Medio ambiente - Cambio climático

¿Por qué el teletrabajo es un gran aliado para reducir la huella de carbono?

Con un día adicional de trabajo remoto a la semana, en ciudades como Barcelona o Madrid se podrían evitar emitir más de 400 toneladas diarias de dióxido de carbono. Su aporte proviene principalmente de la reducción de los viajes al centro laboral que resulta en una menor huella de carbono para la empresa.

Por Milagros Bracamonte

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La pandemia de COVID-19 ha transformado la forma en la que trabajamos, dando lugar a un rápido y generalizado aumento del teletrabajo a nivel global. Este cambio no solo tiene beneficios para la productividad y la calidad de vida de los empleados, sino que también puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la huella de carbono. Así lo demuestra un estudio desarrollado por la Universidad de Cornell (Estados Unidos), el cual señala que el teletrabajo en ese país puede reducir hasta en un 58 % la huella de carbono frente al trabajo presencial.

Bajo ese contexto, Dayner López, auditor externo en Icontec del Perú, señala que el impacto de la huella de carbono por trabajo remoto en lugar de trabajo presencial se da en el transporte, una fuente de emisión altamente reportada: “En el trabajo remoto no existe un traslado, por ello, se estarían evitando miles de emisiones. El nivel cuantitativo dependerá de la cantidad de trabajadores que tiene una organización que efectúa esa modalidad”.

Según el informe Un año de teletrabajo: su impacto en la movilidad y en las emisiones de CO2, publicado por la organización ecologista Greenpeace del 2021, solo con añadir un día más de teletrabajo a la semana en ciudades como Madrid o Barcelona se reduciría en un 3 % las emisiones de CO2 del transporte general y un 7.8 % en las emisiones producidas por los desplazamientos al trabajo. Con ello, se podría llegar a ahorrar más de 406 toneladas diarias de dióxido de carbono en la ciudad de Madrid o 612 toneladas en Barcelona.

Para Débora Carracedo, gerente general de ApiMetric, el trabajo remoto tendría un impacto ambiental positivo extra, ya que contribuiría a mejorar la calidad del aire al reducir las emisiones de gases tóxicos, como el óxido de nitrógeno y otras partículas contaminantes provenientes de la quema de combustibles utilizados en el transporte.

“Al eliminar o minimizar los viajes diarios al trabajo, disminuimos las emisiones generadas por el transporte personal y público. Asimismo, la reducción de la operación en oficinas contribuye a disminuir el consumo de energía utilizada en equipos para calefacción, aire acondicionado, iluminación, etc. Pese a que trabajar desde casa puede incrementar el uso de energía en los hogares, este aumento es menor en comparación con la energía generada en una oficina”, indica.

Débora Carracedo – Gerente general de ApiMetric

“Al eliminar o minimizar los viajes diarios al trabajo, disminuimos las emisiones generadas por el transporte personal y público».

¿Cómo medir su impacto en el trabajo remoto?

Es necesario ser consciente de que el trabajo remoto puede tener implicaciones ambientales tanto positivas como negativas. Por un lado, puede reducir las emisiones vinculadas con los desplazamientos diarios y el funcionamiento de las instalaciones comerciales, lo que podría resultar en una disminución global de la huella de carbono. Sin embargo, el incremento del consumo de energía en el hogar y el uso de dispositivos electrónicos pueden contrarrestar estos beneficios. En ese sentido, medir la huella de carbono del trabajo remoto permite a las organizaciones evaluar estos impactos y tomar medidas para mitigar cualquier efecto negativo.

Dayner López sugiere que “para medir el impacto del trabajo remoto en una organización se debe hacer una comparativa de las emisiones cuando hay trabajo presencial (relacionado con el transporte del personal casa-trabajo) y cuando se efectúa de forma remota para con ello determinar la cantidad de TnCO2eq (Toneladas de CO2 equivalente) evitadas”.

Dayner López – Auditor externo en Icontec del Perú

Una fuente de emisión relacionada al trabajo remoto es el uso de energía. Ante ello, López agrega que la organización puede estimar el consumo de energía diario por el uso de equipos (laptos y/o computadoras) y multiplicarlo por la cantidad de trabajadores. Ese consumo se multiplica por la cantidad de días trabajados al año y con ello se obtiene el consumo anual que se multiplica con el factor de emisión de consumo de energía para determinar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en TnCO2eq por el trabajo remoto.

Por su parte, Débora Carracedo manifiesta que las metodologías para calcular la huella de carbono permiten estimaciones sobre el nivel de actividad incluso cuando no se dispone de datos directos. En ese sentido, recomienda a las empresas hacer uso del Decreto Supremo N.° 002- 2023-TR que aprueba el reglamento de la Ley del Teletrabajo. Este ofrece tablas informativas que ayudan a calcular el consumo eléctrico en dos escenarios específicos: trabajadores que utilizan una PC y aquellos que utilizan una laptop.

Además, menciona que las empresas pueden recopilar información adicional mediante encuestas para conocer los hábitos de consumo energético de sus empleados. Esta información, además de dar a conocer el consumo de energía eléctrica, ayudará a identificar otros factores significativos como el ahorro en transporte y la reducción de emisiones relacionadas con el desplazamiento.

“La medición de la huella de carbono es un paso fundamental hacia la sostenibilidad a largo plazo. Esta medición proporciona a las organizaciones una comprensión clara de su impacto ambiental, lo que les permite identificar áreas de mejora y establecer objetivos de reducción de emisiones”, indica.

Innovaciones en la medición y reducción

En el Perú, una persona puede llegar a producir, como mínimo, 3.67 toneladas de CO2 anuales, de acuerdo con la calculadora de huella de carbono desarrollada por la organización Libélula, que considera detalles como métodos de transporte, producción de residuos sólidos y el consumo de alimentos y energía. Ante este panorama, la búsqueda de soluciones innovadoras para medir y reducir la huella de carbono se ha convertido en una prioridad para empresas, Gobiernos y organizaciones de todo tipo.

En esa línea, Débora Carracedo explica que la Inteligencia Artificial (IA) se ha vuelto también una herramienta clave para recopilar y gestionar datos ESG, ya que contribuye a mejorar el desempeño ambiental de las empresas y facilita la toma de decisiones informadas. Asimismo, las plataformas digitales que integran datos en tiempo real están permitiendo a las empresas monitorizar y gestionar más efectivamente su impacto ambiental.

Otro enfoque innovador que destaca es el secuestro de carbono en el suelo, ya que utiliza la capacidad natural de los suelos para capturar y almacenar carbono orgánico. A diferencia de las soluciones tecnológicas como CCS y DAC, este mecanismo se basa en prácticas de manejo agrícola y forestal que mejoran la capacidad de almacenamiento de carbono del suelo, contribuyendo no solo a la reducción de la huella de carbono, sino también a la mejora de la calidad del suelo y la biodiversidad.




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