Daniel Guitian
Docente de la Escuela de Economía y Gestión Ambiental de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM)
Las empresas mineras más competitivas incluyen la gestión ambiental no solo como un elemento para el cumplimiento legal, sino además como un componente integral que considera la sostenibilidad social.
Este tipo de empresas, además de cumplir con la aplicación de los instrumentos obligatorios de gestión ambiental, como pueden ser los estudios de impacto ambiental, los programas de adecuación y manejo ambiental, los planes de cierre de mina, los estándares de calidad ambiental y los límites máximos permisibles, en los últimos años también han adoptado procesos internos de planificación, evaluación, monitoreo y auditoría, mediante instrumentos voluntarios de gestión ambiental y responsabilidad social, los cuales pueden incluir políticas y prácticas documentadas de gestión social, evaluaciones de impacto social, planes de gestión social, procesos administrativos para gestionar quejas y reclamos, estrategias de inversión social y medidas para promover el empleo y el desarrollo empresarial a nivel local.
Otra tendencia de la industria minera, y en el sector corporativo en general, ha sido un incremento en los últimos años en el número de empresas que reportan informes de sostenibilidad, ya sea mediante un documento independiente o como parte de un informe corporativo más amplio, el cual puede cumplir con los estándares de la “Iniciativa de Reporte Global”.
Estos avances en la sistematización de la gestión ambiental, pueden contribuir con la generación de confianza en las comunidades locales en la medida que se brinden más oportunidades para la participación ciudadana y se divulguen los indicadores de desempeño asociados a los instrumentos de gestión aplicados.
Entre los principales desafíos de la gestión ambiental para la sostenibilidad social en el sector minero, se encuentra la posibilidad de integrar los instrumentos de gestión de las unidades mineras con los procesos de planificación local y regional, así como coordinar las iniciativas sociales con el gobierno y otras empresas. En este contexto, resulta necesario contemplar la visión de largo plazo en los procesos de planificación y considerar una escala espacial que supere los límites tradicionales del área de influencia de la unidad minera para el establecimiento de medidas que integren aspectos físico-naturales, biológicos y socioeconómicos a nivel de cuenca o provincia.
Por otra parte, la situación actual asociada a la emergencia sanitaria provocada por la COVID-19 ha puesto en evidencia la necesidad de fortalecer los procesos relacionados con la aplicación y evaluación de los instrumentos de gestión ambiental en el sector minero, con énfasis en la sustentabilidad social. Entre los retos actuales se puede mencionar la necesidad de adaptar los instrumentos de gestión al nuevo contexto social en procesos como el monitoreo ambiental, los estudios de línea base, la gestión de desechos bioinfecciosos, la consideración de criterios de salud en los estudios ambientales, la inversión social y los mecanismos de participación ciudadana.
Finalmente, resulta pertinente reflexionar sobre las lecciones de la pandemia actual para afrontar desde el sector minero los desafíos globales con base en los objetivos de desarrollo sostenible, teniendo en cuenta que la gestión ambiental responde al “cómo hay que hacer” para lograr lo establecido en dicho modelo de desarrollo.