Por Stakeholders

Lectura de:

Fiorella Sifuentes Battistini

Coordinadora en Responde


De acuerdo con el Ministerio del Ambiente (MINAM), cada año se genera en promedio siete millones de toneladas de residuos sólidos en las zonas urbanas de nuestro país. De estas, 1.3 millones de toneladas son reaprovechables; pero únicamente el 1.9 %, es decir 24,700 toneladas, son realmente recuperadas.

 

Según un estudio realizado por la Dirección General de Residuos Sólidos del Ministerio del Ambiente en el 2017, Lima y Callao generan aproximadamente la mitad de las toneladas totales de residuos generados en el país al año. En la capital, los desechos orgánicos son los más frecuentes (53 %), seguidos por el plástico (11%); asimismo, éste último representa el 46 % de los residuos totales encontrados en las playas.

Durante los últimos años hemos empezado a observar las consecuencias que supone el mal manejo de los residuos en nuestras ciudades. La falta de espacio en los rellenos sanitarios, los desechos acumulados en zonas urbanas, la desaparición de ecosistemas y hábitats naturales, la afectación en la salud de las personas y la contaminación de los océanos; reclaman cada vez más la atención y preocupación de la población y mirar a nuevas soluciones cómo lo es el reciclaje.

La falta de reciclaje en el país se debe, entre otras cosas, a la insuficiencia de plantas de tratamiento de residuos, la deficiencia de los programas de reciclaje dentro de los planes de trabajo de los gobiernos, la mínima cantidad de normas reguladoras y la poca conciencia ambiental en los ciudadanos.

Conductas ciudadanas para una vida mejor

En diciembre del 2017, el Ministerio del Ambiente (MINAM) publicó el Reglamento de la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos, ley que busca minimizar la generación de residuos, promover su recuperación y valorización a través del reciclaje de vidrios, metales, plásticos y otros, y la conversión de residuos orgánicos en compost. Del mismo modo, recientemente fue aprobada la Ley de Plásticos, que prohíbe el uso de plásticos de un solo uso y los recipientes o envases descartables de tecnopor para alimentos y bebidas de consumo humano.

Ambas leyes regulan en mayor medida al sector empresarial, que si bien tiene un gran potencial para disminuir los desechos e incrementar el reciclaje, no representa el mayor porcentaje de generación de residuos. Según el Ministerio del Ambiente, el 64 % de los residuos generados proviene de los hogares. Por otro lado, el Banco Mundial en su último informe What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050, presentado este año, señala que durante los próximos 30 años, la generación de desechos, ocasionada por la rápida urbanización y el crecimiento de las poblaciones, aumentará en un 70 % con respecto a los niveles actuales. Ante este problema, es necesario implementar medidas rigurosas y leyes que las acompañen.

Suiza, por ejemplo, logró con la implementación de medidas correctivas estrictas cambiar de manera radical la conducta de sus habitantes, dejando atrás una cultura de “tomar, usar y desechar”, y cultivando un enfoque sostenible desde el ámbito doméstico hasta la gestión empresarial. Durante los años ochenta, Suiza enfrentó una de las mayores crisis ecológica, sus ríos se encontraban contaminados de nitratos y fosfatos, sus tierras contaminadas con metales pesados y se generaban miles de toneladas de desechos al año. Frente a esto, el gobierno estableció el reciclaje obligatorio con una clasificación y segregación por contenedores exhaustiva, imponiendo multas que pueden llegar hasta los 10 mil euros. Gracias a ello, hoy en día son capaces de reciclar hasta el 90% de sus desechos totales.

Un punto fundamental, tanto para el caso de Suiza como para cualquier otro país que enfrente crisis ambientales -como lo es la creciente cantidad de desechos en nuestra ciudad- son las personas. Lograr que la comunidad se interese e involucre en temas ambientales es decisivo en la confrontación del problema. Cada acción de las personas conlleva impactos ambientales, desde la opción de compra hasta la disposición final de un producto. Por ello, es necesario imponer normas e incentivos que regulen la conducta de la sociedad para conducirla a buenas prácticas diarias.

Con el tiempo, el perfil del consumidor evolucionará hacia uno con enfoque sostenible, en principio cuidando su economía frente a posibles sanciones y luego, priorizando en su elección a empresas de productos y servicios con menor impacto negativo al ambiente. Esto a su vez, generará un cambio en el actuar de las empresas, quienes deberán modificar sus estrategias, según las nuevas regulaciones y cambios en el mercado.  Se trata de un círculo virtuoso, ya que el  trabajo de las empresas no es menor. Es necesario re direccionar su gestión hacia un enfoque sostenible, que incorpore a la economía circular1 como nueva estrategia de negocio, reuniendo esfuerzos más allá del cumplimiento de la legislación ambiental vigente; que, además, cultiven en sus clientes el factor ambiental, educándolos para conseguir que valoren su buena gestión y opten por sus productos y servicios en lugar de los ofrecidos por la competencia.

El mercado de residuos reciclables

El reciclaje es uno de los pilares de la economía circular, que no solo disminuye el impacto negativo en el ambiente y en la salud de las personas, sino que reduce los costos dentro de las empresas y genera oportunidades de negocio y empleo.

En el Perú, existen más de 100 mil familias dedicadas al reciclaje, segregación y comercialización en pequeña escala de residuos sólidos no peligrosos, ya sea de manera formal o informal. Oficio que, aunque aporte a la economía del país, no es reconocido como parte formal del sistema de limpieza pública, y bajo el cual es imprescindible mejorar las condiciones laborales en el sector, ya que para ser empleos verdes se deben cumplir con requisitos como trabajo decente, regulaciones para el trabajo infantil, salud y seguridad laboral, protección social y libertad de asociación.

Hacia la sostenibilidad

Atender el problema desde distintos frentes, creando sinergias multidisciplinarias que involucren al Estado, al sector privado y a la población; incluyendo un enfoque ambiental dentro del sistema educativo incorporando sanciones a los ciudadanos frente a malas prácticas actuales, regulando de manera eficiente a las empresas, generando incentivos regulatorios, entre otros, supondrá un cambio de escenario en donde se aprovecharán los beneficios de gestionar eficientemente los desechos generados, abrirá nuevas ofertas laborales y direccionará al país hacia la sostenibilidad.







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.