Derechos humanos

Caso Manta: la lucha de las sobrevivientes para lograr justicia

Existen un total de 4866 víctimas de violación sexual y 207 hijos producto de estos abusos, según el Registro Único del Consejo de Reparaciones, que identifica las víctimas del proceso de violencia ocurrida entre mayo de 1980 y noviembre del 2000.

Por Stakeholders

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El informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) marcó un antes y un después en la historia del Perú. Una oportunidad de sanar y reconstruir al país desde el derecho a la memoria histórica. A través de información y testimonios de primera línea, el documento permite visibilizar las atrocidades cometidas durante el conflicto armado interno y reconocer sus causas.

El informe fue redactado en base a casi 17 mil testimonios recogidos a nivel nacional sobre los hechos ocurridos entre 1980 y 2000. En los cuales se narran las graves violaciones a los derechos humanos como ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, tortura, secuestro, violación sexual, embarazo forzado, etc.

Las situaciones de desigualdad y discriminación que existían dentro de la sociedad peruana antes de empezado el conflicto recrudecieron los hechos. Además, la CVR reconoció que las diversas violencias ejercidas afectaron de forma distinta a hombres y mujeres, siendo estas últimas las más afectadas. 

Hasta agosto de 2016, la CVR registró 538 casos de violación sexual, de las cuales 527 fueron contra niñas y mujeres analfabetas de entre 10 y 29 años. Niñas y mujeres en su mayoría quechuablantes, campesinas y dedicadas a labores domésticas y agrícolas. 83% de los perpetradores de estas violaciones fueron integrantes de las FF. AA y la mayoría de violaciones sexuales se dieron en Ayacucho y Huancavelica, lugares cercanos a las bases militares contrasubversivas. 

Este 28 de agosto del 2022 se cumplen 19 años desde la publicación de este documento de nueve tomos que narra el horror que vivió el Perú durante 20 años de violencia.

El caso Manta

En Manta, provincia de Huancavelica, la violencia sexual ejercida por los integrantes del Ejército contra las niñas y mujeres de la comunidad fue una práctica generalizada. En muchas oportunidades, los oficiales a cargo de la dependencia militar cometían directamente los abusos, mientras que en otras los fomentaron e incluso ordenaban a sus subalternos que los cometieran.

“Este caso no solo involucra a soldados del Ejército Peruano, sino a oficiales y suboficiales, uno en grado de capitán. Por todas las circunstancias que rodearon estos casos es evidente que los crímenes se cometían de manera generalizada. Yo no puedo afirmar que había órdenes para llevar acabo esos delitos, ni que los oficiales de mayor grado conocían la situación, pero se debió tener un mayor control de lo que hacía el personal en las bases militares”, sostuvo Víctor Álvarez, abogado del caso por la organización DEMUS.

El soldado le pidió que fuera su enamorada y le dijo que quería casarse con ella. S. lo rechazó y el soldado, molesto, le gritó: «si quieres estar conmigo a buena hora pues, yo te voy a matar si no te confías». Posteriormente, la empujó a la cama, le quitó la ropa, mientras la joven se resistía. El soldado la violó.

Testimonio incluido en informe de la CVR

Los cuerpos de las mujeres fueron utilizados como botín de guerra para implantar el terror en la comunidad e imponer el control militar. Actualmente se ha logrado llevar a juicio a 13 ex militares acusados de violar a 9 mujeres de la comunidad de Manta en Huancavelica durante el conflicto armado interno. 

Después del quiebre del primer juicio oral, se inició un nuevo juicio oral desde hace 3 años, el cual ahora se encuentra en etapa de declaraciones de testigos. “Ellas tienen una representación de sí mismas que se ve dañada, la representación de sus cuerpos (…) es la sensación de estar marcada de por vida, sucia y toda la estigmatización que carga una víctima”, señaló la psicóloga y testigo experta Paula Escribens en una reciente audiencia del Caso Manta.

Como menciona Paula, tanto las mujeres del caso Manta como el país tienen marcas profundas por las violencias ocurridas durante el conflicto armado interno. Por ello, a casi 40 años de los hechos, las mujeres denunciantes y la defensa del caso exigen que el segundo juicio oral se mantenga con las medidas de cuidado establecidas por la Sala para evitar la revictimización, así como retomar las audiencias públicas y celeridad en el proceso. 

“Las reglas del juego de esta audiencia se establecieron claramente al inicio, el caso era público pero las víctimas declararon el privado, eso se cumplió, pero cuando ya han culminado las declaraciones y hemos solicitado que las audiencias sean públicas nuevamente, la sala estimó que debía continuar siendo privada la audiencia, y la defensa sostuvo que debía considerarse también la presunción de inocencia de sus defendidos”, manifestó Álvarez. 




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