Vanessa Montezuma Ramos
Gerente general de Arquitectura & Ciudad, estudio de arquitectura sostenible
Actualmente la construcción sostenible en el Perú se encuentra en un escenario muy favorable. En gran parte gracias al impulso del Estado que desde distintos espacios ha generado oportunidades para su crecimiento.
Por un lado, las municipalidades tienen el compromiso de impulsar la sostenibilidad a nivel nacional en varias ordenanzas vigentes que otorgan la bonificación de altura en Lima, Arequipa y Cuzco, además de otras regiones que se sumarán el próximo año. Además, el Bono Mi Vivienda Sostenible ha elevado el nivel de exigencia comparándose con certificaciones de nivel internacional. También se debe destacar el rol del desarrollador inmobiliario que ha apostado por la construcción sostenible.
Sin duda esto ha requerido que muchas empresas que antes no pensaban en incluir la sostenibilidad dentro de sus modelos de negocio ahora lo vean una oportunidad. Ha ayudado mucho a que el consultor experto pueda ser incluido con más facilidad en los grupos de trabajo, porque comprenden que las decisiones que se toman en relación con las estrategias de construcción sostenible se deben ver de manera integral con todas las especialidades, y que cualquier decisión puede afectar todo el desarrollo del proyecto.
Por otro lado, los grandes proyectos como el Aeropuerto Internacional de Chinchero, en el que he tenido la oportunidad de participar, también apuestan por la certificación LEED, y será una de las pocas infraestructuras en cumplir niveles de exigencia de este tipo en Sudamérica. Pero de cara a los próximos años, quedan muchos retos por delante. No es suficiente ver la construcción sostenible solo desde el punto de vista de la eficiencia energética, que es el énfasis que se le ha dado en casi todas las certificaciones vigentes actualmente.
Desde el punto de vista del arquitecto, existen muchas más posibilidades de encontrar sinergias con la construcción sostenible. Partiendo desde el diseño de la envolvente, y trabajando conceptos como la materialidad, la permeabilidad entre el espacio público y el espacio privado, donde el ser humano es el centro del proceso, buscando el confort y la calidad de vida.
La tendencia internacional es ver un diseño comprometido con la sociedad y el medio ambiente, que respeta las tradiciones y formas de vida locales, no tratando de uniformizar con un solo estilo, sino de buscar particularidades en cada lugar donde se emplaza.
Por otro lado, en los próximos años las ciudades van a seguir creciendo de manera acelerada, lo que va a generar que el diseño urbano tenga que replantearse. En ciudades más desarrolladas ya se trabaja el concepto de ciudad desde una óptica de aplicar la tecnología para leer los patrones de las personas y entender sus movimientos para generar insights para intervenir en el espacio público. De esta forma se busca moldear una ciudad más cercana a sus habitantes. Finalmente, algo que ha cambiado completamente las reglas de juego ha sido el COVID-19, que ha acelerado el proceso de transformación digital que ha exigido una adaptación mayor en nuestro estilo de vida.
Desde nuestro estudio, Arquitectura&Ciudad buscamos contribuir con un diseño con responsabilidad social y ambiental. Hemos tenido un gran impulso gracias a la certificación EDGE desde el 2016 y seguimos trabajando con mucha fuerza para llegar a casi 200 mil m2 certificados en EDGE, LEED y el Bono Mi Vivienda Sostenible.
Nuestro enfoque siempre ha sido que la arquitectura y la ciudad son parte de la misma idea, buscando un diseño comprometido con el lugar y sus habitantes.