Por: Baltazar Caravedo
Miembro del Directorio Caravedo, Tejada, Cuba (CTC) Consultores
En los últimos años hemos sido testigos de algunos hechos que ponen en evidencia el deterioro de varios de los aspectos que están en la base de la configuración de la sociedad peruana. Se puede destacar la pérdida de credibilidad del sector privado debido a su comportamiento relacionado a la empresa Odebrecht y sus actos de trasgresión y corrupción en asociación con funcionarios públicos; la falta de humanidad expresada en el incendio y muerte de dos trabajadores de una empresa ubicada en las galerías Nicolini; la instalación de vínculos sádicos y perversos que se han puesto al descubierto con la ola de feminicidios desatada en Lima y otros lugares del país; la corrupción del sistema encargado de asegurar la justicia, lo que se ha evidenciado a partir de los audios entre jueces supremos y personajes públicos o políticos y empresarios; la disminución o deterioro de la calidad educativa impartida desde los colegios, escuelas y universidades; la deslegitimación de los partidos políticos y sus voceros, hoy desvinculados de las necesidades y demandas de la sociedad; entre otros múltiples procesos y dinámicas de la vida cotidiana que expresan la contradicción e insania de nuestra identidad. No se trata de hechos aislados o inconexos, se tratan de hechos que expresan un problema sistémico y estructural grave.
Abordar estos aspectos de manera fragmentada no constituye un camino a la solución, sino, probablemente, el agravamiento de su manifestación. Intentar trabajar coherentemente sobre esta dinámica, desde mi punto de vista, requiere en primer lugar identificar los sujetos, las instituciones y los sistemas desde los cuales se originan los sentidos y las prácticas que se plasman, es decir, el sistema madre: la escuela y los centros educativos en general; las empresas; las organizaciones no empresariales que se despliegan en diversos campos; los medios de comunicación; y las entidades públicas desde las cuales se manifiestan los gobiernos.
En segundo lugar, se necesita diseñar una estrategia de transformación de las organizaciones que se ubican en diferentes dimensiones o planos con el concurso de diferentes fuentes y medios de conocimiento, distintas profesiones y especialidades, coordinadas por una visión tras disciplinaria que haga posible establecer el patrón reproductivo de la sociedad y el sistema. En tercer lugar, es necesario alentar la emergencia de emprendimientos que redefinan el patrón de vínculos y la subjetividad nacional. Un propósito tan grande requiere de una alianza entre actores diversos, haciendo causa común sabiendo que lo que impulsan siempre corre el riesgo de su desactivación o colapso.
A modo de sugerencia, se podría potenciar empresas que resuelvan problemas sociales y/o ambientales, y amplíen su propósito sin limitarlo a solo hacer utilidades; propiciar una formación sistémica y tras disciplinaria en las escuelas y universidades, conociendo la complejidad mediante la cual se manifiesta la realidad, desmontando la fragmentación y la lógica lineal hoy predominante; generar espacios de colaboración y acercamiento afectivo entre entidades que provienen de distintas historias, etnias, culturas, y lenguas; ampliar y desconcentrar el contenido de los medios de información para que se escuchen distintas voces, se incorporen diferentes miradas; transformar las entidades públicas para que faciliten el proceso y contribuyan al encuentro de todos los peruanos.