
Por: Guillermo Vidalón del Pino
A pesar de que en el campo deportivo las noticias no fueron las que esperábamos, los medios de comunicación publicaron el domingo pasado una información de la cual hay que sentirnos orgullosos.
Un consorcio integrado por una empresa local y otras de primer nivel internacional convocaban a trabajadores peruanos de diferentes niveles de formación académica (obreros especializados, técnicos y profesionales) para desarrollar un proyecto cuprífero en Panamá.
Contra lo que los agoreros catastrofistas suelen afirmar, que las industrias extractivas no generan “Desarrollo Sostenible”, la realidad del mercado laboral internacional nos demuestra que estas empresas operan con los estándares ambientales y sociales más exigentes (muy por encima -si es que los tienen- de los informales e ilegales extractores de minerales, ante quienes algunas ONGs y otros funcionarios se hacen de la vista gorda), que capacitan a su personal, empoderándolos y poniéndoles en niveles de competitividad comparables con cualquier otro profesional del área en el orbe.
¿Cómo ha sido posible esto?
Por varios motivos, el primero es porque existe un potencial geológico que tras la pacificación del país se empezó a explorar en toda su extensión. Segundo, porque el capital nacional y extranjero –cada uno en su respectiva magnitud- se interesó en el desarrollo de proyectos extractivos. Tercero, porque la masa crítica generada en las operaciones mineras hizo que el personal que labore en ellas se vaya especializando cada vez más, incrementando sus niveles de productividad hasta alcanzar estándares internacionales. Como dice el eslogan de una universidad local, “Ahora estamos formando ingenieros, mañana los exportaremos”, parece que el mercado es más ágil y no solo se ha concentrado en los mandos profesionales, sino que está escudriñando aún más abajo y los exportan ¡ahora!. Noticia positiva, evidentemente.
Sin embargo, la alegría que nos produce el saber que algunos peruanos tendrán la oportunidad de mostrar su sapiencia más allá de los confines del país, no es óbice para analizar que tras la buena noticia hay otros hechos que debemos tener presente.
¿Qué significa que habiendo en el Perú depósitos de mineral ya explorados y con disposición de los inversionistas para convertirlos en productivos aún no sea posible hacerlo?
Pues que quienes dan la batalla desde la anti-minería han logrado algunos de sus objetivos, como son que la inversión nacional y extranjera busque oportunidades en otros países, que se genere oportunidades de empleo allí donde no los había y que se empiece a formar a recursos humanos de dichas nacionalidades en la industria extractiva. Empezamos la transferencia de conocimientos. Bien por los otros, mal para los peruanos que viviendo en condiciones de pobreza y pobreza extrema ven alejarse una oportunidad que los ayudaría a salir de la condición en que se encuentran.
La instrumentalización de la conflictividad social para alcanzar fines políticos es la causa principal del retraimiento de la inversión, de la cancelación de la generación de empleo productivo, de la eventual separación de las familias porque alguno de sus miembros tenga que trabajar en el extranjero, de que los gobiernos municipales –distrital y provincial-, así como los gobiernos regionales y nacionales pronto no cuenten con mayores recursos para ayudar a incluir a más peruanos en el proceso de crecimiento y desarrollo en que nos encontramos.
¿Alguien duda de que existen Non Santos propósitos en la agitación social como en la exacerbación del discurso ambientalista?, ¿Alguien puede creer que un ex convicto por subversión deje de lado su ideología por el simple hecho de haber sido derrotado militarmente?
Conflictividad social existe en todos los países y siempre ha existido y existirá, pero lo que se debe denunciar y transparentar son las agendas ocultas. No es gratuito que los movimientos políticos más radicales se den la mano junto a pasados o presentes activistas de la subversión en un objetivo común, frustrar el desarrollo.
No es gratuito que la disputa entre ambos grupos se dé por la captura de la conducción del gremio magisterial, plataforma desde la cual se adoctrina y cautiva con utopías a una juventud poco formada y a la cual casi siempre le entregan una pésima calidad de educación con la finalidad de manipularlos y convertirlos en instrumentos de sus objetivos. No es gratuito que también estén soterrados en las universidades, en aquellas instituciones que destrozaron académica y físicamente en la década del terror.
No es gratuito que sean estos mismos personajes quienes viajen por el país arengando, liderando enfrentamientos, amenazando autoridades que no se sienten con el suficiente respaldo de la fuerza pública y ésta no se siente con el debido respaldo político para cumplir con su labor de garantizar la paz, el orden interno y la seguridad nacional.
A quienes resulten elegidos y hayan decidido dejar el país para trabajar y engrandecer otros territorios, les deseamos la mejor de las suertes, destaquen por sus conocimientos y don de gentes.
Para quienes nos quedamos, seamos conscientes que en el Perú aún contamos con muchas posibilidades y oportunidades para seguir reduciendo drásticamente la pobreza, de alcanzar estadios superiores de bienestar, desarrollo y productividad. En el país aún tenemos en espera una infinidad de proyectos, como son Cerro Quilish, Conga, Tía María, Santa Ana, Cañariaco, Chancas, entre otros.
Debemos ser conscientes que si se impide la inversión, es lógico que ésta busque otras plazas donde expandirse, allí donde el trabajo, la honestidad, la honorabilidad y la hospitalidad sean bienvenidas. Después de lo antes expresado, cabe preguntarse ¿Es razonable seguir postergando nuestro desarrollo?
Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.