
Efectivamente, el Perú está marcando la diferencia. Por primera vez en muchas décadas, concitamos la atención del mundo, el país está pacificado, sus cuentas en orden, hay presiones al alza porque productos como el petróleo suben en el mercado internacional, al igual que lo hace el maíz amarillo duro, principal alimento de los pollos, por eso también sube de precio del trigo, con el que elaboramos nuestro pan de cada día.
Es cierto que aún hay problemas, pero la verdad es que tras cuatro décadas de incertidumbre el Perú mira el futuro con optimismo, no nos abate ni la violencia ni la inflación. Hoy podemos viajar por todo el país en la seguridad de que cada vez hay más pueblos con alumbrado público, con servicios de agua y desagüe; que las carreteras están mejorando o donde no las había se están construyendo; asimismo, podemos comunicarnos a través de un teléfono público o un celular.
Los centros comerciales en la capital como en provincias están abarrotados de gente que hoy disfruta del esforzado crecimiento, los centros de abastos se están modernizando y compiten entre sí para atraer más clientes y hacer más negocios. Antes de la apertura económica, muchos dudaban si tendríamos éxitos e infundían temor, “nos quedaremos sin trabajo”, “ellos están más preparados”, “producen más”, “invadirán nuestro pequeño mercado” y más, ¿recuerdas?, pero, ¿qué ha pasado en realidad?
Vencimos el temor, demostramos que el difícil aprendizaje de la sobrevivencia en las etapas más duras forjó nuestro espíritu emprendedor. Vino la competencia sí, pero estudiamos sus productos y vimos cómo superarlos, en adelante ya no venderíamos solo en el país, los países a quienes abrimos nuestras fronteras también tuvieron que hacer lo propio ¿y…quiénes se beneficiaron? Pues todos.
Todos, porque el pequeño empresario se volvió más ingenioso para enfrentar la competencia, quien no pudo hacerlo buscó asociarse con otro para crecer, o decidió innovar y mejorar su oferta, no creyó en quienes infundían el temor frente a la gran empresa extranjera. En lugar de sentirse menos tocó las puertas, conversó y le informó de todo aquello que podría ofrecerle para que gane tanto él como el grande.
El resultado fue que establecieron una relación exitosa y duradera. El pequeño garantizó su propio puesto de trabajo y empezó a engrandecerse, llamó a su hermano, a su primo y a otros peruanos para anunciarles que había una gran posibilidad de negocio frente a la gran empresa; entonces, se crearon nuevos puestos de trabajo que les proporcionaron, a cada uno de ellos, y a sus respectivas familias, un ingreso seguro y duradero. Aunque no lo creas, cuando el dueño de la pequeña empresa decidió formalizarse y registrarte a ti, sí, a ti en la planilla, avanzaron tanto tú como él.
Tú porque en adelante aportaste a un Fondo Privado de Pensiones que permitirá que vivas dignamente cuando seas mayor -al menos mientras el fondo sea bien administrado-. Ya no se volverán a repetir las tristes historias del pasado, aquellas que tenemos tan cerca en cada una de nuestras familias.
Creciste tú, porque el pago de tu salario a través del sistema financiero hizo que el banco sepa hasta cuánto podías endeudarte y hasta pudo sugerirte una buena inversión, la compra de la casa, el automóvil o lograr aquello que siempre anhelaste; y lo hicieron con cuidado, pues por acá no cometimos los errores de los países que cayeron en la gran crisis internacional del 2008. Además, la generación de tu puesto de trabajo también cuidó de tu salud, ya sea en Essalud o en una de las Empresas Prestadoras de Salud.
El emprendedor también avanzó, avanzó porque pasó de ser micro a pequeño empresario y de pequeño a mediano y aspira legítimamente a ser un gran empresario, sabe que puede concitar el interés de muchas personas, organizarlos hacia un objetivo común y enfrentar el desafío de convertirse en un jugador importante en el mundo global.
En toda esta cadena de desarrollo, desde el pequeño hasta el grande, se generó bienestar. Es cierto que aún hay muchos peruanos que no cuentan con un trabajo digno, pero por primera vez estamos en el camino correcto, estamos reduciendo la pobreza y lo estamos logrando porque generamos confianza, porque jugamos limpio.
Por: Guillermo Vidalón del Pino
Jefe de Relaciones Públicas Southern Perú