
Durante el reciente feriado largo por Semana Santa, más de 1 millón 373 mil personas se movilizaron por las carreteras del país, una cifra que, si bien refleja una reactivación del turismo interno, también deja una huella ambiental preocupante. Según la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran), se realizaron 22,888 viajes interprovinciales, lo que representa un considerable aumento en el tránsito vehicular, y por ende, un incremento en las emisiones de gases contaminantes como el dióxido de carbono (CO₂), óxidos de nitrógeno (NOx) y material particulado (PM2.5).
La mayoría de estos viajes tuvieron como destino las regiones de Ica, Lima y La Libertad, zonas que registraron una alta congestión vehicular, especialmente en los tramos de ingreso y salida. Solo desde Lima hacia el interior del país, se movilizaron 353,580 personas, lo que implicó la circulación de miles de buses y vehículos particulares, la mayoría de ellos con motores a diésel, un combustible conocido por su alta emisión de contaminantes atmosféricos.
Vehículos contaban con certificaciones
Según los datos reportados, más de medio millón de personas viajaron hacia el sur del país, mientras que otros cientos de miles lo hicieron hacia el centro y norte, multiplicando así el tránsito en la Red Vial Nacional. Aunque Sutran destacó que los vehículos contaban con certificados de inspección técnica vehicular y SOAT vigentes, estas medidas no eliminan el problema de fondo: el parque automotor peruano es uno de los más contaminantes de la región, y cada viaje masivo incrementa la huella de carbono colectiva del país.
Desde el interior hacia Lima, otros 370 mil pasajeros también contribuyeron al flujo vehicular de retorno, lo que generó congestión y emisiones adicionales durante las horas punta. En total, las acciones de control y fiscalización contabilizaron más de 648 mil pasajeros en viajes interregionales, lo que refleja una actividad vehicular sin precedentes en estas fechas.
Aunque Sutran destacó la labor de más de 900 inspectores a nivel nacional para garantizar la seguridad vial, no se reportaron acciones específicas para mitigar el impacto ambiental de este fenómeno. La falta de una política pública que regule o promueva opciones de transporte más sostenibles —como vehículos eléctricos, compensación de carbono o campañas de concientización ambiental— deja en evidencia una deuda pendiente en la gestión de la movilidad masiva en contextos turísticos.
En un país donde el transporte es una de las principales fuentes de contaminación atmosférica, la Semana Santa se convierte cada año no solo en una oportunidad para el turismo, sino también en un desafío ambiental urgente.