Han transcurrido dos años desde que se registró el mayor desastre ecológico en nuestro país. El 15 de enero de 2022, Repsol protagonizó un derrame de más de 12 mil barriles de petróleo en el mar de Ventanilla, desencadenando una tragedia ambiental que aún perdura, de acuerdo con algunas cifras presentadas por expertos.
Según un estudio realizado por la economista Kely Alfaro, al menos 31 especies de pesca se vieron afectadas por el derrame de crudo, casi el doble que la cifra que la empresa petrolera presentó en la mesa de diálogo con asociaciones de pescadores entre marzo y abril del 2023.
Las especies más perjudicadas son: la lorna, la chita, el pejerrey, el lenguado, la corvina y la lisa. Esta realidad ha dejado a los afectados consumiendo posibles peces contaminados, exponiéndolos a riesgos de salud.
En tanto, las familias de pescadores en Ventanilla enfrentan pérdidas económicas estimadas en 149.714 soles por familia, según un estudio respaldado por CooperAcción y Oxfam en Perú.
A pesar de los esfuerzos del Padrón Único de Afectados, elaborado por la Presidencia del Consejo de Ministros, se denuncia que cientos de afectados aún no figuran en la lista. La Defensoría del Pueblo aboga por un cronograma de actividades para identificar a cada afectado. Cabe mencionar que, hasta marzo del 2023, se han registrado a más de 10.200 afectados por el incidente.
Rehabilitación ambiental no inicia
Dos años después del derrame de más de 12.000 barriles de petróleo de Repsol en el mar peruano, la situación en Ventanilla sigue siendo alarmante, según informes de la Dirección General de Capitanías y Guardacostas del Perú (Dicapi).
El organismo sostiene que Repsol no habría cumplido con la debida diligencia en el monitoreo, control y combate del derrame, resultando en la persistencia de petróleo por encima de los estándares de calidad ambiental en el mar de Ventanilla. Además, el fondo marino de playas en Aucallama, Chancay y Huacho aún se ve afectado, según la evaluación del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) hasta agosto del 2023. A pesar del tiempo transcurrido, al menos 25 de las 30 playas de baño y recreación permanecen contaminadas, según datos del Ministerio de Salud.
Por su parte, la Defensoría del Pueblo destaca en su informe la necesidad inminente de continuar con las labores de evaluación y supervisión ambiental y sanitaria para abordar la persistente contaminación derivada de la presencia de petróleo en la zona.
«Pese al tiempo transcurrido, no se contaba con las condiciones para un desarrollo normal de las actividades extractivas de recursos hidrobiológicos relacionadas con la pesca artesanal», aseguró la institución.
Adicionalmente, desde octubre de 2023, se recomendó al Ministerio de la Producción aplicar restricciones a la actividad de pescadores artesanales en las áreas afectadas. Aunque el Instituto del Mar del Perú (Imarpe) proporcionó recomendaciones, estas al parecer no fueron consideradas por el Ministerio.
La Defensoría también resalta que en diciembre de 2023 venció el plazo para implementar el Plan Post Declaratoria de Emergencia Ambiental, crucial para el seguimiento de las acciones de rehabilitación y recuperación ambiental. A pesar de la importancia de esta medida, liderada por el Ministerio del Ambiente, lamentablemente, no se llevó a cabo.
En medio de estas circunstancias, el recuerdo del 15 de enero de 2022 persiste como un recordatorio doloroso de un desastre ambiental que dejó secuelas imborrables en las aguas, playas y vidas de los afectados.
Repsol sostiene que zona afectada está apta para uso
Por su parte, la petrolera española Repsol aseguró las playas peruanas afectadas por el derrame de La Pampilla en 2022 vuelven a ser aptas para los viajeros. “Las playas del norte de Lima, especialmente las de Ancón, así como las de Ventanilla, Santa Rosa, Chancay y Aucallama, están listas desde hace meses para la pesca, el comercio y las actividades recreativas”, indicó en un comunicado.
La empresa insistió en que las playas cumplían las normas de calidad ambiental tanto nacionales como internacionales, según informes de laboratorios reconocidos y certificados, así como de las autoridades locales.
Cifras que no se olvidan
El 15 de enero del 2022 se derramaron cerca de 12 mil barriles de petróleo frente al mar de Ventanilla, en el Callao, en una de las estaciones de la Refinería La Pampilla operada por Repsol.
El derrame del crudo causó que el número de playas contaminadas asciendan a 24, entre ellas zonas protegidas. También, dejó a muchas especies marinas afectadas y en peligro de extinción. Se conoció que el área afectada era de 7,139,571 metros cuadrados en el mar y 1,800,490 metros cuadrados en tierra aproximadamente.
Este desastre ambiental no solo contaminó las aguas y las playas, sino además perjudicó las actividades económicas de cientos de pescadores, comerciantes y operadores turísticos. Tras estas cuantiosas afectaciones, autoridades de diferentes sectores señalaron que los daños son irreversibles.
Según el análisis de especialistas de OEFA, realizado entre mayo y junio de este año, en el grupo de las zonas aún afectadas se encuentran Punta Mulatas y Playa de Ancón, en el distrito del mismo nombre. En este caso, los valores de concentración de hidrocarburos registrados sobrepasan los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) para agua, lo cual representa un riesgo para los ecosistemas marinos y costeros.