Por: Percy Marquina
Director General de Centrum PUCP
El desafío de revertir el cambio climático no es un asunto individual sino colectivo, con el apoyo privado y gubernamental.
En 1988 tuvimos la primera conferencia mundial en cómo la atmósfera se estaba transformando, ante la evidencia notable de que los efectos del gas invernadero estaban afectando la temperatura global. Cuatro años después, se firmó el primer acuerdo global para reducir las emisiones de dióxido de carbono en 20%. Lamentablemente, un acuerdo global no es igual a un llamado a la acción mundial, y seguimos habitando en un mundo que recae sobre el uso de combustibles fósiles que han asegurado un incremento sostenido sobre las emisiones de dióxido de carbono en las últimas décadas.
Es tanto así que aquel acuerdo que en 1988 establecía que para el 2005 debíamos alcanzar una reducción del 20%, tuvo como resultado, muy por el contrario, un incremento del 34% en las emisiones, y, para el 2017, 22% más altas.
Frente a la complejidad del problema del cambio climático y su agravamiento, los esfuerzos individuales de las personas son valiosos, pero no suficientes. El problema que nos aqueja hace un llamado a la política climática que pueda negociar el consenso y alcanzar algo más que la voluntad de las personas, si no la concientización social que demande una obligación para con nuestra propia supervivencia. El pasado año 2020, y el presente, 2021 nos muestra algunos de los cambios más fuertes en temperaturas en todo el mundo, y en el Perú nuestra agenda ambiental tiene otros problemas como enfocarse en la perdida de bosques en la Amazonía, el apoyo financiero para el agro familiar o la minería artesanal, a fin de evitar la propagación de la minería informal.
Sin embargo, muchos de estos problemas, si bien algunos tienen soluciones privadas, requieren de un apoyo institucional más articulado.
Como tal, es el caso de los esfuerzos de las Naciones Unidas para negociar un consenso que tuviera un real impacto sobre las emisiones de dióxido de carbono tras acuerdos que no definieron una meta, como el de Copenhague en el 2009. El acuerdo de París plantea una meta específica de alcanzar una temperatura global sobre los niveles pre-industriales de 1.5ºC para todos los países que firmaron el acuerdo. No obstante, los esfuerzos de estas organizaciones requieren, asimismo, del apoyo gubernamental que pueda promover el compromiso y pasión entre sus habitantes para con estas metas a través de la educación ambiental y las consecuencias de ignorar el problema.