
Durante décadas, la minería ha sido sinónimo de maquinaria pesada y un uso intensivo de recursos. Sin embargo, el sector atraviesa hoy una transformación silenciosa, impulsada no solo por la excavación, sino por los datos. La inteligencia artificial (IA) ha comenzado a reconfigurar la base de una industria tradicionalmente conservadora, introduciendo nuevas formas de planificar, explorar y producir. En ese proceso, Stratum AI, empresa canadiense especializada en tecnología minera, es uno de los actores más destacados de esta revolución.
Su plataforma SAIGE, un estimador geoespacial basado en redes neuronales, ha demostrado que los algoritmos pueden ser tan valiosos como las perforadoras. En un caso de estudio en Chile, la empresa verificó 7,7 mil toneladas de cobre adicionales —equivalentes a 64 millones de dólares— mediante 2.200 metros de perforación en zonas previamente clasificadas como desechos por modelos tradicionales. “Vimos que tenía una razón. Y que ahí estaba el mineral. Aumentaron su reserva y fue un proyecto totalmente exitoso”, recuerda Julia Oliveira, directora comercial de Stratum AI para Latinoamérica.
SAIGE puede reducir las necesidades de perforación entre un 16% y 24%, optimizando la ubicación de los sondajes en función del nivel de confianza del modelo. Además, se registraron incrementos de hasta 6% en la ley de mineral y una reducción de 55% en desviaciones mensuales en la planificación minera.
Pero más allá de los números, Oliveira destaca el cambio de paradigma que implica incorporar IA en la minería. “Primero hay que abrir la caja negra. Después de eso, la inteligencia artificial va a ser parte del día a día del geólogo, del geocientista y del gerente”, afirma. No obstante, precisa que la IA no sustituye, sino que potencia al ser humano. “La inteligencia artificial no se hace sola. Se hace con el conocimiento del geólogo, del geocientista y del ingeniero. No viene a sacar el trabajo de nadie, sino a transformarlo”.
Esta combinación entre ciencia de datos y experiencia humana es lo que Stratum AI denomina un “exoesqueleto digital” para el profesional minero. “Estamos ayudando a ver lo que a los ojos humanos no se logra ver. Pero la decisión sigue en manos del geocientista. La IA no da una respuesta, da un camino”, enfatiza Oliveira.
La ejecutiva también subraya el impacto ambiental de esta innovación: “Cuando sabes dónde perforar, no necesitas hacer diez perforaciones, haces una. Ahorras dinero, pero también reduces el daño ambiental, molestas menos a la comunidad y pones menos en riesgo la vida humana”. En ese sentido, Stratum AI encarna lo que Oliveira llama minería 5.0: una minería más sustentable, eficiente y centrada en las personas.

El caso de Stratum AI no es solo una historia de éxito tecnológico, sino también un ejemplo de colaboración. Su modelo de trabajo implica que las mineras y los desarrolladores de IA compartan riesgos y conocimiento. “Queremos cambiar la forma de pensar de la gente, ser disruptivos y lograr que confíen en la inteligencia artificial. No buscamos ser masivos, sino trabajar con las empresas que quieran tomar el riesgo de innovar”, explica Oliveira.
Hoy, con presencia en más de 10 países y más de 17 yacimientos, Stratum AI lidera la integración de la IA en la minería con resultados medibles: mayor recuperación de metales, reducción de costos y extensión de la vida útil de las minas. La empresa se ha posicionado como un puente entre la ciencia y la sostenibilidad, demostrando que la minería del futuro no solo excava la tierra, sino también el conocimiento oculto en los datos.
“Yo tengo mucha esperanza de que vamos a llegar a una minería mucho más sustentable con la inteligencia artificial. Y hacia ese camino vamos”, concluye Oliveira.