
En un hito clave para la inversión en minería y recursos hídricos en el país, el Gobierno peruano, a través del Ministerio de Economía y Finanzas y Proinversión, oficializó la firma del contrato con Compañía de Minas Buenaventura para el desarrollo del Proyecto Hídrico Minero El Algarrobo.
El proyecto, que demanda una inversión de US$ 2,753 millones, se divide en US$ 759 millones de inversión inicial y US$ 1,994 millones en gastos de operación en los primeros 10 años. Su primera etapa se centrará en la identificación y gestión de fuentes hídricas para mejorar el abastecimiento de agua potable en Locuto y otros ocho anexos en Tambogrande, Piura.
El ministro de Economía y Finanzas, José Salardi, resaltó la importancia del proyecto para el sector minero y su impacto en la confianza de los inversionistas. «Este proyecto será un punto de quiebre importante para nuevas inversiones mineras. Hay un escenario de mucha confianza y el contrato del proyecto El Algarrobo será modelo a replicar en muchas zonas donde el tema del agua se ha puesto como excusa para detener proyectos mineros», enfatizó el funcionario.
Beneficios para la población y desafíos en el territorio
El desarrollo de El Algarrobo beneficiará a diversas comunidades rurales de la zona. Según el acuerdo firmado, la provisión de agua favorecerá a Locuto y los anexos de El Papayo, La Greda Nueva, El Carmen, Angostura, Ocoto Alto, La Greda Antigua y San Martín de Angostura.
Sin embargo, la minería en Tambogrande sigue generando opiniones divididas. Mientras algunos sectores ven en el proyecto una oportunidad de desarrollo económico y mejora en el abastecimiento de agua, otros lo consideran una amenaza para la actividad agrícola y el ecosistema local.
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Donatilo Nima Córdova, poblador de Ocoto Alto, se mostró optimista sobre el proyecto y destacó la importancia de brindar información clara a la población para evitar malentendidos. «Es una gran oportunidad para el desarrollo de nuestra zona. La clave es mantener informada a la población para que puedan tomar decisiones fundamentadas», señaló.
Por su parte, el teniente gobernador de La Greda Nueva, Héctor Nima Nima, aseguró que el proyecto representa una mejora significativa para las comunidades que sufren escasez de agua.
Oposición y movilizaciones sociales contra El Algarrobo
No todos comparten el entusiasmo por El Algarrobo. Jean Franco Mendoza Saavedra, dirigente del Frente de Defensa de Tambogrande, anunció protestas contra el proyecto y acusó al Gobierno Central de ignorar la voluntad de la población.
«No solo Proinversión sino el Gobierno Central está dando la espalda a Tambogrande y a toda la región Piura. Está desconociendo a la población, por lo que desconocemos toda firma de contrato y declaramos un rechazo total contra este gobierno», afirmó Mendoza.
A su postura se sumó el presidente de la mesa técnica regional de cultivo de mango de Tambogrande, Jaime Gallo, quien enfatizó su preocupación por la afectación de la minería a la producción agrícola y el abastecimiento de agua.
Condiciones y siguientes pasos del proyecto
Uno de los mayores retos para la ejecución del proyecto será alcanzar un acuerdo social con la población y comunidades campesinas para garantizar su sostenibilidad. Recién cuando se logre este consenso, la empresa podrá dar inicio a la segunda etapa del proyecto, que implica estudios geológicos y exploratorios para determinar el potencial de explotación mineral en la zona.
El contrato fue suscrito en presencia del viceministro de Minas, Henry Luna; el vicepresidente de Desarrollo de Negocios de Buenaventura, Aldo Massa; el director ejecutivo de Proinversión, Luis Del Carpio; y la presidenta de la Comisión Especial Multipartidaria Proinversión del Congreso, Rosangella Barbarán.
Tambogrande y las perspectivas de El Algarrobo
La historia minera de Tambogrande ha estado marcada por la oposición social, recordando el conflicto de hace más de dos décadas con la minera Manhattan, que fue blanco de un atentado. Ahora, el Gobierno y la empresa tendrán que enfrentar un reto similar: convencer a la población de que El Algarrobo puede ser sinónimo de progreso y no de conflicto.
Según el ministro José Salardi, la experiencia de este proyecto será clave para futuras inversiones en minería con enfoque hídrico. «La combinación de agua y minería en este proyecto es un modelo que podría replicarse en otras regiones del país», concluyó el titular del MEF.
Con una inversión millonaria y una fuerte división en la opinión pública, el futuro de El Algarrobo aún está por definirse. El desenlace dependerá de la capacidad del Estado y la empresa de generar confianza en la población, asegurando que el agua y la minería puedan convivir de manera sostenible en Tambogrande.