PAUL NEIRA DEL BEN
CEO – Fundador The Learning Factor
Según cifras de Naciones Unidas el cierre de colegios en 13 países, para contener el avance del virus, implica que a la fecha algo más de 290 millones de estudiantes no asisten a clases, presenciales. Esta situación ha significado que estos sistemas nacionales de educación hayan tenido que enfrentar un escenario impensable para los sistemas educativos, es decir, tener que habilitar educación 100 % virtual al nivel de colegios.
Qué lecciones podemos aprender de esta situación, comparto con ustedes tres primera lecciones:
-No era tan complicado autorizar la educación en línea: a pesar de la rigidez de los marcos normativos al respecto, la velocidad con la cual se ha adoptado la educación virtual 100% ha sido muy rápida. Se derriba así un mito gigantesco sobre la posibilidad de que grandes grupos de estudiantes participen de la educación en esta modalidad, asegurándose acceso, cobertura y oportunidad educativa.
-La bondad del trabajo conjunto: ambos sectores, el estatal y no estatal, han logrado altos niveles de colaboración para enfrentar el reto de atención del problema que tenemos entre manos. Los grandes problemas ahora se enfrentan desde la lógica de un mundo interconectado, esto se hace palpable, como por ejemplo, organizaciones localizadas en Inglaterra (como century.tech) están dando soporte de las clases en – línea a estudiantes de Japón y Corea del Sur. Es imposible pensar que el reto digital lo pueden hacer uno u otro solos. Finalmente, esta colaboración ha gatillado el uso de las múltiples herramientas desarrolladas para atender la complejidad de la educación en línea. Ello quiere decir que pensar en una educación en línea no solo se circunscribe al uso de un LMS (Learning Management System), sino que antes bien la respuesta es más sistémica y compleja.
-La estructura sí soporta: debido a los grandes números de atención en educación virtual y su actual funcionamiento, tenemos evidencia que la estructura digital sí es capaz de contener y ofrecer un servicio educativo de calidad, con experiencia de aprendizaje para todos sus estudiantes.
Estos tres aprendizajes configuran las bases de un factor clave, pero medio invisible, y que desde mi punto de vista es fundamental: la confianza en la educación virtual. Aún existen muchísimos intersticios en los sistemas educativos que desconfían de la efectividad, pertinencia o capacidad pedagógica de un proceso formativo en línea. Creo yo que esta desconfianza tiene, con la epidemia del Coronavirus, su hora cero; puesto que nadie en su sano juicio podría cuestionar que esta modalidad de educación es totalmente válida y operativa.
Ahora bien, cómo estamos en el Perú en la asignatura de educación en línea. Salvo un conjunto de universidades licenciadas, las mismas que lo vienen haciendo en un escenario muy encorsetado (véase el Art. 47 de la Ley Universitaria) y algunos colegios; no existen evidencias orgánicas, sistemáticas y sistematizadas de cómo es que se da, se puede dar y gestionar un proceso de educación en línea en nuestro país.
Ya nos encontramos en la cuarta revolución industrial y aún no tenemos piezas claras sistémicas que innoven, impulsen y sean capaces de gestionar la educación en línea en nuestro país; definitivamente allí tenemos una agenda pendiente enorme y que deben de atenderse con enorme urgencia.