Por Stakeholders

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Del paisaje de la playa Chacra y Mar, en el distrito de Chancay, solo quedan recuerdos. Actualmente, el panorama es desolador tras el derrame de petróleo de Repsol ocurrido el 15 de enero de este año en Ventanilla.

Seis meses después, tanto el impacto real a nivel medioambiental como el panorama de miles de personas afectadas sigue siendo incierto.

Según el ministro del Ambiente, Modesto Montoya, las aguas aún tienen huellas de contaminación ocasionadas por el desastre ambiental. “La arena tiene muestras de esos restos de hidrocarburos”, dijo.

El titular precisó que todavía se siguen haciendo las evaluaciones sobre el retorno de las actividades de pesca artesanal en la zona. “Por ahora no es adecuado. Los peces estarían contaminados con los restos de hidrocarburos que aún hay en el mar”, advirtió. 

Según Montoya, pasarán varios años para que se restablezca el estado natural del mar. El desastre ecológico comenzó en el remoto Pacífico Sur, donde la erupción del volcán Tonga provocó que países con costas bañadas por este océano decretaran la alerta de tsunami, algo que no hizo la Marina de Guerra de Perú, encargada en el país de estos casos.

Repsol ha señalado que esta acción produjo que las operaciones de extracción de crudo no se paralizaran, lo que influyó en el vertido, causado cuando el buque italiano Mare Doricum descargaba combustible por las tuberías submarinas de la refinería La Pampilla, que opera la empresa española en el municipio de Ventanilla.

Esta fuga afectó 112 kilómetros cuadrados de mar y litoral peruano, y las imágenes de aves cubiertas de crudo, peces muertos, playas sucias y la desesperación de los pescadores y los trabajadores del mar ocuparon titulares y portadas, pero poco a poco el ruido se fue apagando.

En medio de las investigaciones que buscan aclarar lo ocurrido en enero, el pasado 14 de junio una comisión del Congreso peruano remarcó en la responsabilidad de Repsol y señaló deficiencias en el proceso de descarga del combustible.

Por otra parte, el OEFA ha impuesto multas a la empresa por incumplimiento de medidas administrativas por casi 700.000 dólares, en total, las que ya fueron pagadas por la empresa.

El derrame ocurrió en pleno inicio del verano peruano y, por tanto, dañó gravemente la actividad turística de decenas de localidades, algo que dejó miles de afectados, entre pescadores, personal de hostelería y vendedores ambulantes.

Las autoridades peruanas han elaborado un padrón de perjudicados que incluye a 10.186 personas y, en cumplimiento de un acuerdo firmado con el Gobierno, Repsol ha entregado hasta el momento dos adelantos de compensación, por 3.000 soles (unos 760 dólares) cada uno, a cerca de 6.000 personas, mientras que está gestionando un tercer pago.

Pero, más allá del resarcimiento económico, lo que preocupa a los pescadores y otras personas afectadas es no saber aún cuándo podrán volver a vivir de lo que produce el mar.







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