
Ciencia, innovación y tecnología - Ciencia y tecnología
La implementación tecnológica debe responder al negocio y al talento humano
La adopción tecnológica no garantiza la transformación. Solo cuando la innovación se alinea con los objetivos del negocio, se conecta con las personas y responde a una visión clara, genera un cambio real y sostenible.
Quizá nunca antes una tecnología se había adoptado con tanta rapidez. La inteligencia artificial (IA), en especial en su versión generativa, avanza a un ritmo que supera incluso el de la computadora personal o el internet en sus primeros años1 . Según la firma especializada International Data Corporation (IDC), el uso global de la IA generativa creció del 55 % en 2023 al 75 % en 2024, lo que evidencia no solo su rápida expansión, sino también su consolidación como una herramienta protagonista dentro de las organizaciones.
Este avance tecnológico no solo transforma la forma en que operan las empresas, sino que también está dejando una huella importante en la sostenibilidad. Para Federico Gálvez-Durand, consultor en Gestión de Proyectos de Tecnología de la Información (TI), el impacto de tecnologías como la IA en los procesos de negocio es profundo: su implementación permite optimizar recursos, por ejemplo.
Sin embargo, para que ese resultado sea realmente positivo, es clave comprender cómo y en qué medida la implementación tecnológica puede contribuir a los objetivos del negocio. No se trata solo de adoptar herramientas por moda, sino de integrarlas estratégicamente para generar valor real y sostenible.
“Lo más importante, considero, es tener una estrategia clara en sostenibilidad: reducir la huella de carbono, transformar los procesos hacia modelos más sostenibles, y recién ahí incorporar la tecnología, no al revés”, indica.

Cuando la tecnología sigue al negocio
Es fundamental que las empresas definan una estrategia clara en cuanto a qué objetivos persiguen, cómo piensan alcanzarlos y qué ruta seguirán. Solo entonces la tecnología entra en juego como un habilitador. En este escenario, una pregunta vital no es qué tan avanzada es la tecnología, sino si realmente generará un valor duradero para la empresa y su talento.
De hecho, no todas las organizaciones están logrando traducir sus inversiones tecnológicas en resultados concretos. Un estudio de Deloitte (2024) da cuenta de que solo entre el 50 % y el 75 % de las empresas consideran que realmente están obteniendo valor de sus principales inversiones en herramientas como la planificación de recursos empresariales (ERP), la arquitectura de datos, las plataformas en la nube, así como la inteligencia artificial tradicional y generativa.
José Luis Wong, gerente general de Manapro Perú, advierte que toda inversión tecnológica debe estar alineada desde el inicio con la estrategia del negocio.
“Lo interesante es que la verdadera transformación ocurre cuando estas tecnologías se integran estratégicamente y están alineadas con los objetivos empresariales”, señala.
“No se puede implementar una tecnología solo porque está de moda o porque la competencia ya lo hizo. Ahí es donde los especialistas intervenimos: primero entendemos el negocio y, a partir de eso, definimos qué se necesita, cuánto se debe invertir y cuál será el retorno”, añade.

Por su parte, José-Carlos De Piérola, socio de estrategia social y gerente general de ERM para Perú y Ecuador, enfatiza que el primer paso es identificar qué indicadores persigue la empresa a nivel corporativo y qué compromisos ha asumido en sus políticas internas.
“A partir de esos lineamientos, la tecnología que se implemente debe cumplir con dos condiciones esenciales”, sostiene.
Para el especialista, el primero es que debe tener un impacto directo en los indicadores clave del negocio; y, segundo, ser financieramente viable: “Así, se asegura tanto el respaldo de la alta dirección como el cumplimiento de las políticas corporativas. Además, todo debe estar alineado con el presupuesto definido por la empresa”, explica.
El factor humano y liderazgo
Federico Gálvez-Durand resalta que una verdadera transformación digital se sostiene sobre tres pilares fundamentales: la tecnología, los procesos del negocio y el capital humano: “Los tres deben estar alineados, porque si uno falla, toda la iniciativa puede venirse abajo. Y, sin duda, el más crítico y desafían te es el factor humano”.
Menciona, en su experiencia, un caso de implementación de una herramienta digital de trazabilidad que, pese a su alto nivel técnico y funcionalidad, terminó siendo descartada. Debido al tiempo para su desarrollo, al llegar a manos de un nuevo equipo, que no participó en su diseño inicial, la solución fue considerada poco útil y finalmente abandonada.
Para evitar estos fracasos, continúa, la gestión del cambio resulta clave. Todo proyecto tecnológico debe ir acompañado de una estrategia que involucre al personal desde el inicio hasta la puesta en marcha: “De lo contrario, al llegar a operaciones, el equipo puede no comprender, no saber usar o simplemente no querer adoptar la solución. Además, tener a los líderes adecuados al mando del proyecto marca la diferencia”.
La importancia del liderazgo idóneo también se refleja en las nuevas dinámicas organizacionales. Según una encuesta reciente de Deloitte, el 30 % de los ejecutivos considera clave que los directores de tecnología y transformación digital trabajen en conjunto con el área de recursos humanos para optimizar la colaboración entre personas y máquinas. Incluso, un 11 % plantea que el rol del Chief Human Resources Officer debería transformarse en un “jefe de recursos humanos y de máquinas”.
En ese contexto, el rol del líder detrás del proyecto se vuelve determinante. Es fundamental que quienes estén al mando sepan detectar a tiempo las brechas dentro del equipo, ya sea en conocimientos, habilidades o preparación para adaptarse a nuevas herramientas. Solo así será posible acompañar el cambio con acciones concretas y sostenibles.
Sobre este punto, José Luis Wong destaca que toda transformación requiere, además de tecnología, un cambio cultural bien gestionado. Involucrar al personal que será impactado y detectar líderes internos que puedan actuar como agentes de cambio es esencial.
“La cultura organizacional es un factor crítico en el éxito o fracaso de cualquier iniciativa tecnológica, y su sostenibilidad en el tiempo. Es necesario que las personas dentro de la organización la adopten, la utilicen y la hagan evolucionar mediante la solicitud de mejoras y nuevas funcionalidades”, añade.
En ese proceso, la preparación de los colaboradores frente a nuevas tecnologías es un eslabón determinante. Aquí, el liderazgo cobra un papel central: son los líderes quienes deben identificar necesidades de formación, motivar el aprendizaje continuo y asegurar que la tecnología se integre de forma efectiva en la rutina laboral. Caso contrario, un mal proceso de adaptación puede traducirse en baja productividad o resistencia al cambio.
42 % de encuestados por Deloitte identificó como una de las barreras, para obtener valor de sus inversiones tecnológicas, la falta de información clara.
A propósito, no todos los trabajadores perciben beneficios inmediatos con la incorporación de estas tecnologías. Una encuesta de la plataforma Upwork reveló que el 77 % de los colaboradores considera que el uso de IA ha incrementado su carga de trabajo y reducido su productividad. Asimismo, otra investigación2 expuso que el 61 % afirma que esta aumentará el agotamiento.
Por otro lado, un entorno laboral donde los colaboradores están capacitados puede marcar una diferencia significativa en su desempeño. Una investigación de la Escuela de Negocios de Harvard, basada en 700 participantes, reveló que el uso de IA generativa puede aumentar hasta en un 40 % el rendimiento de trabajadores altamente calificados, siempre que se emplee dentro de sus límites funcionales. No obstante, cuando se utiliza de forma inadecuada, el rendimiento puede caer hasta en un 19 %.
Una transformación real
José-Carlos De Piérola señala que los líderes deben tener claridad sobre los objetivos del negocio, los intereses de los inversionistas y el rol de la empresa dentro de su ecosistema. Solo así es posible asumir con decisión los riesgos que implica innovar. Cuando se tiene una visión clara, el camino para apostar por soluciones nuevas y sostenibles se vuelve más definido.
“A veces, la innovación surge cuando no tienes otra alternativa. Cuando enfrentas un problema mayor, te ves obligado a probar, innovar y asumir riesgos. No es el escenario ideal, pero lo importante es que, cuando los líderes tienen una visión objetiva y objetivos claros, pueden prever distintos escenarios y, con base en ellos, establecer cómo adoptar gradualmente nuevas tecnologías que hagan el trabajo más eficiente”, explica.

De acuerdo con el informe Tendencias Globales de Capital Humano 2025 de Deloitte, los líderes enfrentan el reto de integrar y coordinar tecnologías en un entorno donde las fronteras entre ellas son cada vez más difusas. Aunque el 62 % de los encuestados reconoce que esta capacidad es crucial para el éxito organizacional, solo el 28 % afirma estar tomando acciones concretas para abordarlo. Estas cifras dan cuenta de una brecha entre las expectativas y lo que se viene haciendo.
Más allá de que una tecnología esté alineada con el core del negocio y las expectativas de la alta dirección, su implementación solo será exitosa si los colaboradores comprenden cómo esta herramienta les genera valor en su trabajo diario y cómo impacta directamente en sus indicadores de desempeño, resalta José-Carlos De Piérola. Ese entendimiento es el quid para lograr una adopción efectiva y sostenida.
“Necesitan entender cómo les aporta valor a ellos, a sus KPI. Puedes tener la mejor tecnología del mundo, pero si eso hace que trabajes el doble, no es eficiente. Quizá tampoco lo sea en términos de costo, en el sentido de que estás pagando por algo que se rehace y que además implica perder horas hombre”, enfatiza.
La encuesta Tendencias Globales de Capital Humano 2025 de Deloitte consideró cerca de 10 000 líderes empresariales y de recursos humanos de 93 países.
En un panorama de rápida transformación, el verdadero valor de la tecnología no radica únicamente en su sofisticación técnica, sino en su capacidad de integrarse estratégicamente con la cultura organizacional, los objetivos del negocio y el desarrollo del talento. Sin una visión clara, liderazgo comprometido y una gestión efectiva del cambio, incluso las herramientas más avanzadas pueden fallar en su propósito.
La adopción de inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes exige más que inversión: requiere convicción, preparación y una comprensión profunda del impacto que generan en las personas. Al final, la tecnología por sí sola no transforma una organización; son las personas las que, con las herramientas adecuadas, impulsan un cambio sostenible y duradero.
“Podemos concluir que la tecnología puede ser muy poderosa, pero sin una cultura organizacional que la respalde, su impacto en la generación de valor y ventajas competitivas podría ser muy limitado”, finaliza José Luis Wong.