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Por Jorge Marsino para la Revista CADE por la Educación 2016

Director de Marsino Arquitectura

Habiendo acumulado muchas experiencias en el diseño de infraestructura educacional durante 13 años, podemos afirmar que un “diseño arquitectónico apropiado” -es decir, adecuado al proyecto educacional que la sustenta y perteneciente a la comunidad que le da sentido- estimulará el intercambio relacional de sus actores y mejorará la calidad del proceso de enseñanza del aprendizaje.

Cada vez es más frecuente escuchar en los foros de educación la analogía que caracteriza los proyectos educacionales exitosos como una mesa que se sustenta sobre tres apoyos bien cimentados: profesores, proyecto educativo e infraestructura. Inspirados en el enfoque pedagógico reggioemiliano, donde los ambientes físicos de aprendizaje son un territorio de prácticas sociales y educativas que promueven un aprendizaje profundo y significativo denominado “tercer educador”, hemos ampliado su aplicación en distintos niveles educacionales tomando en consideración las diferencias físicas y culturales de los usuarios.

Según nuestra experiencia y registros, el diseño arquitectónico puede propiciar un mejor desempeño académico y disminuir el bullying en el Liceo Técnico Profesional de la Florida 2008 o recuperar la matrícula y mejorar la tasa de aprobación escolar en el Centro Educacional Mariano Egaña 2012.

LOS BUENOS DISEÑOS EMPIEZAN CON LOS USUARIOS

Al principio pensábamos que el primer deber del proyecto de infraestructura educacional era con el proyecto educacional y con nuestra agenda proyectual, no con las circunstancias físicas y culturales de la comunidad educativa. El cambio de visión a un orden experiencial es una evolución de un orden basado en el promotor y la normativa a otro basado en el usuario y las circunstancias.

A partir de una investigación desarrollada en 2012 con Camacho y Morrás, la jerarquía de necesidades de Maslow estructuró nuestro método de diseño y reconocimos tres dimensiones de valoración del espacio físico en los usuarios a considerar en el “diseño arquitectónico adecuado” de la infraestructura educacional.

Funcional (Uso): Aborda las necesidades básicas de iluminación, ventilación, temperatura, acústica, evacuación, etc. para asegurar estándares mínimos de confort y seguridad. Sobre el impacto de estos indicadores hay abundante literatura estadística que respalda su aplicación.

Estéticas (Forma): Cubre las necesidades de pertenencia y reconocimiento diseñando espacios para las relaciones sociales, de protección, confianza e identidad que promuevan la pertenencia, orgullo, y respeto basado en el prestigio de la comunidad.

Simbólicas (Significado): Afronta las necesidades de trascendencia de la comunidad educativa para proyectar a través de los espacios de representación e interacción físicos o virtuales como internet, su capacidad adaptativa, creativa, colaborativa, sensible y de generación espontánea.

Finalmente, estas dimensiones de valoración deben quedar ensambladas a través de una narrativa experiencial, una promenade architecturale que le agregue sentido y significado al habitar del cuerpo en el espacio, siendo el proyecto educacional el argumento narrativo.

Esta nueva aproximación basada en la experiencia del usuario requirió el desarrollo de nuevas herramientas y habilidades del trabajo interdisciplinario para observar y registrar los usos y prácticas comunitarias cuando existen. Orquestar talleres de proyección metafórica (collage, lego, dibujo, etc.) cuando el proyecto es nuevo.  O dirigir talleres de diseño colaborativo con la comunidad a fin de reforzar el compromiso y la apropiación del proyecto.

Lee la revista completa de CADE por la Educación 2016 en este link.







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