Por Stakeholders

Lectura de:

Fernando Ortega San Martín
Director de Investigación y Estudios del CONCYTEC


Desde hace algunos años el concepto de “Cuarta Revolución Industrial” (o 4RI) viene siendo empleado para describir la era histórica que nos toca vivir, pero pocos conocen en realidad su significado y menos aún, los impactos que ya están generando sobre nuestra economía y nuestra sociedad.

La 4RI nace como fruto de la convergencia tecnológica NBIC (Nano-Bio-Info-Cogno) y tiene muy poca relación con la producción industrial pero mucho más con la inteligencia artificial. De hecho, esta 4RI terminará posiblemente al finalizar la próxima década, cuando ocurra el fenómeno de la Singularidad Tecnológica, es decir, el momento en que la inteligencia artificial igualará las capacidades de la mente humana. Parece ciencia ficción, pero no lo es en lo absoluto.

Esta profusión de tecnologías transformadoras que ingresan cotidianamente a las empresas en todo el mundo produce una marea de nuevos bienes y servicios nunca antes vista, que afecta inevitablemente a la producción peruana de exportación de hoy, rubro que todos esperábamos sirviese de locomotora para el desarrollo nacional en los años venideros.

Sin embargo, el conocimiento tardío de sus posibles efectos produce un gran peligro para las empresas y las naciones. Tres son quizás los mayores peligros a los que nos enfrentamos: la substitución tecnológica de los productos de exportación, la substitución tecnológica del empleo y los altos precios para los consumidores de los nuevos bienes y servicios ofrecidos.

La substitución tecnológica de los bienes exportables producidos en el país es un hecho sistemático e inevitable que la 4RI simplemente acelera: el reemplazo de la harina de pescado para alimentación animal por harina de larvas de moscas (que tiene más grasa y proteínas) ya se está dando principalmente en China, nuestro principal comprador. ¿Se imaginan los impactos negativos sobre las caletas y puertos de nuestra Costa? Lo mismo ocurrirá con los metales: las baterías automotrices de plomo-ácido están comenzando a ser reemplazadas por baterías de grafeno, así como los conductores de cobre por cables de grafeno, de muchísimo menor diámetro y peso y mucha mayor conductividad. Incluso con las frutas y hortalizas que exportamos: la edición de genes fortalecerá las capacidades de los vegetales y hará más rentable la producción agrícola en invernaderos, y lo mismo hará con la ganadería (hoy tenemos ya leche, carne y cuero sin la necesidad de vacunos), y con los peces y mariscos de las granjas acuícolas.

Sin exagerar y sin el ánimo de causar pánico, podemos señalar que cada producto peruano de exportación ya tiene un substituto tecnológico a punto de entrar en el mercado (si es que ya no lo ha hecho). Esto nos obliga a pensar en un inmediato cambio de la matriz productiva del país, basado en el uso de estas tecnologías transformadoras. El CONCYTEC ha iniciado el proceso de difusión de estas tecnologías en el sector empresarial y en las universidades, como ocurrió con el Seminario PROSPECTA AMÉRICAS organizado conjuntamente con la OEA durante el pasado mes de octubre. Ya no tenemos la excusa de la desinformación.

Debemos ser conscientes de que estas tecnologías crean nuevos mercados globales y es una cuestión de supervivencia estar presentes en ellos. Pero no sólo eso, también generan nuevos y mejor remunerados puestos de trabajo. Es el círculo virtuoso que debemos alentar. No esperemos recién que aparezcan las protestas sociales para actuar, pues cuando ellas irrumpen, ya es demasiado tarde.

 







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