Por: Arturo Caballero
CEO A2G
En mis 25 años de experiencia trabajando en temas relacionados al medio ambiente y el cambio climático, veo que hoy en día, más que nunca, las empresas cuentan con un genuino interés respecto a saber reconocer los riesgos que están fuera de su control y conocer las herramientas para poder identificarlos y luego manejarlos de la mejor manera posible.
La pandemia ha sido una alarma para poder visualizar otros tipos de riesgos que son latentes y que no se les había prestado la debida atención. El cambio climático es el principal riesgo actual para las empresas. Será la mayor megafuerza que las impactará y que cambiará la forma de hacer sus negocios de manera permanente. Es un problema que sabemos está presente, que viene en “cámara lenta” a diferencia de lo rápido que nos cayó encima el COVID-19, pero que si no actuamos, hará que este virus parezca solo un pre-aviso de lo que nos ocurrirá en un futuro, afectando sobre todo, a las generaciones más jóvenes.
Son 25 años nadando muchas veces contra la corriente. Tratando que se escuche y se entienda el peligro al que cada vez nos estamos acercando. Al peligro al que estamos exponiendo a nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Parece que la propia naturaleza nos ha tenido que mostrar lo frágiles que somos como humanidad y lo importante que es tener una “reacción en conjunto”, como sociedad. Nunca antes habíamos sido tan dependientes entre unos y otros. Hoy dependemos de todos, que cada quien haga su parte y así salir de esta situación.
Nada es más importante que nuestra salud, a un nivel planetario jamás visto antes. Este es el sentimiento que a mi parecer está filtrándose en todas las empresas grandes y pequeñas, aun en las más incrédulas, para hacer que reaccionen y piensen de otra manera. Piensen en una gestión más solidaria, donde incluyan intereses comunes y busquen soluciones más globales. Creo que los pasos hacia este futuro esperado, están dándose más rápido que antes. Solo esperemos que aun lleguemos a tiempo.
Ahora bien, para poder aportar y ser más consecuentes con esta nueva visión, se requiere de compromiso. Pero este compromiso debe hacerse con aportes sustantivos, que “signifiquen”. Deben tomar en cuenta que la ciencia tiene definido hacia donde debemos llegar y el “cómo” debemos hacerlo. La ruta está trazada, las metas están definidas. Ahora deberán aterrizarse estas metas por sectores y por cada empresa. Cada quien debe adecuar su negocio y su estrategia comercial para ser climáticamente sostenible en el tiempo. Deberá incorporar una meta acorde a lo que se necesita globalmente. Deberá incluir una meta con mayor “ambición”.
La iniciativa Science Based Targets/ Objetivos Basados en la Ciencia (SBT, por sus siglas en inglés) hoy en día toma una mayor relevancia. Esta iniciativa que se crea en el 2015 a través de una asociación conjunta entre el Carbon Disclosure Project (CDP), el Pacto Global de las Naciones Unidas (UNGC), el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y World Wide Fund for Nature ( WWF, por sus siglas en inglés) presenta un conjunto de objetivos basados en la ciencia, con la finalidad de proporcionar a las empresas, una ruta clara para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadoras del calentamiento global y consecuentemente de los cambios climáticos.
Un objetivo de reducción de emisiones se define como “basado en la ciencia” si se desarrolla en consonancia con la escala de reducciones necesarias para mantener el calentamiento global por debajo de 2 ° C respecto de los niveles preindustriales.
Es decir, el objetivo de reducción de una empresa, se alinea con lo que realmente es requerido para lograr las metas globales frente al cambio climático.
SBT (www.sciencebasedtargets.org) ayuda a las empresas a comprometerse y cumplir con los objetivos basados en la ciencia, al evaluar y aprobar de forma independiente cualquier objetivo que se establezca y al ofrecer recursos, talleres y orientación para reducir las barreras para su adopción. El objetivo general de la iniciativa es que, los objetivos basados en la ciencia se conviertan en una práctica empresarial estándar y, por lo tanto, las empresas de todo el mundo desempeñarán un papel importante en la reducción de las emisiones de GEI. Como la mayor fuente de emisiones del mundo, el sector empresarial tiene un papel claro que desempeñar en la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Son hoy muchas las empresas alrededor del planeta que se han adherido al esquema y, por lo tanto, se han comprometido a adoptar objetivos basados en la ciencia. Lograr un objetivo basado en la ciencia requiere la cooperación de múltiples divisiones dentro de la empresa. Los profesionales de la sostenibilidad necesitarán asociarse estrechamente con el liderazgo ejecutivo y los gerentes de unidades de negocios en toda la empresa para lograr el objetivo.
Allí está el reto. Las empresas, con este tipo de objetivos, pueden pensar más allá de las soluciones a corto plazo para la reducción de sus emisiones. Podrán impulsar el desarrollo de nuevas innovaciones y tecnologías más eficientes que las beneficien. Podrán crear una mejor reputación y se protegerán frente a futuras regulaciones. Pero sobre todo, habrán entendido que no vasta ponerse una meta por cumplir con un requisito exigido por un inversionista o alguno de sus grupos de interés, sino que esta meta debe alinearse a la meta a la que debemos cumplir como planeta. El aporte de sus metas tendría así una “significancia” para el mundo.