Desde su experiencia en la gestión pública, ¿cuál considera que es el principal reto para lograr políticas sostenibles y duraderas?
Uno de los principales retos que yo vi de carne propia en el Estado fue la necesidad de tener un servicio civil con reglas de juego claras, meritocráticas y con evaluaciones de desempeño. Si observamos cuáles son las instituciones públicas que funcionan mejor —como el Banco Central o las reguladoras—, todas tienen una carrera con evaluaciones, meritocracia y también incentivos, como programas que te financian la maestría.
Eso es algo que no ha sucedido en el sector público peruano. Se ha intentado varias veces con la implementación de la Ley del Servicio Civil, pero no con la contundencia necesaria. Todavía los peruanos no valoran la importancia de tener un servicio público sólido, no solo a nivel de gobierno central, sino también regional y subnacional.
Hoy se percibe una creciente desconfianza hacia las instituciones. ¿A qué se debe y cómo puede enfrentarse?
Sí, creo que hay buenos ejemplos de lo que hemos logrado. El Ministerio de Economía, por ejemplo, tiene dos instrumentos de política muy importantes: el Marco Macroeconómico Multianual y la Ley de Presupuesto. No es casualidad que haya también un Consejo Fiscal, una autoridad independiente que rinde cuentas.
Esta combinación de trabajo técnico y rendición de cuentas es fundamental. Si hemos podido lograrlo en el Ministerio de Economía, también podríamos hacerlo en otras instituciones. Pero para eso necesitamos transparencia y rendición de cuentas como pilares.
James Robinson plantea que los países prosperan cuando tienen instituciones inclusivas. ¿Coincide con esa visión?
Totalmente. Él sostiene que el talento se distribuye de manera aleatoria entre los ciudadanos, por eso el Estado debe rescatar ese talento a través de buena educación y buena salud. A veces nos importa muchísimo quién es el presidente del Banco Central —y está bien—, pero deberíamos demandar el mismo nivel de exigencia con el ministro de Educación o de Salud.
Necesitamos una conciencia de bien común y propósito de país. El niño de Purús o de Zaraza merece buena educación y salud. Y debemos demandarlo como ciudadanos.
«Tenemos un enorme problema con las obras paralizadas».

La descentralización es clave para reducir brechas. ¿Cómo lograr que la equidad llegue a las regiones más vulnerables?
Hay un tema fundamental de cuadros técnicos en regiones. Un tercio de la población vive en Lima y, aun así, los servicios de educación y salud que dependen de los ministerios no son de la mejor calidad. Entonces, no es que estar en Lima garantice mejor gestión.
Tenemos gobiernos regionales como el de Moquegua que han demostrado que sí se puede avanzar con rendición de cuentas y asistencia técnica. Pero necesitamos fortalecer los sueldos de los profesionales, eliminar topes populistas como el límite de 15 mil soles, y fomentar la tecnificación.
También hay que superar la desconfianza entre el sector público y el privado. Por ejemplo, si las empresas privadas tienen redes de distribución eficientes, el Estado debería aprender de ellas. Nos falta comunicarnos mejor y alinear los incentivos.
En cuanto a gestión económica, ¿qué reformas considera prioritarias para mejorar la eficiencia del gasto público?
En salud y educación, la mitad del presupuesto es planilla, y si no le sacamos el mayor provecho a cada sol, tenemos un problema. En educación hubo avances con la carrera magisterial, pero se han detenido.
Necesitamos líneas de carrera con incentivos adecuados y evaluaciones de desempeño. Además, mayor transparencia. Algo tan simple como programar citas en hospitales desde casa podría reducir microcorrupción y mejorar la experiencia del ciudadano.
También deberíamos fortalecer las delivery units, que promueven la rendición de cuentas y la gestión por resultados.
¿Qué oportunidades tiene el Perú para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
Tenemos motores de crecimiento económico importantes. Pero el círculo virtuoso entre crecimiento, presupuesto y servicios públicos está roto. El Perú ha multiplicado su presupuesto, pero no la calidad de los servicios que recibe el ciudadano.
Seguimos teniendo motores como la agroindustria, la minería responsable, el turismo y la gastronomía. La clave está en cómo lograr que la población se inserte en esos sectores productivos y cómo mejorar los servicios públicos que fortalecen el capital humano.
Como dijo Robinson, “si haces una mala política económica, la inflación se siente al mes siguiente; si haces mala educación, los efectos se ven después de años”.
Finalmente, ¿cómo evalúa la gestión de la inversión pública?
Tenemos un enorme problema con las obras paralizadas. Invertir en proyectos que no se terminan es dinero estancado que no genera bienestar ni productividad.
Hay que hacer una cruzada para mejorar la calidad de la inversión pública. El Perú tiene buenos ingenieros y arquitectos; solo necesitamos coordinación, meritocracia y rendición de cuentas. Una carretera inconclusa no conecta a nadie ni impulsa el desarrollo.








