Por Stakeholders

Lectura de:

Francesca Mayer
CEO de Peru Green Building Council


¿Han escuchado de “Lima 2035”, “Perú 2021”, “Agenda 2050”, el “Bicentenario”, u otros? Parece que últimamente vivimos enmarcados en agendas de desarrollo con fechas de expiración, muchas de ellas con planes concretos, pero otras simplemente como un recordatorio de todo lo que aún nos falta por hacer si queremos transformar nuestras ciudades a ciudades sostenibles. Esa es la verdadera meta; buscar la sostenibilidad, así como lo establece el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles, el cual busca mejorar la accesibilidad e infraestructura de las ciudades, mejorar el transporte público, urbanizar de manera correcta, entre otras cosas que pueden parecer bastante ambiciosas pero que ciertamente son muy necesarias para el triunfo de nuestras ciudades.

El ODS 11 cuenta con 10 metas del objetivo a las cuales todo desarrollo urbano debería hacer referencia al empezar un nuevo proyecto. Yo quisiera enfocarme en 2 de ellos, y analizarlos en función a nuestra coyuntura local. La meta # 5 nos habla de crear ciudades que tomen en consideración la vulnerabilidad de los diversos sectores hacia los desastres naturales. Estamos hablando de ciudades resilientes, una pequeña palabrita a la cual no se hace referencia de manera directa en la nomenclatura de los ODS, pero que ciertamente es mucho más que un adjetivo de una ciudad sostenible. Una ciudad resiliente es aquella que se puede adaptar a diversos cambios drásticos y que cuenta con medidas apropiadas para recuperarse de diversos desastres naturales y ambientales.

Es una ciudad que evalúa, planifica y actúa para prepararse y responder a diversos riesgos. Inmediatamente se nos viene a la mente la vulnerabilidad de la ciudad de Lima y su poca capacidad de afrontar de manera exitosa los recurrentes desastres “naturales” como huaycos, inundaciones, cortes de luz, entre otras “catástrofes” que han azotado nuestra capital en los últimos años. Pero, ¿qué estamos haciendo para adaptarnos? Sabemos qué este tipo de sucesos serán más recurrentes y extremos, sin embargo, estamos adoptando solo medidas de remediación más no de prevención y preparación. La tragedia en la situación en la que nos encontramos en inminente.

Participé de unos diálogos de Ciudades Sostenibles liderados por el WWF en línea con el lanzamiento de la plataforma Mi Ciudad, con el apoyo de Periferia. Fascinante plataforma y fascinante proyecto. En el diálogo, conversamos sobe los indicadores de riesgo y vulnerabilidad para la creación y mejora de ciudades en nuestro país. Me pareció genial la cantidad instituciones del estado involucradas y colaborando con ese proyecto, así mismo, la cantidad de data que han podido recopilar sobre áreas vulnerables. Esta es una de las cosas que vale la pena recalcar como algo que ya se está haciendo y que debe repotenciarse. Tenemos un serio problema de comunicación de información, el cual nos está entrampando y generando situaciones de duplicidad de esfuerzos y perdida de información muy valiosa en muchos casos.

Por otro lado, otro de las metas del objetivo nos habla de generar áreas verdes y espacios públicos de acceso universal a todos los miembros de la sociedad. De manera directa, esta meta podría entenderse como una necesidad de generar parques y de recuperar espacios públicos. ¿Es posible hacer esto en ciudad tan urbanizada y desarrollada (en cuanto a densidad) como Lima? Yo creo que la respuesta no es solo si, la respuesta correcta es “si, y ya lo estamos haciendo”.

Sabemos que es difícil generar nuevos parques en nuestra ciudad, sin embargo, no podemos negar el gran esfuerzos que están haciendo los alcaldes por mejorar estos espacios y también por recuperar espacios públicos.

Tanto las municipalidades de Miraflores como la de San Borja están realizando esfuerzos importantes. Estas municipalidades han sido bastante astutas para incrementar el área verde del distrito sin tener que necesariamente crear nuevos parques, quizás no brindando ese acceso de manera tan masiva como quisieran, pero si definitivamente permitiéndole al distrito gozar de los beneficios que incorporar ese tipo de espacios conlleva. Sobre los retiros, nada como caminar por una calle con sensación de ser más amplia, volver a sentirnos como peatones, invitados a caminar por las calles.

Qué difícil se me hace pensar en la ciudad del futuro. Cómo podemos pensar en una Agenda al 2050 si muchos de los principales actores de esa época ni siquiera han nacido, si muchos de nuestros problemas, preocupaciones y prioridades no serán las mismas que las de esas generaciones. ¿Acaso necesitamos a niños participando del desarrollo de la Agenda 2050? ¿Es lógico que gente, que muy probablemente ya no esté viva en ese año, sea quien está marcando las reglas del juego? Food for thought…

 







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