Por Jorge Melo Vega Castro - Presidente de Responde

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Para comprender las finanzas sostenibles, podemos aproximarnos a ellas desde diferentes perspectivas. Estas incluyen decisiones de inversión que consideran factores ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), bonos verdes y sociales, proyectos de infraestructura sostenible, inversiones con impacto social y ambiental, microfinanzas, sostenibilidad tributaria, entre otros. El mundo de las finanzas ha sabido adaptarse a modelos de gestión que priorizan los riesgos ASG, y sus profesionales se han convertido en actores clave al liderar los criterios de gobernanza en estos entornos.

En nuestro medio, las referencias a las finanzas sostenibles aún no alcanzan el nivel de madurez de mercados más desarrollados. Sin embargo, si nos enfocamos en nuestra realidad, encontraremos avances notables en conocimiento y productos valiosos para nuestra sociedad, que próximamente tendrán un gran impacto en la mejora económica de los grupos más vulnerables.

Lo más sostenible que puede ocurrir con las finanzas es que sean comprendidas por todos. No debe ser un tema ajeno al ciudadano común, ya que es la fórmula para organizar su economía personal y su futuro familiar. De ahí la importancia de la educación financiera, que permite a los ciudadanos acceder en mejores condiciones al sistema financiero y convertirse en “sujetos de crédito”, es decir, reunir los atributos que los hacen merecedores de confianza. Entender y proyectar los ingresos y gastos, y depositar su dinero en el sistema, aunque sea escaso, les ayudará a proyectar un mejor futuro.

«Lo más sostenible que puede ocurrir con las finanzas es que sean comprendidas por todos. No debe ser un tema ajeno al ciudadano común».

En nuestro país, la economía es mayoritariamente informal; el empleo y la fuente de ingresos son informales y se realizan principalmente en efectivo. Esta es una solución práctica e inmediata, pero no ayuda a los individuos a formar parte de una auténtica ciudadanía. Estar fuera del sistema financiero implica que, en caso de necesitar crédito, tendrán que recurrir a préstamos de alto riesgo y costo elevado, lo que complicará aún más su situación económica.

La digitalización, como prometía, es un gran acelerador y ahora ofrece un nuevo escenario para las finanzas inclusivas mediante las billeteras digitales. Para ello, es necesario contar con una conexión de telefonía móvil y un documento de identidad, lo que permite a los ciudadanos vincularse al sistema bancario y prescindir del dinero en efectivo. En nuestro país, contar con Yape, Plin o Bim permite que la mayoría de los ciudadanos puedan realizar transacciones accediendo a la interoperabilidad bancaria, usando cada vez menos efectivo y aumentando el número de transacciones. Vemos cómo circula el dinero en bodegas, vendedores ambulantes, limosnas en iglesias, heladeros, hasta mendigos; ante escenarios impensados, ya no hay limitaciones por la falta de efectivo.

El Internet de las cosas, los aportes en programas sociales, los dispensadores de dinero, etc., son escenarios que se han transformado en los últimos cinco años. Recientemente, el BCRP ha señalado que las billeteras digitales ya compiten con los billetes en todo el país, y los bancos están ofreciendo microcréditos con tasas de interés muy bajas y microseguros, respaldados por el historial de transacciones de los usuarios. Asimismo, estas plataformas digitales ya ofrecen servicios para ordenar el registro de operaciones y flujo de caja en pequeños negocios que antes solo operaban con efectivo.

El impacto de las billeteras digitales en países con baja bancarización ha sido revolucionario. Sin embargo, es crucial fomentar la educación financiera para fortalecer la capacidad de los ciudadanos en su uso. Los bancos están contribuyendo significativamente al enriquecer estas plataformas con una variedad de productos financieros.







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