
Julianna Ramírez Lozano, PhD.
Docente y asesora del área de responsabilidad social en la Universidad de Lima
Se discute mucho respecto al tema de los conflictos sociales. El Perú es un país con muchos conflictos sociales, más de 300 conflictos sociales forman parte del difícil contexto con el cual vivimos los peruanos, desde la costa hasta la selva, de norte a sur.
Las empresas, sobre todo las extractivas, entre ellas las mineras y otras empresas cuyas plantas u operaciones se encuentran muy cercanas a poblaciones vulnerables o con grandes necesidades y/o abandono del gobierno, son las primeras en tener esta problemática en su agenda diaria.
Ahora bien, de acuerdo a esta realidad, surgen varias preguntas: ¿Qué están haciendo las empresas para prevenir estos conflictos?, ¿Qué han aprendido de todos estos años?, ¿Por qué aún se habla de paralizaciones, huelgas y muertes en muchas partes del país?, ¿Qué relación existe entre la gestión de la responsabilidad social, el manejo de conflictos sociales y la transparencia de una empresa?, ¿Qué necesitan las empresas para poder garantizar el libre funcionamiento de sus operaciones?
Pues bien, para responder estas preguntas podemos recurrir a las premisas básicas de la responsabilidad social, que ante todo busca que las empresas tengan un comportamiento ético y armonioso con sus grupos de interés, ello implica velar por un buen entorno. Las empresas solo podrán crecer y hacerse fuertes en contextos positivos. Por ello es necesario que primero la empresa cumpla la ley, como norma básica.
Lo segundo es la realización del mapeo o identificación de los grupos de interés. Ello implica conocer bien a los grupos de interés, es decir identificar quiénes son, cómo son, qué necesidades tienen de la empresa y que impacto les está causando la empresa o les podría causar la empresa, en el corto, mediano o largo plazo y viceversa. Esto que parece tan básico es el punto de partida de las buenas relaciones con los grupos de interés.
Bien, sólo después de estos dos pasos, la empresa estará preparada para establecer un buen diálogo con sus grupos de interés, requisito importante para iniciar una gestión de responsabilidad social. Un buen diálogo asegura la construcción de la confianza en el tiempo. Una buena comunicación es manifestación de transparencia y cercanía con los grupos de interés. Lo cual es muy bien valorado.
La buena comunicación implica la adecuada selección de canales de comunicación con cada grupo de interés y partir de ello la empresa puede establecer políticas y prácticas de responsabilidad social que aseguren estándares de calidad y generen un beneficio compartido para la empresa y el grupo de interés, en la lógica del “ganar- ganar”. Luego de ello también es importante que la empresa aprenda a comunicar lo realizado en materia de responsabilidad social.
El gran reto de las empresas que quieren evitar o prevenir conflictos sociales se centra en el conocimiento del contexto donde están ubicadas, ello implica necesariamente conocer en detalle a cada uno de los grupos de interés.
De esta manera, podemos señalar que la gestión de la comunicación debe estar presente, antes, durante y después de todo proceso de responsabilidad social que la empresa piense desarrollar con sus grupos de interés, en especial con los más vulnerables como la comunidad, los colaboradores, los clientes o el medio ambiente.
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