Por Stakeholders

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La administración de Donald Trump ha tomado una de sus decisiones más controversiales al anunciar el cierre definitivo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), una de las instituciones más influyentes en la cooperación internacional. La noticia ha generado incertidumbre tanto en el ámbito político como en el social, ya que esta agencia ha sido un pilar en el financiamiento de proyectos humanitarios, de salud y de infraestructura en países en desarrollo. Más allá de la reestructuración del presupuesto federal, la desaparición de USAID representa un cambio en la estrategia global de ayuda estadounidense, lo que podría afectar a millones de personas en todo el mundo.

Un cierre abrupto con consecuencias inmediatas

El cierre de USAID no solo ha sido una decisión polémica, sino también un proceso ejecutado de manera abrupta. Los trabajadores de la agencia recibieron la notificación con poco margen de reacción y apenas 15 minutos para recoger sus pertenencias antes de ser desalojados de sus oficinas. Este despido masivo es parte de la estrategia del gobierno de Trump para reducir el gasto público y reorganizar la cooperación internacional, aunque las implicaciones de esta medida van mucho más allá de un simple ajuste presupuestario.

Desde su creación en 1961, USAID ha sido una herramienta clave para la política exterior de Estados Unidos, con presencia en más de 100 países y con programas que van desde el desarrollo económico hasta la respuesta ante crisis humanitarias. Su repentina eliminación no solo pone fin a décadas de trabajo, sino que deja en el aire el destino de cientos de proyectos que dependían de su financiamiento.

El impacto en la cooperación internacional y la ayuda humanitaria

La desaparición de USAID significa el fin de uno de los mayores mecanismos de asistencia global. Países de África, América Latina y Asia han dependido de sus recursos para la construcción de infraestructura, la lucha contra enfermedades y el apoyo a comunidades en situación de vulnerabilidad. La agencia ha financiado programas clave en la prevención del VIH, la erradicación de la malaria y la mejora de sistemas educativos en regiones con altos índices de pobreza.

Sin USAID, muchas de estas iniciativas quedan en riesgo de desaparecer, lo que podría generar un retroceso en el progreso alcanzado en materia de salud pública y desarrollo social. Además, la eliminación de la agencia refuerza la tendencia hacia un enfoque más aislacionista en la política exterior de Estados Unidos, dejando un vacío que otras potencias como China o la Unión Europea podrían aprovechar para aumentar su influencia en el ámbito de la cooperación internacional.

¿Mayor participación del sector privado?

Uno de los efectos más inmediatos del cierre de USAID será el aumento del protagonismo del sector privado en la cooperación internacional. Sin embargo, este cambio genera dudas sobre la equidad y sostenibilidad de los proyectos que se implementen en adelante. Mientras que las empresas pueden ofrecer recursos y eficiencia, sus prioridades suelen estar guiadas por intereses comerciales, lo que podría desviar la ayuda hacia sectores más rentables en lugar de enfocarse en las necesidades urgentes de las comunidades más vulnerables.

Este modelo plantea el riesgo de que la cooperación internacional pase de ser un esfuerzo multilateral con objetivos de desarrollo social a convertirse en una herramienta de expansión de mercados. Si bien algunos proyectos podrían mantenerse mediante asociaciones público-privadas, la falta de un organismo regulador como USAID podría comprometer la transparencia y la eficacia de las iniciativas de ayuda.

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