a escala mundial.

Así, la preocupación por la sostenibilidad ambiental ha generado que el ecosistema empresarial tome acción, buscando atender a un mercado cada vez más consciente con el impacto que sus decisiones de consumo generen al planeta. En este contexto, los emprendimientos se convierten en un mecanismo vital, dado su dinamismo y resiliencia para acelerar los cambios estructurales que requieren las sociedades, mediante la creación y escalamiento de ideas de negocio. Esto se relaciona con lo que señala el reporte Global Entrepreneurship Monitor 2023/2024, el que establece que al menos 1 de cada 2 emprendimientos (nuevos y existentes) de veintisiete economías del mundo cuentan con medidas empresariales para minimizar impactos ambientales, contribuyendo así con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 6 (Agua limpia y saneamiento), 7 (Energía asequible y no contaminante), 13 (Acción por el clima) y 14 (Vida submarina).

Esa resiliencia, que caracteriza a la actividad emprendedora, la dota de ventajas para su diversificación que, en el marco de un rápido desarrollo de tecnologías, impulsa una transformación de triple impacto en la comunidad, generando beneficios derivados de la toma de decisiones medioambientales más sostenibles. Algunos ejemplos, como los modelos de negocio Product as a service (PaaS), Mobility as a Service (MaaS), entre otros, aceleran el uso responsable de recursos, disminuyendo desplazamientos, emisiones, espacios e impulsando comunidades sostenibles.

«Los emprendimientos se convierten en un mecanismo vital, dado su dinamismo y resiliencia para acelerar los cambios estructurales que requieren las sociedades».

En ese sentido, los emprendimientos tecnológicos tienen tanto la oportunidad como el compromiso de implementar estrategias en las que la Inteligencia Artificial (IA), por ejemplo, sea parte de sus propuestas de valor y sean herramientas poderosas para combatir los efectos del cambio climático. Esto se viene logrando poco a poco a nivel global; tal como lo señala Victoria Masterson, escritora sénior de Forum Agenda, quien presenta en un artículo publicado en enero de este año casos importantes de cómo la IA tiene un potencial transformador que coadyuve a las ambiciones climáticas. La capacidad de cartografiar icebergs en imágenes de satélite; el mapeo de los impactos de las deforestaciones; el análisis para la mejora e incremento de modelos de gestión de residuos; la mejora en la predictibilidad de desastres ambientales; y la aceleración en la descarbonización de la industria metalúrgica y minera son ejemplos en los que hoy startups y emprendimientos emergentes están trabajando, contribuyendo con 4000 millones de personas que viven en el mundo en situación altamente vulnerable a los cambios ambientales.

En conclusión, nos enfrentamos a un escenario de gravedad planetaria muy complejo que requiere, además, de mecanismos de cooperación más eficientes y de una gobernanza y justicia climática equitativa, de la inserción de la actividad emprendedora tecnológica y sostenible. Esto debe implementarse desde un enfoque estratégico basado en cuatro pilares: primero, la gestión del conocimiento para las tecnologías sostenibles; segundo, el fortalecimiento del liderazgo digital emprendedor; tercero, el desarrollo de talento especializado en negocios y emprendimientos digitales de impacto; y, por último, el fortalecimiento y consolidación de una cultura de innovación tecnológica ética y responsable. La IA vino para quedarse, hagámosla parte de la economía digital de impacto, que hoy el planeta necesita.







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