Las 200 naciones del mundo se reunieron en la gran cumbre mundial sobre el cambio climático realizada en Glasgow con la presencia de 30.000 líderes entre ellos 100 presidentes, y prominentes empresarios. El Secretario General de la ONU, António Guterres, declaró: “Nuestro planeta pende de un hilo. Es tiempo de entrar en modo de urgencia”. El anfitrión, el Primer Ministro de Gran Bretaña, Johnson resaltó que era “la última mejor chance del mundo de salvar el planeta”.
El 2020, y lo que va del 2021 han marcado records en catástrofes climáticas, impulsadas por la suba del dióxido de carbono en la atmósfera. Entre otras, inundaciones en Alemania, Nueva York, Bélgica y China; sequías devastadoras en el cuerno de África, incendios sin parangón en Siberia; olas de calor mortales en Canadá; desequilibrios ecológicos muy graves en múltiples países en desarrollo y muy pobres; pérdidas considerables de biodiversidad. Si se traspasa en la próxima década el 1.5% de incremento de la temperatura respecto a la preindustrial. Lo que es muy factible, de no haber reformas profundas, lo que vendrá será aún mucho peor.
La empresa privada es decisiva para rescatar el planeta. Produce directa o indirectamente gran parte de la crisis ecológica particularmente mediante su uso intensivo de los combustibles fósiles, principal fuente de energías sucias. Al mismo tiempo está cumpliendo un papel fundamental en bajar los costos de las energías limpias, como la solar, la eólica, la mareomotriz, hidrógeno, y otras que son parte
central de la solución.
La agenda de Glasgow se focalizó entre otras en las siguientes cuestiones sobre las que se llegó a acuerdos incluidos en la declaración final.
- Es perentorio parar la carbonización de la atmósfera. Los mayores emisores son (2020):
• China (10.7%)
• USA (4.7%)
• India (2.4%)
• Rusia (1.6%)
• Japón (1%)
• Irán (0.7%)
• Alemania (0.6%)
• Arabia Saudita (0.6%)
• Corea del Sur (0.6%)
La emisión total de los países pobres es ínfima. Como señaló Sonam Wangdi, Jefe del bloque de países menos desarrollados, en la Cumbre: “No hemos contribuido al problema, pero lo estamos sufriendo desproporcionadamente”.
Se acordó cerrar el 40% de las plantas de carbón existentes para el 2030, y no autorizar la creación de nuevas. Se exigió que fueran suprimidos los 423 billones de dólares de subsidios al carbón, el petróleo y el gas. Expresando los intereses económicos pro carbón en el momento final, se cambió la frase “suprimir el carbón” por “bajar el carbón”. - Los países en desarrollo y pobres deben recibir de los ricos, los mayores polutores, 100 billones anuales para poder mitigar, y enfrentar el cambio climático. Eso estaba previsto en la Cumbre previa de Paris (2016) y no se cumplió.
- La industria automotriz, que genera 30% de las emisiones sucias, debía reconvertirse al auto eléctrico en dos décadas. 6 empresas de gran peso ya están operando en esta dirección.
- Un total de 100 países acordaron prohibir el metano mortífero gas invernadero, y 143 detener la deforestación.
- Ante la presión social, se aceptó que las cumbres debían ser anuales, y que debía haber transparencia medición de progresos, y rendición de cuentas.
Para que esto no quede en promesas, se requerirá formalizarlo en leyes y presupuestos públicos, y que las empresas privadas líderes, sean “ecológicamente responsables’ e impulsen el desarrollo de energías limpias.
Dispuestos a presionar a los contaminadores, un grupo de importantes inversores que manejan 40 trillones de dólares, anunciaron que retirarían todas sus inversiones en combustibles fósiles. Por otro lado más de 100.000 jóvenes clamaron en las calles de Glasgow por “hechos y no palabras”, para que
antes que fuera tarde hubiera, según su consigna, “JUSTICIA ECOLÓGICA”.