
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 (ODS 3) busca garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades. En este marco, el acceso a servicios de salud de calidad se convierte en una meta impostergable, particularmente para los pacientes oncológicos, cuya atención requiere un enfoque integral, continuo y humanizado. En el Perú, la situación es especialmente desafiante: cada año más de 72 mil personas son diagnosticadas con cáncer, y el 70% de casos se detectan en etapas avanzadas debido a la limitada cobertura de tamizaje, las brechas en infraestructura hospitalaria y la centralización de servicios en Lima.
El cáncer no solo impacta la salud física; también transforma radicalmente la vida social, emocional y económica de los pacientes y sus familias. El costo de los tratamientos, los viajes desde provincias hacia los hospitales de referencia y la necesidad de cuidados prolongados ponen en riesgo la continuidad del tratamiento y, en muchos casos, conducen al abandono. Esta realidad demuestra que hablar de “servicios de salud de calidad” implica mirar más allá del diagnóstico y la quimioterapia: supone integrar aspectos de soporte nutricional, acompañamiento psicológico, rehabilitación, educación, emprendimiento o empleabilidad.
En este contexto, el modelo de atención integral implementado en espacios como el Albergue Frieda Heller de la Fundación Peruana de Cáncer constituye un ejemplo concreto de cómo el ODS 3 puede aterrizarse en acciones tangibles. Allí, los pacientes pediátricos y sus cuidadores reciben no solo alojamiento seguro durante su tratamiento, sino también programas complementarios que marcan la diferencia en su recuperación y calidad de vida. Iniciativas como la continuidad educativa para niños hospitalizados, los talleres de habilidades para la vida, el acompañamiento nutricional y psicológico, y la formación en empleabilidad y emprendimiento para los padres son piezas clave de un abordaje centrado en la persona.
Los indicadores de impacto son claros: mayor adherencia al tratamiento, reducción del abandono oncológico, mejoras en el estado nutricional y emocional, así como un fortalecimiento del entorno familiar. Estos resultados reflejan que garantizar servicios de salud de calidad requiere un enfoque interdisciplinario donde colaboren médicos, psicólogos, nutricionistas, trabajadores sociales, voluntarios y aliados estratégicos del sector privado y académico. El acceso, por tanto, no debe limitarse a abrir las puertas de un hospital, sino a asegurar que el paciente y su familia cuenten con las condiciones necesarias para transitar el duro camino del cáncer con dignidad.
De cara al 2030, el desafío para el Perú y la región es reducir las inequidades en el acceso oncológico, descentralizar los servicios, invertir en prevención y detección temprana, y consolidar alianzas que permitan financiar modelos sostenibles de atención integral. La lucha contra el cáncer es una responsabilidad colectiva que demanda políticas públicas robustas, innovación social y un compromiso activo del sector privado.
En última instancia, avanzar hacia el cumplimiento del ODS 3 significa reconocer que cada paciente oncológico tiene derecho no solo a sobrevivir, sino a vivir con calidad, esperanza y acompañamiento. Hacerlo posible es, sin duda, un imperativo ético y social.
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