Juan Manuel Calvi
Director de Cuentas de Azerta Perú
Más de cuarenta días después de declarado el estado de emergencia sanitaria en nuestro país con motivo del COVID-19 y el aislamiento social obligatorio en su cuarta temporada, me permito escribir el guión de los protagonistas de esta historia, una ficción convertida en realidad en la que ninguno de nosotros, en su sano juicio, hubiera siquiera escogido el papel menos trascendente, y aunque no está escrito el final, en el mundo ya son miles sus actores principales y secundarios.
“Garantizar una vida sana y promover bienestar para todos en todas las edades”es el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), pero el COVID-19 ha puesto (pone) en evidencia que los sistemas de salud del mundo son vulnerables, en muchos casos deficientes, y a pesar de esto, en la vida real existen personajes que son los verdaderos super héroes de esta historia: los médicos, enfermeras y todo el personal de salud que forman parte de este rodaje 24/7 y que además de actores, son espectadores en la primera fila. Agradecimiento, entonces, es nuestra primera lección aprendida en cuarentena. No nos cansemos de agradecer, especialmente a ellos, con respeto y admiración.
Como todo rodaje tiene un costo, esta historia nos tiene que llevar a pensar que la inversión, para garantizar una vida sana a los 32 millones de peruanos, es mucho más rentable que cualquier plan económico frente a una crisis como la actual. Si hablamos de un triple resultado post COVID-19, el impacto económico y social que trae la pandemia es todavía incierto, pero sabemos que no es una simple operación aritmética, mientras que el impacto ambiental es positivo. La naturaleza sonríe mientras cientos de familias lloran enterrando a sus enfermos que dejaron de respirar en una cama. Esta es la segunda lección aprendida: desde casa cuidando el agua, segregando los residuos, reusando, reciclando y lavándonos las manos, nos cuidamos.
Pero la lección mayúscula es la de nuestra condición de seres humanos y la sostenibilidad de nuestra especie. En épocas de crisis, somos capaces de intercambiar distintos roles, alterando el guión sin que el director nos lo indique. De pronto aparece nuestro papel del personaje que rompe las reglas, el que exige educación, pero no la paga, y está la mayoría de personas que respetan el guión y se quedan en casa viendo pasar el otoño por la ventana. Toda una generación de niñas y niños guardarán estas semanas como una muestra de adaptación al cambio, una comprobación de que todo es posible, mientras los padres se adaptan también a esta nueva vida, aunque con más dificultad, intercambiando su rol con las reuniones del trabajo, la preparación de los alimentos, la limpieza de la casa y apoyando a los hijos en el colegio que hoy ocupa también un lugar en la casa.
Toda película nos deja un mensaje y este rodaje nos dejará uno contundente: no estamos solos. Si todos nos unimos para sacar adelante a nuestro país, seremos capaces de levantarnos más rápido. Es el momento de producir, es el momento de actuar y cuando este rodaje termine, detengámonos a ver los créditos del final porque en esas letras chiquitas, aparecerán nuestros nombres como protagonistas de esta historia.