
En los cerros de Campoy, en el Rímac o en Ventanilla, el sonido de una licuadora o el aroma de una sopa caliente ya no son ajenos a los colegios. En medio del bullicio escolar, las cocinas empiezan a cobrar protagonismo. Y es que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) ha iniciado una transformación silenciosa pero poderosa: la implementación de 200 cocinas y almacenes completamente equipados en colegios públicos de Lima y Callao, con el objetivo de llevar alimentos frescos, nutritivos y preparados en el mismo día a más de 57 mil escolares de inicial y primaria.
Lo que podría parecer una mejora de infraestructura es en realidad un giro radical en el modelo de alimentación escolar en el país. Por primera vez, los alimentos no llegarán empacados ni recalentados, sino recién hechos, desde ollas y cocinas industriales ubicadas dentro de cada escuela.
“Esta es una verdadera oportunidad para que nuestros niños coman mejor y aprendan mejor. Ya no es solo recibir un alimento, ahora es parte de su experiencia educativa”, afirma Yuli Aedo Farfán, directora del colegio 0086 Campoy, en San Juan de Lurigancho.
Una inversión que se siente
La iniciativa es ejecutada por Foncodes, programa del MIDIS, que opera bajo el modelo de Núcleo Ejecutor y cuenta con una inversión superior a S/19.3 millones, autorizada por la Ley 32103. Los trabajos se desarrollan en 29 distritos priorizados por sus altos niveles de pobreza, como Comas, San Juan de Lurigancho, Puente Piedra, El Agustino, Villa María del Triunfo, Callao, entre otros.
Los ambientes son intervenidos con mantenimiento de techos, muros, pisos, puertas, instalaciones eléctricas y sanitarias, para luego ser equipados con cocinas semi industriales, refrigeradoras, campanas extractoras, licuadoras, utensilios y anaqueles.
“Nos emociona ver que la cocina de nuestro colegio ya no es un espacio abandonado. Ahora es un lugar digno, con todo lo necesario para preparar alimentos ricos y sanos”, cuenta Aydee Huaringa Santiago, directora del colegio 3010 Ramón Castilla del Rímac.
Cocina caliente, infancia nutrida
Más allá de lo físico, la propuesta tiene una visión integral: una niñez bien alimentada es una niñez con más posibilidades de aprender, crecer y romper el ciclo de la pobreza. Por eso, este nuevo enfoque apunta a convertir las cocinas escolares en activos estratégicos del sistema educativo.
Además, involucra a madres, directivos, docentes y comunidad, en una cadena donde cada parte cumple un rol clave para garantizar que los alimentos lleguen con calidad, puntualidad y cariño.
¿Qué cambia realmente?
• Alimentos frescos: ya no serán procesados ni almacenados por días.
• Niñas y niños mejor nutridos: lo que mejora su capacidad de concentración y asistencia.
• Espacios dignos y funcionales: cocinas y almacenes modernos y equipados.
• Participación comunitaria: familias y escuelas trabajando juntas en la gestión alimentaria.
Un antes y un después
Esta intervención no es un parche, sino una apuesta. Una semilla que ya germina en los patios escolares de 200 instituciones educativas y que podría convertirse en modelo nacional.
Porque la alimentación escolar no es un lujo: es una herramienta de inclusión, salud y futuro.