Por Stakeholders

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Durante los últimos años, el crecimiento de la minería nacional ha sido superior al Producto Bruto Interno del conjunto de las actividades económicas que se desarrollan en el país (el PBI nacional avanzó 156% desde 1990, mientras que el PBI minero lo hizo en 213% en dicho período, fuente: INEI), lo que nos demuestra que la minería se ha convertido en la actividad que impulsa la evolución positiva de la economía.

La minería peruana es eficiente económica y tecnológicamente; se sustenta en la combinación de ambas variables, pues no sólo de trata de hallar un depósito de mineral, sino de evaluar si resulta rentable explotarlo. Yacimientos como Toquepala en Tacna, Cuajone en Moquegua, Antamina en Ancash, son conocidos desde hace más de un centenar de años; sin embargo, su aprovechamiento empezó desde 1960 en adelante. Hubo un momento en que la actividad económica demandó mayores volúmenes de cobre y estuvo dispuesta a pagar más que el costo de extracción, procesamiento y refinación del mineral, ésa es la razón que hizo entrar en producción dichas minas y no la exclusiva verificación de la presencia de mineral.

La importancia de este comentario es que para desarrollar cualquier emprendimiento exitoso se requiere tener presente los siguientes factores: demanda, capital dispuesto a ser arriesgado o invertido, tecnología adecuada y voluntad para liderar y organizar a un conjunto de personas tras un objetivo que nos beneficie a todos. Eso es lo que tenemos que hacer con los recursos del Canon no ejecutados y que provienen de la actividad minera; más aún si atravesamos un ciclo de precios altos que, como todo, suele ser coyuntural aunque hacemos votos para que el período sea el más extenso posible.

Durante los últimos diez años, el impuesto a la renta pagado por la minería se ha multiplicado por 23, pasando de 352 millones a más de 8,000 millones de Nuevos Soles. Por consiguiente, los ingresos fiscales se han incrementado sustancialmente. Los últimos gobiernos actuaron bien, destinando recursos a prepagar la deuda externa, lo que nos permite otear el horizonte con mayor holgura. Luego, tirios y troyanos nos pusimos de acuerdo en que era necesario que las regiones productoras de mineral se vieran más beneficiadas, que sintieran que el recurso les resultaba efectivamente útil y que no volvieran a mencionar que sólo “lo veían pasar”. Es así que todos propusimos que el Canon Minero se elevase de 20% a 50%.

La expectativa generada fue grande, había recursos económicos y voluntad política, pero obviamos que carecíamos de los recursos humanos suficientemente capacitados para gestionar el volumen de dinero generado y; en muchos casos, se produjo despilfarro, plazas modernizadas sin ningún criterio estético, elefantes blancos, monumentos de cemento inservibles, testigos insensibles de la pobreza que los rodeaba y, finalmente, irrupción del descontento popular, algunas veces expresado como protesta civilizada y otros como violencia delictiva.

¿Qué hacer para que los recursos sean empleados convenientemente?, ¿qué hacer con el justo reclamo de los ciudadanos de regiones no mineras (pues también son peruanos) para que se vean beneficiados? Algunos han propuesto que unos puntos porcentuales deben ser redistribuidos entre las regiones no mineras, lo cual es loable, pero no se trata de fomentar la filantropía fiscal entre regiones bendecidas por la naturaleza y las que no lo son. Se trata que cada vez más surjan nuevos y mayores emprendimientos, estén o no vinculados a la minería; que todas las regiones produzcan y potencien sus recursos.

¿Cómo hacerlo?, al respecto, alcanzamos una propuesta. Si en promedio las regiones mineras han ejecutado menos del 25% de los recursos que tienen asignados, ¿no sería mejor destinar 10 puntos porcentuales al establecimiento de una institución que, administrada por privados o en alianza público-privada, se dedique al financiamiento de estudios de maestría y doctorado de los estudiantes de ciencias y tecnologías más destacados de las universidades públicas y privadas del país? Asimismo, parte se podría destinar a la creación de un organismo que, en red, vincule a nuestros conciudadanos que se desarrollan exitosamente en los centros tecnológicos más importantes del mundo.

El Perú es un país megadiverso, con una población de origen milenario, pluricultural y multilingüe, aún tenemos mucho por descubrir del conocimiento generado por nuestros propios antepasados o por lo que podamos generar nosotros mismos, todavía hay muchos yachaywasis ocultos que habremos de desenterrar y poner en valor, para exponerlos y sacar provecho de su intercambio con otros ciudadanos del mundo.

Hoy que contamos con recursos económicos, empecemos la gran cruzada para forjar la voluntad política que haga posible que desarrollemos nuestros recursos humanos más competentes, quienes se beneficien produciendo ciencia y tecnología, porque sólo así podremos superar los profundos valles sociales que distancian a los peruanos. Si realmente propugnamos una responsabilidad social auténtica, un compromiso con el prójimo, sumemos esfuerzos.

Por: Guillermo Vidalón
Jefe de Relaciones Públicas de Southern Peru







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