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La conquista del Perú fue motivada por la ilusión de interminables riquezas. La ambición por conquistar "El Dorado" permitía sobreponerse al miedo…

  
La conquista del Perú fue motivada por la ilusión de interminables riquezas. La ambición por conquistar "El Dorado" permitía sobreponerse al miedo a lo desconocido. Los tesoros de la conquista se acabaron pronto pero no la riqueza minera de los nuevos territorios. Desde entonces la actividad es asociada a la explotación y dominación.

La llegada de los españoles obliga a la reorganización de las actividades económicas en el espacio del imperio incaico. En pocas palabras, significó la destrucción de la economía campesina y del manejo de los pisos ecológicos que se desarrollaron, principalmente en la costa y sierra en el período pre-hispánico, por el traslado masivo de mano de obra para la mita minera.

Esto afectó el manejo del ciclo agrícola trayendo consigo hambruna y finalmente la crisis demográfica (combinación de hambre con nuevas enfermedades como la viruela) que obligó a traer esclavos. Si bien en el incario existió actividad minera, nunca se realizó con la intensidad y condiciones laborales que implantaron los conquistadores. Desde entonces la minería es asociada a una leyenda negra, que se trasmite de generación en generación.

Desde la Colonia la intensidad de la actividad minera en el Perú sigue los ciclos de los precios mundiales. Recién a fines del s. XIX, como evidencia el Contrato Grace, los yacimientos mineros peruanos son de interés del capital extranjero. Éste trae nueva tecnología (bombas de agua y túneles de drenaje) que permite ampliar operaciones en centros mineros ya conocidos o el desarrollo de nuevos. Entrando el siglo XX hay una consolidación en el sector, sin ninguna preocupación por el medio ambiente, siendo la empresa más importante la Cerro de  Pasco Mining  Co. Esta empresa polimetálica construye una refinería (La Oroya, 1922), amplia el ferrocarril Central (hasta Cerro de Pasco-Gollarisquizga), se preocupa por descubrir nuevos yacimientos (la mayoría de las operaciones mineras o concesiones mineras actuales fueron descubiertas por sus geólogos) y diversifica su giro de negocio (p.e. lana de oveja) y promueve la industria local ("produzca lo que la Cerro necesita"). La forma en que ampliaba sus operaciones en territorios de comunidades campesinas ha sido novelado: "te mueves o te muevo".

La nacionalización de las operaciones mineras por parte del Gobierno Revolucionario de las FFAA no trajo consigo ninguna preocupación ambiental ni un mejor trato a las comunidades campesinas, como tampoco el desarrollo de ningún nuevo yacimiento.

Con la nueva Ley General de Minería (1991) el Perú vuelve a ser destino de inversiones en un nuevo contexto mundial: la globalización. Esto quiere decir que las inversiones deben considerar  temas ambientales y sociales que antes no eran considerados. Las transnacionales traen el concepto de "nueva minería", posición estratégica de la industria para limpiarse de un pasado vergonzoso ("maldición de los recursos naturales") que les permita operar por largos años en entornos hostiles. Se reconoce que hay una lucha por los recursos (tierra y agua, principalmente) que obliga a reconocer derechos y compensaciones, así como a comportarse bajo el concepto de la responsabilidad social y ambiental.

Además de las transnacionales y el Estado participan una multiplicidad de actores: las comunidades, las autoridades locales, las ONG, los frentes de defensa, los gremios de productores, la Iglesia, etc. El Estado aprende y legisla sobre Estudios de Impacto Ambiental para exploraciones y explotaciones, licencia social, cierre de minas, manejo de pasivos ambientales, etc.

El celo escrupuloso de la fiscalización del Estado y las ONG sobre el comportamiento de las trasnacionales está totalmente ausente con respecto a las empresas mineras de propiedad de peruanos y de la minería informal. Donde hay más conflictos sociales y ambientales, donde la situación de violación de la ley es más grave, sólo se escucha el silencio.

La minería seguirá siendo, según el matiz ideológico, la posibilidad de "acumulación originaria de capital" o la ventaja competitiva del Perú. Depende de los peruanos definir en qué condiciones se opera y en qué se invierte la renta que genera esta actividad tomadora de precios y agendas internacionales.

Fuentes
Texto: Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES)
Imagen: Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES)







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