Ellas son un ejemplo de perseverancia, esfuerzo y buena actitud ante las adversidades. De niñas, la falta de recursos económicos en sus hogares no fue un impedimento para que sacaran buenas notas en el colegio y luego logren estudiar una carrera becadas por el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. Estas guerreras son Brisayda, Estefanía y Priscila, tres mujeres que encontraron en Beca 18 la oportunidad de transformar sus vidas con la educación superior. Aquí sus historias.
Brisayda Aruhuanca (Puno)
Era fines del 2013 y hasta las alturas de Puno, en el colegio San Juan Bosco Salesiano, llegaron los especialistas del Pronabec para informar a los estudiantes sobre el concurso Beca 18. Entre los entusiastas escolares que escuchaban atentos la charla, se encontraba Brisayda Aruhuanca Chahuares (24), natural del centro poblado de Camacani, del distrito de Platería. Su meta de ser profesora por fin podía cumplirse y no dudó en postular.
“Estuve en la casa de mis abuelos Hilaria y Víctor cuando me enteré que había sido aceptada y que tenía que viajar a la capital”, cuenta la egresada de la carrera de Educación Inicial Intercultural Bilingüe en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Recuerda ese día con nostalgia y alegría a la vez. La naturaleza parecía también celebrar la noticia haciendo caer fuertes truenos y lluvias. “Ese día no pude dormir. Me fui con muchas expectativas, con esa idea de ser profesional y retornar a mi pequeño pueblito para contribuir en su progreso. Tuve el soporte de mis padres, algunos vecinos sentían temor de enviar a sus hijas a Lima, tenían miedo de que no regresen y que sus carreras iban a quedar truncadas”, dice.
Desde pequeña, la joven talento sintió esa vocación por la docencia. Le gustaba enseñar a los niños de su comunidad y los pobladores ya le auguraban ese futuro. En la actualidad, ella es conductora del primer noticiero en lengua aimara del país: Jiwasanaka, de TV Perú. Además, viste con orgullo coloridas polleras, chaquetas, mantas, fajas, sombreros y ojotas de la región Puno. “Difundo la lengua aimara, que aprendí de mis abuelos, y lo refuerzo con mi vestimenta. Busco dar a conocer nuestra cultura y que tengamos esa mirada intercultural. Sueño con un país más inclusivo, donde ya no haya discriminación”, afirma.
La segunda de cinco hermanos confiesa que cuando llegó a Lima se preguntó quién era ella. Esa interrogante la hizo reencontrarse con sus raíces y decir sin miedo que es aimara. Su objetivo es seguir fortaleciendo su lengua y llegar a las comunidades más alejadas para sensibilizar sobre la importancia de esa rica cultura que ella es descendiente.
Estefanía Gómez (Apurímac)
Cuando culminó la secundaria en Apurímac, Estefanía Gómez Velásquez (29), hija de una mamá soltera, quiso continuar sus estudios superiores, pero los factores económicos le impedían. En el 2016 se presentó al concurso Beca 18, modalidad Repared. “Mi mamá estaba inscrita en el Registro Especial de Beneficiarios de Reparaciones del Estado (Repared), así que decidí postular a esa modalidad. Yo quería ser profesional porque mi mamá, siendo la hija mayor de mis abuelos en tiempos donde no se recomendaba educar a una mujer, logró seguir una carrera. Ella es docente, es magíster, y a pesar de que es madre soltera nos ha sacado adelante”, comenta.
“Cuando publicaron los resultados estaba nerviosa. Sentía que era la única oportunidad que se me iba a presentar, felizmente accedí a una de las becas”, añade Estefanía. En el 2019, la becaria terminó con éxito la carrera de Producción y Gestión Industrial en Tecsup y ahora labora en el área de ventas de una empresa dedicada a brindar servicios de mantenimiento y asesoría en el rubro de hidráulica. “Estoy en una área con puros varones, pero el género no es una limitante. Los conocimientos no se basan en la rudeza. Creo que la educación empodera a las mujeres”, asegura.
“Beca 18 me dio la posibilidad de estudiar en una buena institución y en la carrera que quería. Me permitió enfocarme solo en mis estudios gracias al subsidio económico”, comenta. Pide a los jóvenes que también aprovechen la oportunidad que ofrece el Pronabec. “Les aconsejo que se preparen y den todo de sí para alcanzar eso que tanto anhelan”, finaliza Estefanía.
Priscila Mariños (La Libertad)
En el 2018, Heidy Priscila Mariños Roldán (21) decidió postular a Beca 18. “Cuando acudí a las oficinas de Pronabec, me enteré que ese día era el examen de preselección. Por todo el ajetreo, me desmayé en el aula. Sentí que me fui por un momento del mundo y luego regresé”, recuerda. Verse en la lista de los nuevos becarios la dejó también en shock. “Al principio no me la creía. Fue un regalo para mí. Estaba muy triste en esos días. Mis compañeros del colegio hacían planes para ir a la universidad, y yo no podía, porque mis papás no contaban con recursos. Sentía que todo el esfuerzo que le había puesto en la secundaria fue en vano”, cuenta.
La trujillana ya se encuentra en sexto ciclo de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Privada Antenor Orrego. En sus ratos libres, ella cultiva su pasión por la lectura y la escritura. “En mis primeros años de infancia vivía en Agallpampa, en la sierra de La Libertad, y mi abuelita me daba libros de religión para que me entretenga con historias y parábolas. Así nació mi pasión. Ella era quechuahablante y yo también lo fui”, dice y añade que ha llegado a leer hasta 100 libros por año.
En la secundaria, su profesora de Lengua y Literatura descubrió en Priscila sus dotes para la escritura. La primera historia de ficción que creó fue sobre un monstruo debajo de la cama. A la fecha ya ha escrito unas 30 obras. “Puede parecer que esforzarse no te va a llevar a nada más que obtener conocimiento, pero sirve. A mí me ayudó a ganar una de las becas del Pronabec”, asegura. Brisayda, Estefanía y Priscila demuestran que no existen límites para alcanzar las metas.