Diana Méndez del Aguila
Directora país INSUCO Perú
Existen distintos tipos de diálogo basados en sus objetivos y contexto. Desde aquellos con un enfoque de corto plazo y que buscan resolver conflictos, hasta otros con una mirada más de largo plazo y estratégica, que apuntan a construir consensos y transformaciones. Estos distintos tipos de diálogo nos permiten establecer una ruta de diálogo para la gestión, donde el mayor grado de madurez se alcanza con un diálogo para la acción colectiva y coconstrucción de largo plazo, buscando generar herramientas de planificación y gestión territorial desde una visión conjunta1 . Es importante reconocer que la trayectoria del diálogo no es lineal y más bien presenta idas y vueltas constantes, resultado de la interacción entre los actores y el contexto.
Cuando gestionamos el diálogo muchas veces pensamos solo en el resultado que queremos obtener y olvidamos que, como todo proceso, tiene distintas etapas, actividades, características y contexto en el que se implementa. El diálogo es un proceso continuo, tiene un antes, durante y después; y genera amplia información que, si es adecuadamente sistematizada y analizada, se convierte en un insumo clave para la gestión social de las organizaciones y el establecimiento de estrategias.
Finalmente, el éxito del diálogo no está asociado a lograr compromisos sino a establecer condiciones para alcanzar transformaciones positivas del territorio y sus actores.
¿Por qué monitorear y evaluar el diálogo?
Suele pasar que las prácticas de diálogo no cuentan con un sistema de medición que permita caracterizar, medir y evaluar el diálogo que se desarrolla a fin de conocer y manejar data fiable sobre estos espacios.
Esto limita la posibilidad de realizar una evaluación continua del diálogo y de cómo este se ajusta al contexto dinámico que enfrenta, generando barreras para mejorar la metodología y realizar ajustes que permitan alcanzar los objetivos de largo plazo.
Monitorear y medir el diálogo permite mejorar la predictibilidad, definir estrategias diferenciadas de acuerdo con las características y grado de madurez del espacio, sistematizar las lecciones aprendidas y tomar mejores decisiones para el desarrollo del territorio.
¿Qué medir en el diálogo?
Concentrarnos en medir el resultado del diálogo solo nos da una mirada parcial. Un sólido sistema de monitoreo y evaluación (M&E) evalúa la calidad y efectividad en todo el proceso y busca entender, entre otras cosas, el nivel de involucramiento de los actores, su participación y compromiso, así como la satisfacción de los intereses o motivaciones de los participantes. Cuando hablamos de calidad nos centramos en la implementación del diálogo y las condiciones en las que este se desarrolla. Con efectividad nos enfocamos en el cumplimiento de los objetivos como resultado de la apropiación e incorporación de las actividades de todos los actores participantes.
El sistema de M&E del diálogo no es único. Si bien existen categorías y fundamentos base, su riqueza radica en la posibilidad de definirlo considerando las características de los territorios, los actores y los objetivos que se persiguen.