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Entre relaves y energías limpias, la travesía minera hacia la sostenibilidad
Atender la creciente demanda energética y enfrentar la gestión de pasivos ambientales son hoy dos grandes retos para la minería peruana. La apuesta por energías limpias y la innovación en el manejo de relaves marcan el camino hacia una industria más sostenible y competitiva.
La minería enfrenta un desafío clave: integrar la sostenibilidad en todas sus etapas. Desde usar tecnologías de perforación menos invasivas en la exploración hasta monitorear en tiempo real, el objetivo es reducir el impacto ambiental y avanzar hacia una industria más responsable. Esta transformación es vital para garantizar un equilibrio entre el desarrollo económico y el cuidado del medio ambiente.
Juan Carlos Ortiz, vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, sostiene que aspectos como la eficiencia hídrica, el uso de energías renovables, la economía circular para la gestión de residuos y la reducción de emisiones deben ser pilares centrales.
“En el transporte y distribución, la electromovilidad y el uso de combustibles más limpios son pasos inmediatos”, explica.

Demanda energética
La adopción de energías renovables avanza con fuerza en la minería, un paso que resulta estratégico para el futuro del sector. Según Pablo Vega, gerente general de CIVE y director de CIEC-Perú, el reto es mayúsculo si se considera que la industria minera concentra hoy cerca del 11 % del consumo energético global y el 38 % de la energía destinada a la actividad industrial.
El especialista advierte, además, que la energía puede representar entre el 20 % y el 40 % de los costos de una operación minera. De ahí la urgencia de dimensionar su verdadero impacto, especialmente en un escenario marcado por el cambio climático.
“No solo está el porcentaje que representa en la estructura de costos, sino que, a medida que los minerales disminuyen, las minas requieren cada vez más energía”, menciona.
Existen proyecciones al respecto. Un estudio1 estima que, hacia 2060, el consumo energético global de la minería podría duplicarse o incluso multiplicarse por ocho, lo que obliga a acelerar la transición hacia fuentes limpias y sostenibles.

En este marco, Juan Carlos Ortiz subraya que tecnologías renovables como la solar, eólica, hidroeléctrica e incluso la geotérmica aparecen como alternativas viables para reducir la huella de carbono de las operaciones y responder a la creciente demanda energética del sector.
“También permiten una mayor eficiencia y competitividad en costos energéticos. Muchas empresas mineras ya están migrando hacia contratos de suministro eléctrico con fuentes renovables, lo que marca un camino claro en la reducción de emisiones”, argumenta.
La minería, del mismo modo, juega un rol estratégico en el suministro de minerales críticos como cobre, litio o níquel, insumos indispensables para la transición hacia una nueva matriz energética global, baja en emisiones. Esta oportunidad viene acompañada de un reto: una mayor demanda de energía para su extracción. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la necesidad de estos minerales podría triplicarse al 2030 y cuadruplicarse hacia 2040 en un panorama de emisiones netas cero.
“Será necesario triplicar la demanda de minerales, lo que genera un impacto climático; y es ahí donde cobra relevancia una minería verde e inteligente frente al cambio climático”, asegura Pablo Vega.
Y es que, agrega, frente al aumento de la temperatura global, existen dos soluciones centrales: un 45 % de la respuesta pasa por impulsar una economía circular; mientras que el otro 55 % restante depende de acelerar la adopción de energías renovables, y el sector minero es protagónico.
“La minería está llamada a ser uno de los principales actores en la lucha contra el cambio climático”, complementa.
La gestión de pasivos
Por otro lado, uno de los grandes desafíos que enfrenta la minería en el Perú son los pasivos ambientales mineros (PAM). Según Gonzalo Delgado, director del Centro de Estudios sobre Minería y Sostenibilidad (CEMS) de la UP, en el país existen alrededor de 6000 PAM, muchos de ellos catalogados con riesgo alto o muy alto.
“El MINEM reconoce más de 6400 PAM, de los cuales cerca de 1500 son de riesgo alto o muy alto (2023). AMSAC (Activos Mineros) solo ejecuta proyectos priorizados con presupuesto de la entidad, pero su capacidad es limitada (alrededor de 40–50 proyectos en ejecución por quinquenio). El resto queda a la espera”, remarca.

Adiciona que esta situación genera superposición y tiempos largos. Por ejemplo, proyectos de remediación de relaves en Junín y Pasco con AMSAC que han demorado más de cinco años en pasar de la priorización a la ejecución. A ello se suma una fragmentación institucional.
“El MINEM planifica/cierra operaciones; el SENACE certifica; la OEFA fiscaliza y AMSAC ejecuta. Esto implica trámites redundantes que demoran intervenciones urgentes. Sería importante contar con una arquitectura común de datos, riesgos y decisiones, incluyendo una matriz única de priorización de PAM”, arguye.
Para Pablo Vega, una tarea pendiente del sector está en los relaves, los desechos que quedan tras el procesamiento de los minerales. Explica que más del 70 % de la huella material proviene de ellos, lo que convierte su manejo en uno de los principales desafíos de la industria, no solo por los altos costos que demanda, sino también por los riesgos ambientales que acarrea.
“Estamos en plenas innovaciones y en unos cinco años tendremos soluciones efectivas quizá a nivel climático”, afirma.
En consideración de Juan Carlos Ortiz, la industria nacional ha avanzado significativamente en la adopción de buenas prácticas ambientales y tecnologías para el cierre y la remediación de pasivos mineros: “No obstante aún tenemos un gran problema, el cual es acelerar la remediación de pasivos históricos que no corresponden a la minería moderna, pero que afectan la percepción del sector”.
Gonzalo Delgado es entusiasta al comentar que el Perú puede convertir una parte significativa de sus PAM en nuevos activos ambientales y económicos si adopta un enfoque de economía circular. Esto supone, entre otras cosas, priorizar reminería (reprocesamiento) de relaves y desmontes para recuperar metales y subproductos.
“Se requiere un paquete regulatorio que clarifique la titularidad y los ‘derechos de reaprovechamiento’ sobre los PAM; un esquema de permisos ágil y basado en riesgo, incentivos fiscales, compras públicas verdes y un Fondo Nacional para PAM huérfanos, complementado con verificación independiente y tableros públicos”, propone.
Países como Chile han aprobado la Ley de Reutilización de Relaves (2022) para incentivar el reprocesamiento y nuevos usos de relaves. En el Perú, continúa, algunos proyectos piloto ya trabajan en reprocesar relaves antiguos en La Oroya y Cerro de Pasco (con enfoque en cobre, zinc y plata).
La incorporación de energías limpias ante la creciente demanda de minerales críticos para la transición climática, así como la búsqueda de soluciones innovadoras para los pasivos ambientales mineros, son hoy determinantes para la industria minera peruana. El sector muestra avances, pero el desafío está en acelerar el paso y articular esfuerzos entre todos los actores involucrados.