Derechos humanos - Diversidad e inclusión

El edadismo y la discapacidad continúan siendo barreras en el mundo laboral

La discriminación laboral hacia los adultos mayores de 50 años y las personas con discapacidad sigue latente en el país. Estos grupos que buscan empleo se enfrentan a barreras como la falta de accesibilidad en los lugares de trabajo y prejuicios durante el proceso de selección.

Por Milagros Bracamonte

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En la actualidad, el mundo laboral se enfrenta a desafíos significativos en términos de inclusión y diversidad. A pesar de los avances en la sensibilización y las políticas de igualdad, muchas empresas aún muestran reticencia a contratar a personas mayores y a individuos con discapacidad. De hecho, en 2023, solo el 28 % de las personas con discapacidad en edad de trabajar estaban empleadas, en comparación con el 70 % de la población sin discapacidad, según Conadis. Además, un estudio de la Defensoría del Pueblo reveló que el 60 % de las personas con discapacidad que buscan empleo se enfrentan a barreras como la falta de accesibilidad en los lugares de trabajo y prejuicios durante el proceso de selección.

De acuerdo con Andrea Burga, coordinadora de proyectos de la ONG Sociedad y Discapacidad (SODIS), “los índices preocupantes de deserción laboral en la población con discapacidad impactan negativamente en sus ingresos financieros y en su inclusión en la sociedad”.

Andrea Burga – Coordinadora de proyectos de la ONG Sociedad y Discapacidad (SODIS)

A pesar de que existen leyes que promueven la contratación de personas con discapacidad, como la Ley General de la Persona con Discapacidad (Ley 29973), su implementación es insuficiente, y muchas empresas no cumplen con las cuotas establecidas. Los empleadores públicos están obligados a contratar al 5 % de personas con discapacidad y las empresas privadas con más de 50 trabajadores deben contar con al menos el 3 %; sin embargo, el Conadis reportó que en el 2023 solo nueve entidades públicas a nivel nacional han logrado cumplir con esta cuota laboral y en el caso de las empresas privadas menos del 10 %.

Cabe resaltar que el coste de la exclusión de la discapacidad a nivel mundial puede suponer hasta el 7 % del producto interior bruto (PIB) de los países de la OCDE, según la OIT.

Beneficios para las empresas

Cumplir con la cuota de contratación de personas con discapacidad ofrece a las empresas una doble ventaja estratégica: primero, acceso a incentivos económicos significativos como deducciones fiscales y condiciones preferenciales en créditos, que no solo reducen la carga financiera, sino que también facilitan la inversión en accesibilidad y capacitación; segundo, una mejora notable en la imagen y reputación corporativa al alinearse con prácticas de responsabilidad social que atraen a consumidores y potenciales inversores, fortaleciendo la lealtad del cliente y el atractivo de la empresa en un mercado cada vez más enfocado en la inclusión y la ética.

Además, excluir a estos grupos priva a las organizaciones de una valiosa fuente de talento, experiencia, diversidad e innovación. Para Andrea Burga de SODIS, “las personas con discapacidad y los adultos mayores aportan una diversidad de experiencias y habilidades que pueden enriquecer el entorno laboral y fomentar la innovación. Cuando tienes un espacio con personas diversas, con diferentes contextos, habilidades y capacidades, generas diferentes perspectivas sobre un tema o actividad”, resalta.

Obstáculos que impiden el cierre de brecha

Existen estereotipos que asocian la discapacidad con la incapacidad o la falta de productividad. Estos prejuicios pueden llevar a que los empleadores subestimen las habilidades y competencias de las personas con discapacidad, además, muchos empleadores desconocen el potencial y la capacidad de adaptación de las personas con discapacidad, lo que muchas veces lleva a la discriminación en los procesos de contratación.

De acuerdo con el informe Return on Disability, solo el 4 % de las empresas realizan ofertas que incluyan a las personas con discapacidad.

Otro obstáculo es que las personas con discapacidad a menudo enfrentan dificultades para acceder a la educación y la formación profesional, lo que limita sus oportunidades laborales. De acuerdo con el último censo del INEI que data del 2017 aproximadamente el 57.1 % de las personas con discapacidad en Perú de 15 años a más no había completado ningún nivel de educación.

La especialista de SODIS señala que hay barreras en la infraestructura, en el espacio público, en el transporte, y en los espacios laborales: “Las barreras físicas, como la falta de rampas, ascensores accesibles, o baños adaptados, pueden dificultar la integración de personas con discapacidad en el entorno laboral. Adicional a ello, las convocatorias de reclutamiento tampoco están adaptadas a las necesidades de estas personas”.

Andrea Burga agrega que desde SODIS han identificado una desconexión significativa entre las empresas y las personas con discapacidad en el ámbito laboral: “Las empresas no saben dónde encontrar candidatos con discapacidad y estos no tienen un acceso claro a las oportunidades de empleo disponibles. Para contribuir con esta población hemos planteado crear una bolsa laboral en nuestra web a fin de facilitar la conexión entre empleadores y personas con discapacidad, permitiendo así un acceso más equitativo al mercado laboral”, puntualiza.

El impacto del edadismo en el empleo

Muchos empleadores asumen que las personas de mayor edad son menos adaptables, menos productivas o capaces de aprender nuevas habilidades, especialmente en sectores que evolucionan rápidamente como la tecnología. Esta percepción errónea no solo reduce las oportunidades de empleo para las personas mayores, sino que también las priva de la posibilidad de contribuir con su experiencia y conocimiento.

De acuerdo con Elizabeth Gómez, líder de proyectos de Emprende UP, las barreras mentales y paradigmas contra la contratación de personas mayores de 50 años no deberían existir porque limitan el potencial de una fuerza laboral diversa y experimentada, y visibilizan la discriminación por edad.

“Las empresas optan por no contratar en vez de invertir en capacitar a sus empleados mayores. No están considerando que estamos viviendo un cambio demográfico y es un hecho que varias generaciones van a convivir en el mundo laboral. Precisar que, en la actualidad, la esperanza de vida en Perú es de 74 años y con los años seguirá incrementando por consecuencia este grupo etario necesitará seguir laborando para subsistir”, explica.

Elizabeth Gómez – Líder de proyectos de Emprende UP

De acuerdo con estimaciones de IPSOS (2022), en el Perú urbano hay casi 6 millones y medio de adultos de 50 años a más. De esa cifra, el 19 % de trabajadores son dependientes y un 27 % son independientes. Esta cifra demuestra que un 46% está laborando.

La especialista de Emprende UP indica que “el 41 % de los hogares del Perú urbano son liderados por un jefe de hogar entre los 50 a 70 años. Esto representa 3 millones de hogares. Esta cifra demuestra que los adultos mayores no solo mantienen roles clave en sus familias, sino que también aportan experiencia y estabilidad”.

Las empresas a menudo no reconocen que, aunque la fuerza laboral es diversa, los adultos mayores buscan trabajar no solo por necesidad económica, sino también por dignidad y propósito.

“Con una expectativa de vida más larga, muchos se enfrentan a la necesidad de trabajar más allá de la jubilación para mantener su calidad de vida y mantenerse activos. Adaptar las políticas para incluir a estos trabajadores mayores no solo responde a una necesidad económica, sino que también enriquece la empresa con experiencia valiosa y un compromiso renovado”, finaliza Gómez.




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