Medio ambiente - Cambio climático

Desafíos y habilitantes estratégicos para la transformación sostenible de Latinoamérica y Perú

Por Stakeholders

Lectura de:

Por Pablo Vega Buccicardi
Director del Centro de Innovación y Economía Circular (CIEC) – Perú y Gerente General de Consultoría en Estrategia y Alta Dirección (CIVE)

Latinoamérica y, especialmente, el Perú tienen dos desafíos profundos. Por una parte, comprender que no existen empresas exitosas en sociedades fracasadas y, por otro lado, comprender que, sino desacoplamos el crecimiento económico del impacto ambiental, tendremos graves problemas económicos, sociales, políticos y ambientales.

¿Por qué es urgente reflexionar y actuar sobre estos dos desafíos?

Porque 214 millones de personas viven en situación de pobreza, 34,7% de la población de la región, es la proyección emitida por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en el nuevo contexto global y regional. Esto representa un aumento de 28 millones de personas con respecto a 2019, principalmente como resultado de la pandemia. Esta cifra es una mala noticia en sí misma, pero es aún peor cuando vemos que desde 2015, hemos estado enfrentando un retroceso sistemático en los avances logrados entre 2002 y 2014, cuando la pobreza bajó del 45,5% al 27,8% de la población.

Lo que se presenta arriba muestra que la COVID-19 está acelerando, profundizando y haciendo visible ciertas tendencias que ya estaban presentes, y parecen estar más asociadas a factores estructurales, expresados en la caída del crecimiento promedio del Producto Interno Bruto (PIB), de 6% a 0,2% en el período 2010-2019. Dadas las circunstancias, es necesario reconocer que, incluso una vez superada la pandemia, y recuperando progresivamente el dinamismo económico, los cimientos sobre los que se sustenta el desarrollo de la región están en una acelerada trayectoria de agotamiento.

La trampa del ingreso medio: el desafío de esta década para América Latina

Países con ingresos medios entre U$ 9 mil a U$ 22 mil ingreso per cápita y que han tenido épocas de crecimiento económico y reducción de la pobreza. Sin embargo, ese es precisamente el nivel de ingreso en el que muchos países caen en lo que se denomina “la trampa de los países de ingreso medio”. La trampa consiste en la dificultad de sostener por más de una década crecimientos superiores a 5%, acompañados de reducción de las desigualdades y de consolidación y perfeccionamiento de las instituciones democráticas. Países que tienen todo para dar un salto al desarrollo, fracasan debido a tres factores interrelacionados. Baja competitividad y productividad, débiles instituciones políticas y económicas más extractivistas que inclusivas y, finalmente, una falta de cohesión y protección social.

Algunos habilitantes estratégicos para pensar y actuar en territorios latinoamericanos y, en especial, Perú

• Ecosistemas económicos y territoriales. Los recursos económicos y de infraestructura suelen ser escasos. En estos escenarios, la colaboración parece presentarse clave para el buen funcionamiento de los ecosistemas económicos y para su desarrollo. Entender los roles y el valor que los diversos actores aportan en su ecosistema, y las dinámicas de interacción entre ellos, es un paso necesario para formular estrategias de fortalecimiento y desarrollo de dichos ecosistemas. Pasar de la mirada sectorial a la mirada de encadenamientos productivos y especialización inteligente en territorios.

• Economía circular como marco estratégico. Entenderla como una declaración política, la economía circular permite la convergencia de varios intereses que parecen estar en conflicto dentro de la sociedad, como el crecimiento económico y ambiente; equidad social y libre mercado, comercio y sociedad, entre otros.

• La importancia de la innovación basada en la ciencia. La ciencia, la tecnología y la innovación son condiciones sine qua non para su implementación. Hacer una transición de una economía lineal a una circular requiere la generación de innovaciones basadas en la ciencia que van desde la sensorización de procesos hasta la generación de negocios. Esto modela y crea campos tan diversos como las energías renovables y el big data.
• Industrialización 4.0. En el centro de la economía circular está la industrialización y la fabricación. A pesar de la idea de que la economía circular es lo mismo que el reciclaje ha ganado popularidad, esto es completamente equivocado. Tanto a nivel conceptual como práctico, busca propiciar un cambio en la forma que producimos, no solo en la parte final del proceso. Por eso en la economía circular el mayor esfuerzo está en fomentar la transformación, junto con la industria 4.0 y hacia la reindustrialización de los países de la región.

• Gestión de la crisis medioambiental. El medio ambiente es origen y objetivo. El modelo de economía circular se puede entender como restaurador y regenerador por diseño, cuyo propósito es mantener los productos, componentes y materiales de máxima utilidad y valor a lo largo de su ciclo de vida. En consecuencia, este modelo busca desvincular el crecimiento económico del consumo de recursos finitos en el planeta.

Tal como señala Andree Henríquez, director ejecutivo en Centro Tecnológico de Economía Circular de la Macrozona Norte de Chile, “un modelo de economía circular es uno de los caminos que se abren por delante para Latinoamérica y el Caribe en su lucha contra la pobreza”. Aunque la principal preocupación hoy es contener los efectos de la pandemia de COVID-19, no se debe olvidar que esto está sucediendo en una región que ya mostraba signos evidentes de falta de crecimiento, desigualdad social y negligencia ambiental, dando paso a grandes ‘estallidos’ sociales en Chile, Colombia, Bolivia y Ecuador durante 2019. Por lo tanto, las soluciones de emergencia no deben eclipsar la necesidad de avanzar hacia un profundo proceso de transformación que tenga como objetivo el desarrollo sostenible de la región. Mientras muchos se preguntan si tras la pandemia seguiremos siendo la misma región, la respuesta dependerá en gran medida de si nuestro modelo económico social permanece invariable o decide su transformación.

Es momento de reimaginar y actualizar nuestro modelo económico y nuestra manera de pensar, hacer y consumir con las nuevas condiciones del siglo XXI, incorporando a la sociedad, al medio ambiente y las nuevas tecnologías de la cuarta revolución industrial.

En esta aceleración de transformaciones que estamos viviendo y el mundo poscoronavirus que enfrentaremos, estamos en un momento crucial y, tal como señala el historiador israelí Yuval Noah Harari, “las decisiones que tomemos reconfigurarán el planeta”.




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