Por Stakeholders

Lectura de:


Karin Cuba Vidal

Analista en Ciencias Forestales de la Dirección Nacional de Coordinación y Planes del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico del CEPLAN

Hoy en día existen diferentes conceptos como economía verde, crecimiento verde y desarrollo o economía baja en carbono para la incorporación de la temática ambiental y del desarrollo sostenible dentro del campo de la economía, la política y la planificación. La economía baja en carbono busca separar el crecimiento económico del crecimiento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI); es decir, a mayor PBI per cápita se esperaría menor cantidad de emisiones. En la actualidad, en nuestro país se produce 0.4% del GEI del planeta, similar al de Dinamarca, pero la diferencia es que el PBI de este país es 4 veces mayor que del Perú.

El proyecto Planificación ante el Cambio Climático (Plan CC) señala que para lograr una economía baja en carbono se requiere de los siguientes pasos: generar la evidencia sobre los posibles escenarios de mitigación, fortalecer las capacidades nacionales, enmarcar la temática en una visión a largo plazo, incluir la temática en la planificación e incidir para que las políticas sean amigables con las inversiones bajas en carbono.

Para ello diversas instituciones públicas y privadas están trabajando hacia una economía baja en carbono, no sólo para minimizar los efectos del cambio climático, sino como una oportunidad para desarrollar una economía limpia, con alternativas para la generación de energía con recursos renovables, y a su vez para promover la inversión privada y mejorar la competitividad con la finalidad de contribuir al desarrollo sostenible del país.

Por lo tanto, es indispensable la coordinación entre instituciones y la coherencia de sus documentos de gestión ambiental y de planeamiento estratégico, para lograr sinergias a través de la articulación entre sus objetivos e indicadores, de manera que se facilite el cumplimiento de las metas trazadas en cada uno de ellos.

El reto se puede plasmar en la disminución de la variación promedio anual de emisiones de GEI; tomando en cuenta que una de las principales fuentes de emisión es el uso, el cambio del uso del suelo y la silvicultura que aporta casi con el 40% de las emisiones totales de GEI del país, seguido por la generación de energía.

El promover una economía baja en carbono ayudaría a disminuir nuestra vulnerabilidad ante el cambio climático y a impulsar la conservación de bosques, materializando nuestra contribución como país a los compromisos internacionales.

En el marco internacional el Perú se está consolidando en su posición de un país que busca ser climáticamente sostenible, al igual que en el marco de las políticas internas, de la gobernanza y de la participación. Es en el marco de las acciones en el cual se debe incidir con mayor fuerza, es preciso que los sectores industrial, forestal, de energía, transporte, residuos y agricultura pasen de las acciones voluntarias hacia un mayor compromiso y desarrollar mecanismos para su implementación.

Por ello, es importante la incorporación de la sociedad en este proceso, quienes estarán más comprometidos en la implementación de una economía baja en carbono, cuando las políticas sean visibles para ellos; por ejemplo cuando: se trasladen en un sistema de transporte eficiente e integrado, se favorezcan de una mejor matriz energética, cuenten con rellenos sanitarios adecuados, se beneficien de una agricultura que no fomente la deforestación, es decir cuando vean que su calidad de vida mejore.

El reto es grande, el país está dando pasos significativos, y para seguir en el camino hacia una economía baja en carbono se requiere una mirada hacia adentro, buscando fortalezas y basándonos en nuestra identidad como motor de desarrollo dentro de una visión a largo plazo.







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